Las llamaron de todo. En los años que Vladímir Putin y sus oligarcas hacían negocios con Occidente y tenían barra libre en los lugares más exclusivos de Europa, muchos las tildaron de “extremistas”, “radicales” o “feminazis”. La misma narrativa que el Kremlin mantiene hoy sobre ellas, las integrantes del colectivo artístico feminista ruso Pussy Riot que hace once años entonaron su “Oración punk” para ahuyentar a Putin. La guerra en Ucrania ha obrado ahora el milagro del reconocimiento. Una rehabilitación parcial y tardía que una de las almas de la banda celebra en una entrevista exclusiva con El Independiente.
“Hemos sido una suerte de pioneras en el campo de la represión política en Rusia. Fuimos las primeras activistas encarceladas por cantar y actuar contra Vladímir Putin”, responde tajante María Alyokhina, Masha, una de las fundadoras del movimiento. En febrero de 2012 la banda convirtió una irreverente actuación en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú en su carta de presentación internacional. Apenas duró un minuto, pero hizo historia: se enfundaron las "balaclavas", los pasamontañas de colores transfigurados en símbolo desde entonces; subieron al altar; y, entre saltos y puñetazos al aire, rezaron contra el presidente ruso: “¡Virgen María, Madre de Dios, ahuyenta a Putin!”.
Un acto “sacrílego”, como lo describió la Iglesia Ortodoxa Rusa, que denunció la connivencia de las sotanas con el régimen de Putin, al que siguen ofreciendo aliento moral ahora que las aspiraciones imperialistas conducen hasta Ucrania y han provocado un conflicto armado y el mayor éxodo de refugiados desde la II Guerra Mundial. “La represión no ha cesado. En los últimos nueve años miles de personas han sido condenadas a cárcel por su activismo”, denuncia Masha, que penó dos años de su vida en una prisión rusa y escapó de un arresto domiciliario en su apartamento de Moscú la pasada primavera, disfrazada de un repartidor de comida rápida. Abandonó el país a través de la frontera con Bielorrusia, un Estado afín a Putin.
Huida de película
Tras una década de hostigamiento, Masha protagonizó una huida de película. De su plan de espantada, su diseño y exitosa ejecución, se sigue reservando detalles para proteger a quienes arriesgaron sus vidas para socorrer la suya. “He desvelado que usé el disfraz de un repartidor para despistar a los agentes que rodeaban mi apartamento y que dejé mi móvil para escapar a la cibervigilancia. Ahora me gusta usarlo en los espectáculos porque es parte de nuestra manera de ser. Algunos amigos me ayudaron a escapar pero no daré nunca sus nombres”.
Ahora le preocupa el sino de los que han replicado su periplo en los últimos meses. Desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania, disidentes y objetores de conciencia han enfilado el camino de salida en medio de las llamadas a la movilización parcial de Putin y sus secuaces. “En la Crimea ocupada, la gente está recibiendo penas de hasta 25 años de prisión por nada. ¿Y sabes cómo les llama Putin? Extremistas, como le sucede a la minoría tártara”, replica.
- Mucho ha cambiado desde el pasado febrero. No sé si tienes que ajustar cuentas con quienes desde Occidente se sumaron a los insultos que recibíais en el interior de Rusia…
- No sé qué decirles exactamente a esa gente que piensa que un Estado fuerte y represivo tiene algo atractivo. Quizás son también fascistas, pero es una falsa fortaleza que únicamente demuestra la debilidad. Occidente se equivocó con Putin, pero nunca es tarde para abrir los ojos.
Tras cerca de dos décadas en el poder, Putin sigue centrando sus dardos. Acaban de lanzar un tema tan directo como de costumbre, “Las cenizas de Putin”. En el videoclip, los miembros de Pussy Riot prenden fuego a un retrato del presidente ruso en una ceremonia que simula su entierro tras pulsar un botón rojo que "neutraliza a Putin". Al final del vídeo, exhiben varios frascos con sus cenizas. “Estoy afilando mi cuchillo para Putin/ No perdonaremos tu maldad”, reza la letra. Una nueva letanía que le desea la muerte a un líder omnipresente que esta misma semana culpó a Occidente del inicio de la contienda y volvió a amenazar con pulsar el botón nuclear.
Putin es un criminal de guerra y un fugitivo internacional que debería ser arrestado y juzgado ante un tribunal de guerra
Putin, el inspirador de sus letras
En un cruce que se ha mantenido vivo desde 2012, las Pussy Riot -que han hecho de la defensa del feminismo y la minoría LGTB sus banderas- le han dedicado a Putin gran parte de su repertorio. En “Putin Zassal” (“Putin se está meando encima”, en ruso), instaron a una revuelta popular contra el régimen y llamaron a una ocupación de la simbólica Plaza Roja de Moscú. Meses después, cuando ya eran carne de represión por su actuación en la catedral, acusaron a Putin de “encender la mecha”. “Siete años de cárcel no son suficientes, ¡danos dieciocho!”, le retaron. También alzaron la voz contra la corrupción y la judicatura rusa y censuraron la propaganda que el Estado y sus tentáculos han ido propagando sobre la comunidad homosexual.
En las últimas semanas están volcadas en preparar un nuevo tema centrado en el ex espía del KGB que llegó a presidente y que es su diana perpetua, avanza Masha en conversación con El Independiente. “Estamos precisamente escribiendo una nueva canción en contra de esta guerra y de Putin. Es nuestro modo de protestar y reflexionar sobre la situación actual y exhibir nuestro rechazo a la propaganda rusa”, desliza.
- Después de 11 años, ¿les queda algo que decir sobre Putin?
- En realidad, en el nuevo tema empleamos algunas de los términos que ya hemos usado en el pasado contra él. No creo que merezca básicamente ninguna palabra más. Putin es un criminal de guerra y un fugitivo internacional que debería ser arrestado y juzgado ante un tribunal de guerra internacional. Y eso es todo. Desde el banquillo debería ser obligado a escuchar lo que tienen que decirle todos los testigos de esta guerra en Ucrania y todas las víctimas que ha torturado en nuestro país durante todos estos años.
Masha guarda a buen recaudo el título de la canción. “No lo puedo decir aún”, murmura. “Aunque también creo que no es tiempo de palabras sino de acciones contra él. Putin es un maniático y un dictador de manual, una persona sobre la que no tendría que haber opiniones divergentes. La de dictador es la definición más corta y más apropiada”, responde, radicalmente crítica con “la hipocresía” que aún hoy sigue encontrando en las élites políticas europeas.
Lo de los líderes europeos es pura hipocresía. Para que el fin de la guerra sea una realidad pronto, Europa debería detener completamente la compra de gas y petróleo rusos
El salvavidas ruso está en Europa
“Esta guerra comenzó en 2014, con la anexión de Crimea porque Putin no podía perdonar el viento de revolución que sopló entonces en Maidan. Después, vino la ocupación rusa de regiones orientales de Ucrania en el Donbás. Ninguna de estas acciones recibió una respuesta adecuada de Occidente”, denuncia la artista. “La contienda ha continuado desde entonces, en algunos momentos sin tanta actividad. Ucrania fue empujada a firmar los acuerdo de Minsk a principios de 2015. Tengo la creencia de que si en 2014 se hubieran aplicado sanciones al nivel de las lanzadas ahora, toda esta pesadilla y esta guerra no hubieran sucedido. Putin no tendría hoy los recursos para sufragarla. El inicio de la guerra hace un año obligó a los políticos europeos a empezar a moverse. Mejor eso que esperar hasta el fin del mundo, pero ha sido un poco tarde”, agrega.
“Ni siquiera ahora las sanciones son apropiadas porque aún hay gas y petróleo rusos surtiendo a Europa. Cada rublo obtenido por este suministro es un nuevo soplo de aliento para bombardear ciudades y matar a gente en Ucrania y torturar a otros dentro de Rusia”, reflexiona.
La victoria en la guerra de Ucrania es el principal y más básico paso hacia la libertad de Rusia
- Un año después, países como España siguen dependiendo en parte del gas ruso. De hecho, su contribución al total ha pasado del 8,9% en agosto de 2021 al 14,7% doce meses más tarde…
- Es pura hipocresía. Todo el dinero que Rusia recibe del petróleo y el gas, Putin lo usa para adquirir nuevo armamento como drones iraníes y para que él y su banda sigan atacando al pueblo ucraniano y amordazando al ruso. Para que el horizonte del fin de la guerra sea una realidad pronto, Europa debería detener completamente la compra de estos recursos. También debe cerrar el grifo a los oligarcas que son dueños de viviendas de lujo, yates y cuentas bancarias en suelo europeo y no permitir que sus hijos estudien en las mejores universidades de Europa. En realidad, el dinero que dicen poseer no es suyo sino que ha sido robado al pueblo ruso ocupando sus recursos y monopolizando el poder económico, en manos de Putin y sus amigos. Aún queda mucho trabajo por hacer.
Abrazadas al “Slava Ukraini” (Gloria para Ucrania) que entonan sus vecinos ucranianos, las Pussy Riot asumen la misión de “abrir los ojos”, de hacer pedagogía en mitad de una contienda plagada de contradicciones y sin visos de resolución. “Es nuestra razón para hablar alto y claro. Queremos explicar la conexión entre lo que sucede en Rusia y Ucrania. Reclamamos acciones concretas que dejen de financiar al Estado de Putin a partir de nuestra propia experiencia”, esboza. “Volodímir Zelenski es un héroe, un verdadero presidente de su país. Apoya a su ejército estando físicamente en los lugares más peligrosos. Toda Ucrania está luchando contra el mayor país de Europa y contra un dictador loco con ambiciones imperialistas absurdas”, dice convencida de que el triunfo de Ucrania precipitará un efecto dominó.
Efecto dominó
“Como colectivo creemos que la victoria en la guerra de Ucrania es el principal y más básico paso hacia la libertad de nuestro país. Por eso estamos luchando por Ucrania para que la logre”, apunta. De ahí la vida nómada que practica desde la pasada primavera, inmersa en una gira internacional que reanuda en abril y un trabajo diario entre fogones, con nuevas canciones y la redacción de un libro sobre la Rusia que acabó desembocando en la contienda. “Es una interesante vida sin techo estable. De las giras hemos recaudado más de 50.000 euros destinados a un hospital infantil en Kiev”.
Llevan unas semanas encerradas en un apartamento en Vilna, la capital de Lituania, donde fraguan nuevas sorpresas, leales a un estilo canalla e inconformista vetado hoy en Rusia. “Seguimos manteniéndolo en nuestras acciones. Tener una vida itinerante fue una decisión personal. No he querido escoger un nuevo o un segundo hogar. No quiero la vida europea al uso, porque no lo siento y porque no creo que deba hacerlo así. Quiero luchar por una Rusia libre”, comenta. El tiempo entre giras y concierto los suelen pasar en el país anfitrión de sus espectáculos. “No tengo ni idea dónde estaré en unos meses”, confiesa.
Rehabilitadas en Europa, el tiempo les ha concedido la razón. “Estamos utilizando todas las formas que conocemos para protestar primero y mostrar después cómo un régimen autoritario se transformó en totalitario. Estoy convencida de que hemos ayudado a mucha gente a saber algo que antes desconocían. Y puede resultar bastante útil para todos ser conscientes de cómo un Estado puede arrebatar a la sociedad todas y cada una de las libertades de manera progresiva, porque toda esta pesadilla que vivimos ahora no se precipitó en un instante sino que es simplemente un camino hacia el infierno que emprendimos hace tiempo”.
Esta pesadilla que vivimos ahora no se precipitó en un instante sino que es un camino hacia el infierno que emprendimos hace tiempo
Años de cárcel
Una ruta, solitaria a veces, que las ha colocado en todas las dianas. “Estoy acostumbrada a los arrestos. He pasado muchos períodos de mi vida entre rejas. No es tan duro como sufrir la indiferencia, que puede hacer sufrir mucho. Paso a paso deberíamos decir la verdad y contar las cosas”. Han padecido desde la cárcel hasta difamación y amenazas continuas. “Nos llegan a veces mensajes de embajadas rusas que protestan por la celebración de nuestros conciertos, lo cual es bastante estúpido porque nadie les hace caso ya. Yo misma estoy en la lista de fugitivos de la policía federal rusa, pero es una relación de nombres que no está vinculada con la Interpol. A nadie le importa una mierda su listado. No creo que tampoco les interese contratar a un sicario para matarme”.
- ¿Cómo imaginas el futuro de Rusia?
- No puede imaginarse sin la reflexión y la comprensión de lo que está pasando ahora. Porque si no reflexionamos, analizamos y logramos que se pida perdón por lo de hoy, se volverá a repetir mañana. Porque Putin y su sistema no son innovadores en nada. Sólo son una continuación a la represión de la Unión Soviética y su viejo sistema de perseguir otra opinión distinta a la oficial. Jamás se ha rendido cuentas por eso. Es un episodio sangriento y terrible de la Historia que no tuvo consecuencias. Para tener algún futuro y que sea diferente al que nos ha traído hasta aquí, debemos tener esa reflexión. No puedo desear nada excepto un tribunal internacional que juzgue a Putin. Creo que él se merece el infierno más terrible que podamos imaginar.
- ¿Cuál podría ser su sucesor?
- No lo sé. Solo sé que la gente debe tener libertad para decidirlo. Eso hará que todo sea mejor que ahora.
- Durante años has sufrido sus tácticas y conoces bien su régimen de terror. ¿Hasta dónde está dispuesto Putin a llegar?
- No tiene líneas rojas para reprimir y hostigar a sus compatriotas. A diario vemos nuevos arrestos y redadas en viviendas particulares. Lo vemos en el nivel de propaganda en los medios de comunicación y en cómo algunas organizaciones de derechos humanos están trabajando casi en la clandestinidad. Por desgracia esta realidad sigue sin ser tan visible en Occidente.
Sobre el final de los combates, Masha lo intuye lejano. “No creo que la guerra se detenga en un par de meses. Putin no puede ganarla pero tampoco puede salir y decir que estaba equivocado y que se cometió un error. Sería admitir que está jodido. Así que ahora no puede parar. Para acabar con la contienda lo antes posible, Ucrania debe tener armas y la posibilidad cierta de recuperar los territorios que están ocupados. Sigo la situación todo el rato y me consta que en esas zonas bajo ocupación la gente está desapareciendo sistemáticamente. Están siendo torturados y asesinados de un modo inimaginable”.
Sueños en suspenso
Ella escapó de Moscú pero sus sueños no. Están encadenados a lo que dejó y al país al que, pasada la tempestad, aspira a regresar. Algún día, dice lacónicamente. “Siempre hay esperanza. Tengo sueños y planes pero creo sinceramente que todo eso será bastante inútil si Ucrania pierde la guerra porque habrá más sangre, más ataques contra otros países, más ciudades bajo bombardeos y más infierno. Todos debemos concentrarnos ahora en el ahora. El futuro es ahora”.
Queremos actuar en la apertura del tribunal internacional que juzgue a Putin por esta guerra
Puestos a soñar, Masha no solo desea ver a Putin en el banquillo sino ser parte de esa imagen histórica, si llegara a producirse. “Queremos actuar en la apertura del tribunal. Quiero que mi país sea libre. Quiero pedir perdón a Ucrania en nombre de todos los rusos y hacer todo lo que podamos para que nos perdonen. Quiero que mi hijo vea otra Rusia. Quiero que todos los presos políticos sean liberados lo antes posible. Básicamente quiero libertad y justicia. Y, si puede ser, que se haga realidad pronto”, detalla emocionada.
Las Pussy Riot, la avanzadilla que cantó contra Putin cuando era recibido y reverenciado en los despachos de Occidente, viven hoy desperdigadas por medio mundo. “Algunas, como Nadia, Diana y Olga, residen en Estados Unidos desde hace ya años. Peter está luchando con las fuerzas ucranianas. Algunos miembros están en Georgia desde 2021 y el desfile de arrestos que hubo entonces. Algunos otros siguen en Rusia, haciendo activismo desde la clandestinidad. Todos seguimos en contacto”. ¿Quién sobrevivirá a quién? ¿Conseguirá vencer el ejército de las Pussy Riot al hombre al que declararon la guerra hace más de una década? “No lo sé pero espero que podamos sobrevivir”, concluye.
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