La conocida ilustradora Paula Bonet publicó el pasado 15 de enero en Instagram su “autorretrato en ascensor con embrión con corazón parado”. A través del selfie, que dejaba ver una barriga incipiente, Bonet aprovechaba para contar que acababa de sufrir su segundo aborto espontáneo en un año. “Es acojonante que nadie lo cuente con la de casos que existen: cuando se trata de nuestros cuerpos todo son tabús”, escribía Bonet en la publicación. La ilustradora se vio desbordada por la cantidad de comentarios y mujeres que agradecieron que compartiera su vivencia y su implicación con el tema la ha llevado a preparar otro libro sobre ello que saldrá a la venta en septiembre con el título de Roedores.
Con un “autorretrato en ascensor con embrión con corazón parado”, Paula Bonet contó públicamente la historia de sus dos abortos
Es precisamente la palabra tabú que utilizaba Bonet una de las que más se repiten cuando se habla de la pérdida del embrión o el feto. Un término que contrasta con las cifras, que hablan de que uno de cada cinco embarazos no prospera. “Es mucho más frecuente de lo que parece pero no se habla de ello. Es algo muy doloroso, muy traumático y está muy escondido”, dice Lucía Galán, que acaba de publicar El viaje de tu vida, un libro sobre la maternidad donde trata el tema “con el objetivo de normalizarlo”.
Resulta lógico normalizar una situación que le ocurre a una de cada cinco mujeres, un ratio que baja a una de cada cuatro a partir de los 35 años, con la influencia que esto tiene en uno de los países de la Unión Europea que más está retrasando la maternidad. “Las mujeres tienen la sensación de que un predictor positivo es un bebé a los nueve meses, pero eso no es así. Un predictor positivo es el inicio de un camino largo, que tiene muchas posibilidades de acabar bien, pero en el que pueden presentarse muchos obstáculos”, dice Sofía Fournier, ginecóloga en la clínica Dexeus Mujer y autora del blog Una mami que se mima.
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Un error cromosómico, la causa principal
Ocho de cada 10 abortos se producen en el primer trimestre y en la inmensa mayoría de los casos son por causas cromosómicas, lo que debe desterrar cualquier sentimiento de culpa que pueda acechar a la mujer. "Muchas mujeres a las que debo darles la mala noticia me dicen 'claro, eso es porque corrí el otro día', o 'porque comí pescado crudo'. Nada más lejos de la realidad, nada ha hecho ni puede hacer por evitarlo la mujer en la mayoría de los casos, aclara Fournier.
El responsable de la pérdida es, por tanto, un error cromosómico "de novo", es decir, que se genera sin que la madre ni el padre sean portadores del mismo. "Cuando un espermatozoide y un óvulo se unen pueden ocurrir errores. La naturaleza es sabia y si el error es importante, interrumpe el embarazo antes de que prospere con graves consecuencias. Ocurre así cuando hablamos de errores graves, por ejemplo la trisomía 21 o el síndrome de down, la naturaleza no lo considera tan grave como para interrumpirlo", explica la ginecóloga de Dexeus.
El azar es, por tanto, un factor determinante en la mayoría de las mujeres que sufren un primer aborto y no debe infundir temor en las mujeres que lo experimentan. "Una mujer de hasta 35 años que sufre un aborto en el primer trimestre no tiene más posibilidades que otra de su misma edad de sufrir una nueva interrupción", afirma Fournier.
Otro caso son los abortos de repetición, que sí están aumentando en nuestro país en base, sobre todo, al aumento de la edad materna. "Cuando una mujer sufre tres o más abortos sí hay que indagar en las causas, la más frecuente es la trombofilia, que tiene que ver con la generación de trombos que impiden las conexiones vasculares necesarias entre la placenta y el útero", indica la autora de Una mami que se mima. En los abortos de repetición la causa está, habitualmente, en la mujer. "El problema que tenemos las mujeres", dice Fournier, "es que nacemos con un número de óvulos determinado que, con el paso de los años, disminuye y va perdiendo calidad. Esto no le pasa a los hombres, que generan espermatozoides durante toda su vida".
Un duelo inevitable
Tras recibir la noticia, el médico suele plantear las dos opciones que existen para terminar el proceso de interrupción, dependiendo de la semana en la que se encuentre el embarazo u otros factores. Una es el aborto médico, que consiste en tomar medicación que facilitará la expulsión natural de los restos, y la otra el aborto quirúrgico o legrado, en el que un médico extrae los restos por aspiración. "Actualmente ambos procedimientos son muy seguros y con los controles ecográficos posteriores es muy improbable que se produzca ningún tipo de secuela física", afirma la ginecóloga.
El proceso de interrupción se puede realizar con un tratamiento médico o quirúrgico
Independientemente de que se produzca en casa - donde se puede administrar el tratamiento médico - o el quirúrgico en el hospital, las especialistas coinciden en que el aborto da paso inmediatamente a un período de duelo que la mujer y su pareja deben pasar.
"Tu habitación es la única que no tiene flores, la única donde no hay decenas de familiares a la puerta, la única en la que el silencio solamente es interrumpido por el llanto", dice en su libro Lucía Galán. "Es uno de los acontecimientos más dolorosos por los que pasa una mujer y a veces le acompaña toda su vida", asegura la pediatra.
Cicatrices psicológicas
Las cicatrices que deja el aborto a nivel psicológico son muy distintas según la mujer. "Algunas ya están deseando tener otro hijo en cuanto se les practica el aborto, otras sin embargo dicen que no intentarán volver a quedarse embarazadas", dice Fournier, que cree que el médico debe aplicar "un tratamiento holístico, recomendarle si necesita un psicólogo o un grupo de apoyo".
El golpe que supone el aborto llega a las mujeres "en uno de los momentos más dulces de la pareja que es cuando se decide ser padres", dice la autora de El viaje de tu vida. Galán cree, sin embargo, que las mujeres "se encuentran bastante desamparadas tras el aborto. La inmensa mayoría tiene que buscar por sí mismas los recursos y apoyos que necesitan y lo viven, en general, con bastante soledad".
Uno de los más importantes grupos de apoyo en Internet es el foro Superando un aborto, donde las mujeres que quieran apoyo pueden registrarse y encuentran el apoyo de otras mujeres que han pasado por lo mismo y de un grupo de psicólogas y especialistas como Mª Angels Claramunt. Ésta es coautora de La cuna vacía y Las voces olvidadas, este último uno de los pocos libros que se centran en las pérdidas gestacionales del primer trimestre.
"El aborto genera un duelo y el problema es que la sociedad no ha aceptado que la pérdida de un embrión o feto es la pérdida de un hijo. Si los que te rodean empiezan a decirte que no pasa nada, que no había nada y que ya tendrás otro, la mujer no puede expresar el duelo, lo complica y lo puede convertir en patológico", explica Claramunt.
La coautora de Las voces olvidadas incide en que "el duelo no es una depresión, pero un duelo mal llevado sí puede convertirse en una depresión". Por eso insiste en la necesidad de que las mujeres "lo expresen, tanto a su entorno, en algún grupo de apoyo o a un profesional si lo ven necesario". Además, tanto ella como las coautoras del blog ven necesario que se aplique "una baja por aborto, tanto para ella como para el padre, que pueda apoyarla al menos unos días. Si no lo único que se puede pedir es una baja por depresión, pero eso no es real". Claramunt conoce de propia mano la experiencia porque ha sufrido cinco abortos: "Si se ve un currículum como el mío y aparecen tres bajas por depresión, alguien puede pensar que yo soy una persona con tendencia depresiva. Y es falso, yo sólo he pasado tres duelos".
En el camino, Fournier considera que es labor de los médicos "normalizarlo, pero siempre respetando la decisión de cada una". Una aportación de los médicos para que el conjunto de la sociedad también lo haga, "porque aún queda mucho por normalizar a nivel reproductivo. Tampoco se habla de que cada vez hay menos niños naturales, o las dificultades de la reproducción asistida, hay mucho que asentar".
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