María Goyri: "Persona de gran talento, de gran cultura, de una energía extraordinaria, que ha pervertido a su marido y a sus hijos; muy persuasiva y de las personas más peligrosas de España. Es sin duda una de las raíces más robustas de la revolución". Ramón Menéndez Pidal: "Presidente de la Academia de la Lengua. Persona de gran cultura, esencialmente bueno, débil de carácter, totalmente dominado por su mujer. Al servicio del Gobierno de Valencia como propagandista en Cuba". Este fue el resultado de "un amplio informe" que la Junta de Defensa Nacional al mando de Franco pidió a las autoridades segovianas sobre "las actividades y la ideología política" de los miembros de la familia Menéndez Pidal-Catalán.
Cuando el golpe de Estado del 36 se alzó en armas contra la Segunda República, a María Goyri y Ramón Menéndez Pidal les pilló en su casa de San Rafael, en Segovia, zona que desde el inicio de la guerra quedó en manos del bando sublevado.
Su reputación de intelectuales y progresistas fue siempre vista con recelo por parte de las autoridades franquistas. Pero, más allá de perseguir las ideas republicanas del marido, lo que realmente incomodaba al franquismo era el ejemplo de la esposa. Y es que Goyri fue "una de las personas más peligrosas de España" precisamente por ser la antítesis de todo lo que el nacional-catolicismo pretendía proyectar sobre las mujeres españolas.
La primera mujer en obtener una licenciatura en España
María Amalia Vicenta Goyri nació el 29 de agosto de 1873 en la calle Goya de Madrid. Tanto su madre, Amalia, como su abuela, Juana Vicenta, fueron madres solteras preocupadas por ofrecer a sus hijos la mejor educación posible. Instruida por su propia madre hasta los 12 años, su formación incluía clases de gimnasia y un profundo amor por la naturaleza. Después, María pasó por la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, institución creada para promover la educación de la mujer y mejorar su condición individual y social.
Aunque no había ninguna norma que le impidiese matricularse, todo fueron trabas para que María Goyri estudiase Filosofía y Letras en la universidad. Empezó a asistir a las clases como oyente, sin permitírsele sentarse con los demás compañeros. Al año siguiente, en 1893, pudo matricularse con pleno derecho y en 1896, obtuvo el título de Licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Madrid con nota de Sobresaliente. Fue, junto con Carmen Gallardo, de las primeras mujer en realizar estudios universitarios y la primera en doctorarse en 1909.
La "perversión" de Menéndez Pidal
Investigadora incansable, Goyri continuó ampliando su formación en la Escuela de Estudios Superiores del Ateneo, donde comenzó a tratar con Ramón Menéndez Pidal. A ambos les unía una profunda pasión por la filología, que acabó siendo la coartada perfecta para enamorarse el uno del otro y compartir así proyectos personales, familiares y profesionales.
Sin embargo no fue tan fácil desde el principio. Los Menéndez Pidal eran una familia asturiana conservadora, muy influyente intelectual y políticamente en España. Goyri, por su parte, se movía en los círculos progresistas de la Institución Libre de Enseñanza, con los que ambos compartirán una ideología reformista consagrada a renovar la sociedad española a través de la educación.
De hecho, en una de sus primeras cartas, María envió a Ramón un artículo de Concepción Arenal, para producir en él una «conversión» al pensamiento de esta pionera del feminismo, que luchó por la equiparación de la educación del hombre y de la mujer, y por la participación femenina en las cuestiones sociales.
La familia Pidal se opuso a su relación con María, a lo que Ramón respondió defendiendo que más le valía tener una mujer con quien no se aburra y a quien no aburra, una esposa con la que no estar divorciado desde el primer día por llevar una vida enteramente aislada de la de ella.
Poco pudieron hacer sus padres para evitar tal determinación y el 5 de mayo de 1900, los enamorados celebraron su boda en la Iglesia de San Sebastián de Madrid, consumando esa "bendita perversión" que los llevó a ser dos de los más importantes filólogos de nuestra historia.
Un particular viaje de novios por la ruta del Cid
Una de las anécdotas que más se recuerdan del erudito matrimonio, y a la que más agradecida puede estar la cultura española, es su viaje de novios. Ramón Menéndez Pidal y María Goyri dedicaron su luna de miel a seguir la ruta del Cid en el destierro, con el fin de estudiar la topografía del Cantar de Mío Cid.
Durante su viaje de novios, la joven pareja se dio cuenta que el romancero de tradición oral seguía vivo en Castilla, un hallazgo que amplió nuevos horizontes en su vida y destino.
En tren, a pie, a lomos de una mula o cruzando el Duero en barca, los recién casados fueron pueblo por pueblo, recolectando la intangible riqueza de cada versión que encontraban. Después de esto, ambos dedicaron casi toda su vida al estudio del romancero español, dejando uno de los mayores legados de la tradición oral en nuestro idioma.
Defensora de la educación como motor de cambio
Más allá de su labor como investigadora y filóloga, el papel de María Goyri en la cultura española pasa por una intensa actividad pedagógica en algunos centros fundamentales para la renovación educativa, como lo fueron la Residencia de Señoritas (1915-1936) creada para fomentar la enseñanza universitaria femenina, y el Instituto-Escuela (1918-1936), el intento más innovador de impulsar un nuevo proyecto educativo en la enseñanza pública en España.
"La escuela primaria debe ser cuidada maravillosamente, porque la pedagogía no es una palabra baldía ni insensata como se empeñan en demostrar los que la desconocen. Enseñar exige maestro. El maestro debe saberlo ser"
María Goyri
María y Ramón: amor y vocación
Puede que para la historia haya pesado más el nombre de Ramón Menéndez Pidal que el de María Goyri, "¡Cómo se nota que la historia la siguen escribiendo los hombres!", llegó a escribir la filóloga, pero este no es uno de esos manidos casos en los que se dice que "detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer". En este tándem hay dos personas excepcionales caminando una al lado de la otra, dos mentes brillantes alumbrándose mutuamente, acompañándose en el camino de la vida y el conocimiento.
Ambos dedicaron toda su existencia a un mismo propósito y triunfaron gracias a una colaboración tan pura como enriquecedora, compartiendo amor y vocación, haciéndose mejores el uno al otro.
Aun así, parece que la discreción de su nombre no llegó a ser un inconveniente para ella, pues su valor como mujer extraordinaria no necesitó de los focos para hacerse brillar. A su muerte, en 1954, su nieto Diego Catalán escribió: "Valiente pionera en la Universidad, en la Montaña, en la concepción toda del papel humano de la mujer, María Goyri rehuyó en cambio todo afán de renombre; su excepcional amor al trabajo, su infinita curiosidad, nunca decaída (ni a sus 80 y tantos años), por todo problema intelectual, se aplicaron enseguida a una obra silenciosa y anónima sin espectacularidad ninguna; a la incesante aportación de materiales (unas veces pequeñas arenillas, otras sillares, a veces pilares) para que su marido, con visión genial, fuese levantando con ello el soberbio edificio de una obra que aún hoy espera coronación".
Desde el 15 de abril hasta el 15 de septiembre de 2023, con motivo del 150 aniversario de su nacimiento, la Fundación Ramón Menéndez Pidal y Matadero de Madrid aprovechan para recordar la importancia de una de las mujeres más brillantes de nuestra historia con la exposición: “María Goyri. Abriendo camino”.
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