Un día Piotr Chaikovsky (1840-1893), conocido por ser el autor de El lago de los cisnes o El cascanueces, recibió una carta de amor anónima. Era marzo de 1877 y el músico estaba centrado en la composición de la que sería una de sus mejores obras (Eugenio Oneguin). Lo que al principio parecía un gesto sin importancia, acabó en un matrimonio turbulento y tóxico, en uno de los mitos intocables de la cultura rusa reprimiendo su homosexualidad y su mujer recluida en un asilo para enfermos mentales.
Todo comenzó con esa carta, pero la siguieron muchas más. Al ver tanto interés, finalmente el compositor decidió conocer a la persona que le escribía. Se encontró con Antonia Miliukova, una admiradora obsesionada con él. Por aquel entonces, el compositor ya se había hecho un hueco entre la música y cada vez era más conocido, pero lo que intentaba mantener al margen era su homosexualidad. Precisamente los rumores iban creciendo por lo que vio en Antonia una oportunidad perfecta para acallarlos.
Ella estaba obsesionada con el músico y él era incapaz de mantener relaciones sexuales con su mujer
El director ruso Kirill Serebrennikov rescata la historia de este matrimonio en La mujer de Chaikovski, que presentó en el Festival de Cannes la pasada edición. La película no fue bien recibida por todo el mundo. No solo estaba mal vista la orientación sexual del compositor por aquel entonces, también lo es ahora en Rusia.
Como se puede ver en la película, el matrimonio no salió tan bien como pensaban. Ella estaba obsesionada con el músico y él era incapaz de mantener relaciones sexuales con su mujer. Como ha trascendido con el tiempo al publicar varias de las cartas que enviaba a sus amigos o incluso frases que escribía en su diario, Chaikovski mantuvo relaciones y se llegó a enamorar de varios hombres. Mientras el cineasta Serebrennikov retrata un Chaikovsky reprimido, muestra a una Antonia que, con el paso del tiempo, acaba desatando la locura.
"He pasado dos semanas en Moscú con mi esposa. En estas dos semanas he padecido una serie de tormentos morales inabarcables. Sentí enseguida que no podía amar a mi esposa y que ese hábito, en cuyo esfuerzo había puesto todas mis esperanzas, nunca vendría. Me arrastró la desesperación. Busqué la muerte; me parecía la única salida posible. Me empezaron a embargar momentos de locura durante los que mi corazón estaba tan lleno de odio hacia mi pobre esposa que quise estrangularla". Es una de las cartas que escribió a su amiga Nadezhda von Meck nada más casarse con su mujer.
Era un músico de éxito, pero tuvo varios periodos de crisis y depresión, y tras el fatídico matrimonio, que apenas duró dos meses, como confiesa en esa carta, tuvo intención de suicidarse. La Casa-Museo Estatal Chaikovski cuenta con unas 5.000 cartas que envió el músico donde se pueden leer frases como "Dios mío, qué criatura angelical, y cómo echo de menos ser su esclavo, su juguete, su propiedad" o "me parece que nunca he amado a nadie tanto como a él", en las que se dirigía a un hombre.
Dios mío, qué criatura angelical, y cómo echo de menos ser su esclavo, su juguete, su propiedad"
Chaikovsky
Para algunos, ese sufrimiento, el de ocultar su orientación sexual, además del matrimonio que salió mal, sirvió de inspiración para las siguientes obras del músico. Precisamente cuando pasó todo estaba componiendo la ópera Eugenio Oneguin.
La relación apenas duró unos meses. Cuando ella intentó acercarse a su marido y él puso reticencias la relación que mantenían hasta entonces explotó, pero nunca se llegaron a separar oficialmente. En aquella época no estaba bien visto divorciarse y Antonia se negó a firmar los papeles.
Tiempo después, Chaikovski acabó conociendo a otra mujer, la que sería su mano derecha durante trece años. Fue a Nadezhda von Meck a quien precisamente le envió una de las cartas quejándose de su matrimonio. Se trataba de una viuda alemana que además de ser una apasionada a la música, contaba con mucho dinero. Eso sirvió de caldo de cultivo para que se convirtiera en la mecenas del artista.
No llegaron a conocerse en persona, se comunicaban a través de cartas, pero aun así, tal era la confianza, que ella le pagaba todo lo que necesitaba. Le cedió incluso algunos pisos que tenía en su propiedad y le ayudó para que pudiera pagar sus gastos mientras seguía publicando sus obras. Pero todo se terminó cuando en 1890 Nadezhda von Meck de pronto cerró el "chiringuito". Ya no le daba el acceso a todo ese dinero. Una de las hipótesis fue que Nadezhda se enteró de la homosexualidad del compositor, precisamente una de las razones por las que se separó de su mujer.
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