En noviembre del año 2012 el estado de Colorado, en Estados Unidos, aprobó la Enmienda 64 de la Constitución que regía la vida de dicho territorio. No se trataba de una mejora en las infraestructuras ni de avances en materia de Educación: se aprobaba la venta de marihuana para uso recreativo.
Desde entonces, hasta ocho estados más del país han dado luz verde al comercio de marihuana en pequeñas dosis para consumo personal, con California como la última incorporación a esta lista.
La decisión de Colorado ha supuesto un verdadero estallido económico de una industria que ya está al nivel de facturación del sector de los helados o que duplica las cifras de la música en streaming.
En el año 2016 la industria de la marihuana legal alcanzó los 4.500 millones de dólares, poco más de 3.600 millones de euros, por los 2.500 millones de dólares, poco más de 2.000 millones, que facturaron gigantes como Spotify, Apple Music o Amazon Prime Music en Estados Unidos.
Si además le sumamos el movimiento del mercado negro, difícil de calcular de forma exacta, el volumen de negocio generado por la marihuana alcanzaría los 45.000 millones de dólares, más de 36.000 millones de euros, sólo en el país presidido por Donald Trump.
"Los territorios en los que la venta recreacional se ha legalizado siguen registrando unos crecimientos enormes", explica Chris Walsh, editor del Marijuana Business Daily, según recoge Forbes. "La demanda es gigante", cuenta.
Más impuestos y más empleos
Lo cierto es que los estados que han aprobado estas prácticas están recogiendo importantes réditos económicos, y han visto como zonas en las que el turismo era residual recibían cada vez más viajeros procedentes de otras ciudades en las que el consumo de marihuana está prohibido.
Según un informe de BDS Analytics la industria legal aportó 1.000 millones de dólares, poco más de 800 millones de euros, a las arcas estatales en materia de impuestos en el 2016, un número que se elevó hasta los 1.400 millones de dolares, más de 1.100 millones de euros, el año pasado.
El tamaño del sector es tan grande que actualmente hay entre 165.000 y 230.000 personas cuyo empleo está directamente relacionado con la venta de marihuana recreacional. Es un número que supera al de los pasteleros o al de los masajistas en Estados Unidos, y que se aproxima cada vez más al de dentistas.
En el estado de Colorado, el primero en legislar a favor del consumo recreacional, la fortaleza de la industria es tal que ya hay más locales de venta al menor de marihuana que Starbucks y McDonald's juntos. En el año 2016 estaban abiertos al público 440 locales y hasta 531 dispensarios médicos en los que se podía adquirir esta droga de forma legal, por los 168 Starbucks y los 240 establecimientos donde comer un Big Mac.
California, el último en la lista
El 8 de noviembre del año 2016, mismo día de las elecciones presidenciales, los ciudadanos de California tenían la posibilidad de aprobar o rechazar la Proposición 64, que permitía la venta y consumo de marihuana para uso recreacional.
Seis años después de rechazar una propuesta similar, los activistas pro legalización consiguieron convencer a un 57% de la población de California de que la opción correcta era el sí.
Esa no era una conquista cualquiera. El soleado estado, que ocupa la mayor parte de la costa oeste del país, es el más poblado de todo el territorio estadounidense, además de ser uno de los mayor renta por cápita. A más ciudadanos, y más ricos, más ventas.
Tres meses después de su entrada en vigor, con el nuevo año, las cosas de momento no están siendo tan fáciles como la industria querría, con las licencias llegando a cuentagotas, pero la incorporación de un gigante económico y demográfico como California ya ha disparado las previsiones de volumen de negocio del sector.
Según los datos de BDS Analytics, el mercado podría dispararse hasta los 21.000 millones de dólares, casi 17.000 millones de euros, en el año 2021 gracias a la aprobación de esta ley en el estado gobernado por el demócrata Jerry Brown.
Los siguientes en la lista son Massachusetts y Maine. El primero, en la fría costa este y con ciudades tan pobladas como Boston dentro de su territorio, ya han dado luz verde y la venta será legal a partir del próximo 1 de julio. En el segundo, uno de los 10 estados más pequeños del país, todavía no hay una fecha concreta pese a la aprobación.
En España, vía club
En nuestro país existen dos vías para conseguir y consumir marihuana de forma legal. La primera de ellas es una receta médica que prescriba el uso de esta droga para tratar alguna dolencia crónica del paciente, algo que está muy regulado y controlado.
La otra vía es consumir dentro de un club de cannabis, unos establecimientos populares en Cataluña desde el año 1993. Por entonces la Fiscalía antidroga de Barcelona no fue todo lo dura que exigía la ley y dejó en una suerte de alegalidad este tipo de locales.
Sin embargo, una normativa del año 2017, publicada en el Diario Oficial de la Generalitat de Cataluña el 13 de julio y en el Boletín Oficial del Estado el 7 de agosto, permitía el consumo de cannabis dentro de estos clubes.
Dentro de la ciudad de Barcelona hay hasta 137 clubes de cannabis inscritos, la mayoría de ellos en el barrio de Ciutat Vella. La gran proliferación se produjo bajo el mandato del socialista Xavier Trias, incluso antes de que se instalara la ley. En el año 2013 había 165 clubes cannábicos con permiso municipal, un número que se ha reducido pero que se espera que recupere vigor tras la aprobación de la normativa del Ayuntamiento de Colau.
La gestión de estos establecimientos es una fuente de discusiones entre los partidos políticos que conforman el parlamento de Barcelona. Colau sacó adelante la ley con la oposición del PP y del PDCat, que ahora están exigiendo que se revisen y se produzcan inspecciones a fin de averiguar si todos cumplen la normativa.
En el año 2017 el consistorio catalán realizó inspecciones en el 55% de los clubes de este tipo, concluyendo que al menos el 40% de ellos presentaban deficiencias de mayor o menor gravedad.
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