El Mobile World Congress de Barcelona 2023 ha cerrado definitivamente sus puertas. Era el primero en el que se volvía a recuperar la normalidad tras la pandemia. Pero las ganas se han quedado en eso y a tenor de lo visto en la Fira de la capital catalana podría tildarse de gatillazo.
Y lo es por muchos e importantes motivos. Las empresas de tecnología y las operadoras han decidido guardar para otras ocasiones su artillería y, al igual que el año pasado, las presentaciones potentes se las han reservado para otros momentos más importantes.
“Antes la repercusión era mucho mayor, las firmas de telefonía y de tecnología venían a Barcelona para presentar sus mejores dispositivos y novedades, algo que ya no pasa”, señalan fuentes del sector. La razón es, según esta voz, es la falta de visibilidad que tienen los nuevos diseños ante tanta información acumulada en pocos días. “Si tengo un buen móvil y a las dos horas se presenta otro igual o mejor, mi repercusión es nula”, sentencia.
Para Barcelona es primordial que el Mobile World Congress siga generando expectación debido a la gran repercusión económica y mediática que deja. De hecho, la GSMA, patronal de las empresas de telecomunicaciones, dio a la ciudad la permanencia sine die de organizadora, después de que corriera peligro durante años por el desafío independentista. De momento, el MWC irá año a año hasta Cataluña, como mínimo hasta 2030.
Menor impacto
Según datos de la propia organizadora, el impacto económico que solía dejar el Mobile a Barcelona era de 500 millones, una cantidad que se pretendía igualar tras dejar atrás el coronavirus y sus restricciones. Pero no se ha llegado a alcanzar ni de lejos. Según los primeros cálculos se habla de una horquilla entre 350 y 380 millones de euros. Es decir, dejar de ingresar 150 millones de euros es una barbaridad.
Y ese impacto no se ha dado porque la moqueta de la Fira de Barcelona la han pisado muchas menos personas. Del 27 de febrero al 02 de marzo, más de 1.000 ponentes, más de 2.000 empresas expositoras y unos 88.000 asistentes (en 2019 fueron 109.000) han estado presentes. Una cantidad lejana a las de antes de la pandemia.
Fecasarm, patronal del ocio nocturno, eso sí, celebra que este año el Mobile se haya desenvuelto sin restricciones en unas fechas que, sin el congreso, serían "de muy baja o nula facturación" para el sector de la restauración. La patronal preveía que se facturen 96.000 euros durante los cuatro días, un 18 % menos que en el 2019. Sin embargo, Fecasarm lamenta que estos datos queden lejos de las cifras anteriores a la pandemia y espera que el sector se recupere por completo.
Las nuevas tecnologías y el streaming se han colado como otra de las razones por las que la asistencia ha sido menor. “Las entradas son caras y es un esfuerzo económico. El metro cuadrado están por las nubes y es muy complicado rentabilizarlo”, afirman otras fuentes del sector de las telecomunicaciones.
Las ‘telecos’ ganan peso
Entre tanto, la tendencia del Mobile World Congress ha cambiado notablemente. Se ha pasado de la versión de presentaciones de dispositivos a la parte teórica. Las empresas de telecomunicaciones han presentado durante estos cuatro días avances en las redes, como es el caso de Open Gateway.
Además, este Mobile ha servido para que las operadoras marquen distancia con Google y Facebook y exijan que paguen por el uso de las redes ya que el 60% de los accesos pertenecen a estas compañías.
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