El partido de Santiago Abascal juega su particular batalla contra el PP para exorcizar el riesgo de un trasvase de voto que tire para abajo sus expectativas electorales. La moción de censura nonata y la proposición de ley en torno al aborto han sido interpretadas por Génova como sendas maniobras para poner a los populares en un brete, aunque éstos aseguran no querer dedicar mucho tiempo ni a una cosa ni a otra.
La posición en torno a la moción de censura la acordaron los populares con prontitud, mucho antes de que Santiago Abascal comunicara vía telefónica a Alberto Núñez Feijóo que su candidato a la presidencia del Gobierno iba a ser el histórico dirigente comunista Ramón Tamames. En esa conversación, el líder popular trasladó ya a su interlocutor que no esperaran su apoyo sino que se abstendrían.
Ahora, desde el Grupo Popular asisten con expectación y un punto de divertimento a la confusión creada en torno a esa moción, cuya presentación va viviendo sucesivos aplazamientos. Iba a anunciarse la semana pasada, luego esta y no se sabe si la próxima. Tamames no deja de ser imprevisible, además de persona non grata para buena parte del afiliado y votante de Vox por su pasado en el PCE y su significación en la lucha antifranquista, por mucho que sea crítico con la situación actual. "Se han pegado un tiro en el pie", dicen en Génova.
La figura de Tamames no es grata para buena parte del votante de Vox por su pasado en el PCE
Y el de la abstención parecía que iba a ser, en principio, el mismo camino para la proposición no de ley de lo que Vox llama "Fomento de la vida", una propuesta que pide, por un lado, la derogación de la ley de plazos del aborto y, por otro, volver a la propuesta de Castilla y León respecto al latido fetal y a la ecografía 4D para las mujeres gestantes. Es lo que el vicepresidente autonómico, Juan García Gallardo, "vendió" como una medida de ofrecimiento obligado a las mujeres que hubieran decidido poner fin a su embarazo que levantó una enorme polvareda hasta el punto de que el gobierno central remitió un requerimiento al de Castailla y León, presidido por el popular Alfonso Fernández Mañueco.
Pero, en este caso, fuentes de Génova señalan a El Independiente que están más instalados en el "no" que en la abstención, por dos motivos, primero porque no están por derogar la ley de plazos por otra de supuestos "que no es nuestro modelo" una vez que el PP ha aceptado la reforma de 2010 con la Ley Bibiana Aído y, segundo, "porque cerramos el debate en torno a los protocolos" en Castilla y León sin aceptar el órdago de Vox.
Los populares quieren cerrar tanto un tema como otro. Fuentes de la dirección admiten muy gráficamente que el debate en torno a si abortar es o no un derecho "se nos ha hecho bola", aunque aducen que se trata de una cuestión más que nada nominal "una vez que hemos dejado claro que si llegamos al gobierno lo único que modificaremos será volver al consentimiento paterno para las menores de 16 y 17 años", tal y como hiciera Mariano Rajoy.
Dirigentes del PP admiten que el tema del aborto "se nos ha hecho bola"
Y esa posición "nos centra ante un sector moderado del PSOE y una parte del feminismo que ahora está muy enfadado con Pedro Sánchez por la ley Trans y la del 'sólo sí es sí", aducen minimizando el daño que pueda hacer la nueva posición de los populares entre sus sectores más conservadores. Incluso recuerdan que Jorge Fernández Díaz "fue ministro del Interior con Mariano Rajoy, que no cambió la ley" y le acabó costando el puesto a Alberto Ruíz Gallardón como ministro de Justicia.
La idea de Núñez Feijóo de ensanchar la base social a su izquierda y derecha no deja de ser arriesgado. "Es la manta corta, te tapas la cabeza o los pies". Pero del mismo modo que consiguió capitalizar en Galicia a un amplio espectro de votante -que cercenó el crecimiento no sólo de Ciudadanos y de Vox, sino, incluso del PSOE-, creen posible consolidar el trasvase de voto socialista, que estiman entre un 11 y un 12 por ciento, y del 15 de votantes de Vox.
Además, de cara al 8-M Génova dará libertad de asistencia a sus cuadros, dirigentes y militantes, además de acudir una delegación oficial del partido a la manifestación principal, a falta de decidir si acudirán con un manifiesto propio por entender que el oficial es muchas veces partidista y sectario.
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