Unos críos juegan al fútbol en el campo Santi Giovanni e Paolo San Basílica de Venecia. Es una de las plazas de la ciudad donde hay sitio para que los pequeños se diviertan al margen de la masa de turistas que cada día inunda la ciudad. Hasta esa parte de la capital de la región del Véneto en el norte de Italia llegan -llegamos- menos visitantes y los venecianos hacen vida normal. Los chiquillos usan de portería un arco de la fachada de la basílica que da nombre a la plaza. El larguero de esta meta improvisada sobre el edificio del siglo XIII es un sarcófago de mármol sobre el que impacta la pelota en cada ocasión de gol y sobre el que, de vez en cuando, queda la pelota atrapada para desesperación de los chavales.

Esa Venecia, superviviente de la turistificación extrema, es la que recomienda visitar la escritora Eva García Sáenz de Urturi a la que hemos acompañado por los escenarios de su nueva novela El Ángel de la ciudad (Planeta), ambientada en la ciudad. “La Venecia real es muy diferente a la Venecia de postal. Esa es la Venecia particular, la que realmente hace que esta ciudad sea la única en el mundo”, asegura a El Independiente. “Yo recomendaría que viniesen en épocas que no son turísticas, en invierno, por ejemplo, en noviembre y que paseen a horas donde no están todavía los turistas, a las 7 de la mañana o a partir de las 10 de la noche. Y que vayan a los barrios que no son los turísticos; a Cannaregio y Dorsoduro y ahí van a conocer una Venecia, la de los venecianos, la de los vecinos, la de los niños jugando al balón en los en los campos, que son las plazas”, explica.

La plaza de San Marcos de Venecia a primera hora de la mañana, sin turistas.
La plaza de San Marcos de Venecia a primera hora de la mañana, sin turistas. | Rafael Ordóñez

García Sáenz de Urturi fue a Venecia con la intención de ambientar la nueva novela de la serie de su personaje el Unai López de Ayala -alias Kraken- que junto a sus otras novelas le ha proporcionado tres millones de lectores. “La trama me trajo a Venecia, como iba a ser una trama que tuviese que ver con la falsificación de cuadros y de pinturas pensé que Venecia es una ciudad que ya es un museo al aire libre de por sí. Con todas esas galerías y esos museos me iba a dar para muchos escenarios. También tenía esa parte etnográfica de las tradiciones orales, de las leyendas, de los diablos, puentes y demás. Veía que era muy rico en tradición oral, en Venecia y en leyendas, en supersticiones que quería que fuese el leitmotiv de una novela más de la serie de Kraken”, aclara.

La escritora se ha convertido en un fenómeno editorial. Los seguidores de la serie -los krakenianos - son fieles a cada entrega y si con El libro negro de las horas se convirtió en la autora que más libros había vendido en castellano en España en 2022 - Santiago Posteguillo le supera con las ventas de Julio César en catalán- con este viaje del Kraken a Venecia espera volver a estar en lo más alto.

La de Venecia es una vuelta de tuerca más a unos personajes que tantas alegrías han dado a la autora pero que cada vez le cuesta más ubicar en nuevas aventuras. “Cada novela que vas escribiendo tiene una dificultad añadida porque hay dos lectores, el nuevo que se incorpora y que va leer El ángel de la ciudad y el lector que lleva cinco novelas. Hay una trama personal que, obviamente, tiene que ir evolucionando y al lector nuevo tienes que atraparlo sin destripar las anteriores novelas, pero también tiene que enamorarse de los personajes y de ese microuniverso que has creado y ,según vas avanzando, es más difícil meter esos dos niveles en la misma novela”, confiesa.

Sáenz de Urturi fue la ganadora del Premio Planeta en 2020 con su novela histórica Aquitania y su firma es garantía de éxito editorial. Una responsabilidad que asegura llevar con profesionalidad. “Por ejemplo, mi editorial sabe que yo nunca me retraso en una fecha de entrega. Eso te lo vas ganando porque ya llevas seis novelas con ellos y ellos tienen la tranquilidad de que siempre voy a entregar a tiempo. Hay un nivel de exigencia mayor, pero porque estás en la élite de este sector, es un poco como puede suceder en el deporte o en cualquier otro sector”, asevera.

La Venecia real es muy diferente a la Venecia de postal

Para llegar a esta cima del mundo editorial tuvo que dejar su vida anterior como profesora en la Universidad de Alicante donde tenía su plaza, antes había ocupado distintos puestos de responsabilidad en empresas del sector óptico. “Todos los sacrificios que han llegado han sido bien aceptados. Han llegado porque tenían que llegar y creo mucho en los cambios de ciclo y en las etapas. Las vidas no son lineales, son ciclos en ciudades o ciclos con entornos y con personas. Ahora tenemos una vida mucho más longeva que antes, es decir, ahora tengo cincuenta años y me quedan muchísimos años de escritura y por vivir. Los ciclos que se han ido cerrando tenían que cerrarse para dar paso a otros nuevos, que es en el que estoy ahora que es producto de todas esas renuncias. La renuncia, además, da mucha libertad. Todas han sido muy bienvenidas”, reflexiona.

La escritora tiene claro cuál es la parte buena de ser una superestrella editorial. “Es la cosecha los lectores, el que haya tantas conexiones humanas con personas tan diferentes en tantos países diferentes. He escrito algo, una historia, la he entregado y muchas personas de tropecientos países se han emocionado con la historia que he contado. Cuando vienen a las firmas hay una conexión humana instantánea porque ellos ya se han pasado siete horas en tu cerebro leyendo tu mundo y eso es muy bonito, porque hay tres millones de personas que han disfrutado con la historia, que tú has creado, con esos valores, con esos personajes, con los temas que has querido transmitir”, afirma.

La leyenda del puente Rialto

Como en sus anteriores novelas a Sáenz de Urturi le gusta introducir leyendas que aportan valor etnográfico a los escenarios de sus historias. En Venecia tenía donde elegir. En este vídeo nos detalla la leyenda del puente Rialto, el más famoso de Venecia y a la que no falta detalle, con moraleja, el diablo y un gondolero.