Hace un año, mientras las fuerzas armadas rusas invadían Ucrania y buscaban concluir lo que empezaron en 2014, un comentario se repetía mil veces. Después de Ucrania, iría Taiwán. Un comentario que no se basaba en ningún hecho, ni tampoco prueba, sino que se suponía que como Xi Jinping y Vladimir Putin firmaron acuerdos de amistad, si uno se lanzaba a una guerra a gran escala, pues el otro también lo haría. Se equivocaron con China, un año después, nada ha cambiado, salvo una cosa, el independentismo de Taiwán decrece y sube el status quo.
El posicionamiento de China sobre Ucrania tampoco ha cambiado en un año: se trata de un Estado soberano y tiene derecho a defender su soberanía e integridad territorial. El gobierno de Pekín no reconoce las autoproclamadas repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur, territorio georgiano invadido por Rusia en 2008. Ni tampoco reconoció las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, ni los referéndums de anexión que organizó Moscú en territorio ucraniano ocupado, ni el referéndum de Crimea, ni la anexión de todos ellos a Rusia. El posicionamiento chino ha sido en respuesta siempre el mismo: cumplir con la Carta de Naciones Unidas y promover a través del diálogo los principios de soberanía, respeto e integridad territorial.
Pero sí que ha cambiado de manera destacada un hecho sobre China, y es su influencia en los países de Asia Central. Kazajstán, Uzbekistán, Kirguizistán y Turkmenistán se han encontrado en la necesidad, a consecuencia de las sanciones impuestas a Rusia, de buscar estabilidad económica en Turquía y China. La nueva ruta de la seda impulsada por China, que busca conectar los polos económicos del país con la Unión Europea, favorece el intercambio de mercancías a gran escala cruzando por estos países. Y es allí donde podremos ver hasta qué punto la influencia de Rusia fuera de sus fronteras se propaga. Según la Autoridad Ferroviaria de Afganistán, dirigida por el Muftí Mohammad Nasm Mohammadi, existe la intención de la nueva administración talibán de conectar el país con Turkmenistán y Uzbekistán de manera fluida por tren a través de Hairatan.
No es casual que esto suceda cuando Irán, debido a la represión por las protestas y contra activistas, también empieza a ser objetivo de sanciones internacionales. China comparte frontera con Kirguistán, Tayikistán, Afganistán por el corredor de Wakhan y Pakistán, pero uno de los principales puertos comerciales chinos fuera de China existe en el sur de este último país citado, Gwadar. China está vertebrando económicamente Pakistán a través del Corredor Económico China-Pakistán. Y el único enlace que comunica Pakistán con Asia Central, sin pasar por Irán, es por Afganistán. Todo esto sucede cuando cada vez suena con más fuerza el corredor de mercancías a través del Caspio, porque la causa final no es comerciar o conectar Kandahar con Bujará, o Asjabad con Biskek. Se trata de conectar los centros económicos de China y Pakistán con la Unión Europea a través de Azerbaiyán y Turquía.
Se equivocan quienes piensan que romperá su neutralidad a favor de Rusia si eso compromete la economía, la estabilidad y las relaciones con terceros Estados
Y es en eso donde muchos análisis fallan. China ha salido hace poco tiempo de la política de COVID Cero impulsada por el gobierno de Xi Jinping, ha permanecido aislada del mundo hasta hace poco podríamos decir. Y ahora se reprenden proyectos que estaban pendientes, como también enlaces diplomáticos que quedaban por cerrar. La cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái en Samarcanda, Uzbekistán, demuestra que China da la misma importancia a Rusia que a cualquier otro país, y promueve sus propios intereses como hace cualquier otro país. Se equivocan quienes piensen que romperá su neutralidad en el conflicto ucraniano a favor de Rusia si esto compromete la economía, la estabilidad y las relaciones chinas con terceros Estados. Y más ahora que Rusia no respeta un principio fundamental para China desde la proclamación de la República Popular en 1949 como es la integridad territorial y la soberanía nacional de los Estados.
A pesar de las discrepancias existentes, mientras se producía la Conferencia de Seguridad de Múnich, Wang Yi se reunió con Antony Blinken, a pesar de las profundas discrepancias y acusaciones entre Estados Unidos y China, como también se reunió el mandatario chino con el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba. El encuentro entre dignatarios chinos y estadounidenses fue positivo, pues calmó la escalera de tensión existente entre ambos estados. Y la reunión entre los dignatarios ucranianos y chinos también fue positiva, pues tal como indicó el ministro ucraniano China sigue mostrando su apoyo y respeto a la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, como también ambos coincidieron en la necesidad de acabar el conflicto y encontrar una solución política.
Si analizamos el documento Posición de China sobre la Solución Política de la Crisis de Ucrania, publicado este viernes, podemos encontrar en los 12 puntos que lo integran el llamamiento a respetar la soberanía e integridad territorial de todos los países, como también que deben ser defendidas. El documento busca una posición de consenso entre Rusia, Ucrania y la OTAN, con claras advertencias y consejos para todas las facciones involucradas. Sobre Rusia van dirigidas los puntos favor de respetar la soberanía e integridad de todos los países, de proteger a los civiles y prisioneros de guerra, de mantener la seguridad de las centrales nucleares y facilitar las exportaciones de cereales. Sobre la OTAN recomienda terminar con la concepción de seguridad por bloques y avanzar hacia un concepto común de seguridad y abandonar la mentalidad de la Guerra Fría. Tanto a Ucrania como a Rusia van dirigidos los puntos relacionados con que se reanuden las conversaciones de paz y cesen las hostilidades, y se mantengan estables las cadenas industriales y de suministro.
Hay un hecho interesante en el último punto, sobre promover la reconstrucción post-conflicto. En el documento se afirma que China está dispuesta a proporcionar asistencia y desempeñar un papel constructivo en este aspecto. No es una novedad, desde el principio de la guerra que el gobierno de Pekín se ha ofrecido a colaborar en la reconstrucción y en tomar parte en el post-conflicto.
En este 2023 se espera que las sanciones a la economía rusa tengan su efecto a nivel doméstico, y también externo vinculado al comercio. Un hecho que tanto Turquía, como China, podrían aprovechar para incrementar su influencia regional. Tendremos que ver qué sucede en África también, donde Rusia había ganado mucha influencia en territorios en conflicto, como también si hay estragos en el comercio, que rol tendrá la Unión Europea ahora que la presidenta de la Comisión Europea ha fijado en el Caspio y el Cáucaso las principales zonas de influencia.
Todo parece indicar que vamos hacia un escenario donde el peso en Europa a nivel militar vendrá del lado de la OTAN y el renacimiento de la Alianza Atlántica a costa de las aspiraciones de un ejército europeo que no acababa de gustar a nadie, mientras que el sector económico será terrestre y con un principal socio, China y todos aquellos Estados del corredor ferroviario. Turkmenistán a un lado, Azerbaiyán al otro, los límites de China y la Unión Europea más pronto que tarde respectivamente.
Guillem Pursals es doctorando en Derecho, máster en Seguridad, especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. Puede leer aquí sus artículos en www.elindependiente.com
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