El 15 de abril de 2019 el mundo contemplaba atónito cómo las llamas devoraban la catedral de Notre Dame de París. Ardía uno de los monumentos más visitados del mundo, uno de los máximos exponentes del estilo gótico y, por encima de todo, un emblema de París y de Francia en el mundo entero. En aquel momento la mayor preocupación era cuantificar cómo de grave había sido el incendio, qué pérdidas se habían producido y cuánto había de irrecuperable. Cuatro años después de todo aquello podemos decir que tenemos muchas respuestas y alguna que otra incógnita por resolver.

Una de las cosas que aún se desconocen es el origen del fuego, aunque todo apunta a que se trató de un accidente provocado por alguno de los obreros que trabajaban en las labores de restauración del tejado. "En esa zona había una enorme estructura de madera, una obra magnífica e impresionante", recuerda José Luis Corral, escritor, historiador y catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Zaragoza. Y añade: "El fuego se propagó deprisa, en parte también porque la catedral tenía elementos en el techo y las bóvedas que permitían la circulación intensa de aire".  

Sea como fuere, el Gobierno francés se puso manos a la obra de inmediato. A los pocos días Macron compareció públicamente para poner fecha a la reapertura de Notre Dame: 2024, cinco años más tarde del incendio. En aquel momento muchos dieron por hecho que la catedral estaría lista para un regreso por todo lo alto en los Juegos Olímpicos de París, que se celebran entre julio y agosto de ese año.

Pero con el tiempo las autoridades francesas establecieron diciembre de 2024 como la fecha clave para la reapertura al público, aunque explicaron que sería necesario finiquitar las últimas obras durante 2025. Recientemente, el Tribunal de Cuentas francés corroboró ese objetivo, asegurando que se reunían todas las condiciones para "asegurar la reapertura de la catedral" en los tiempos previstos. Sin embargo, desde el principio algunos expertos pusieron esos plazos en duda.

"Estuve en París el año pasado y visité el exterior. Y 2024 me parece un poco pronto. Quizás abran la parte baja por donde circula la gente y mantengan cerradas las torres un tiempo más. Pero si consiguen abrirla en esas fechas sería un récord. Espero que hayan hecho bien las obras, sino sería una chapuza y un escándalo monumental", comenta Corral, que asegura que tiene pensado ir a visitarla en cuanto abra. "Las diferencias estarán en el interior, especialmente en la techumbre,  que será ahora de metal, más ligera, liviana y sólida. Pero en el resto, en la parte que los turistas suelen ver, no creo que encuentren muchas diferencias", añade el experto.

Fases de la obra

El 29 de julio de 2019 el Gobierno francés lanzó el programa para reconstruir el edificio, dirigido por el general del Ejército Jean-Louis Georgelin, Representante Especial del Presidente de la República. Un año más tarde, en julio de 2020, y después de un gran debate se presentó ante la Comisión Nacional de Patrimonio y Arquitectura el proyecto definitivo, que contemplaba una restauración "idéntica" del monumento, respetando los materiales originales.

En un reciente informe elaborado por el departamento de prensa de la catedral se detalla que la reconstrucción se ha financiado en gran parte gracias a una "oleada de generosidad sin precedentes en la historia de la filantropía francesa", en la que participaron 340.000 donantes de 150 países distintos, que recaudaron en total 846 millones de euros en donaciones. 

El proyecto de dividió en dos fases, y la primera de ellas comenzó al día siguiente del incendio. Desde el 16 de abril de 2019 hasta el verano de 2021 los esfuerzos se centraron en asegurar y consolidar el edificio, estudiar y preparar el proyecto de reforma y adjudicar las licitaciones de obra necesarias para acometerla. La segunda fase, que se encuentra actualmente en ejecución, está centrada en tres aspectos: la limpieza y restauración del interior del edificio, recuperar la mampostería y las bóvedas colapsadas y reconstruir la aguja y los marcos.

Precisamente la icónica aguja del edificio, que se vino abajo durante el incendio, fue la pérdida más importante. Obra de Eugène Viollet-le-Duc a mediados del siglo XIX, se reconstruirá también exactamente igual. La base, que consta de 110 piezas, fue trasladada a la catedral a finales de marzo, y su instalación está prevista que se complete este mismo sábado, justo cuatro años después del incendio.

A partir de entonces y hasta finales de 2023 el informe de la propia catedral recoge que "veremos ascender paulatinamente en el cielo de París el andamiaje que rodeará la aguja, a medida que se construye". Para cuando ese proceso haya finalizado, la punta de la estructura estará ubicada a 96 metros, la misma altura que tenía original.

La importancia de Victor Hugo

En total, durante todo el proceso se han movilizado 100 empresas y se han adjudicado 130 contratos de servicios y obras mediante licitaciones. Actualmente, más de 1.000 personas trabajan en la reconstrucción. 500 de ellas lo hacen en la propia catedral (un número que aumentará hasta las 600 durante el "apogeo" de las obras), y el resto lo hacen desde diversos puntos del país. Hay maestros vidrieros en las regiones de Aube, Côte-d'Or, Essonne, Ródano y Sarthe; trabajadores en las canteras de Oise y Aisne; restauradores trabajando para recuperar las 22 pinturas monumentales en Essonne y carpinteros en Meurthe y Mosela, Calvados, Maine y Loira y Eure. 

"Notre Dame es una de las grandes obras del gótico, y sólo por eso ya merece un lugar destacado en la historia del arte", afirma Corral, que, sin embargo, explica que durante bastante tiempo estuvo "olvidada": "París vivió de espaldas a ella hasta la novela de Victor Hugo, que relanzó su importancia y el interés de la gente en la catedral y acabó haciendo que el estado francés lo convirtiera en un símbolo y en un elemento de referencia no sólo de París, sino de toda Francia". 

"Las pérdidas del último incendio fueron tremendas, pero la catedral ya ha sufrido varias parecidas a lo largo del tiempo. Te diría que para el siglo XIX ya había desaparecido el 60% de todo lo original, lo que quedaba de la catedral medieval era poco", asegura Corral. El experto detalla que los incendios han sido un problema recurrente para este tipo de edificaciones, que solían estar hechas con un armazón de madera. Pasó con la catedral de León, con la de Colonia y con la de San Pablo de Londres, que quedó reducida a cenizas en el gran incendio de la ciudad en 1666.