Hoy es el aniversario de la boda de Juan Carlos y Sofía, ese romántico enlace celebrado en Atenas que devolvió la ilusión a los más monárquicos y que ahora parece otra vida. Era 1962 y el ahora emérito todavía no tenía asegurada la corona española. La princesa griega era la nieta del monarca en el país de los helenos.
Hace tres años que el rey Juan Carlos y la reina Sofía viven separados. Mientras él se marchaba a Abu Dabi en 2020, ella permanecía en la Zarzuela, desde donde ha seguido acudiendo a un reducido número de actos oficiales. Las últimas imágenes que hay de los eméritos juntos es en el funeral de Constantino de Grecia, hermano de la reina, el pasado mes de enero. Lejos quedan ahora esas imágenes de felicidad en la pareja.
De hecho, las últimas noticias del rey han sido para desmentir su supuesto affaire con Charo Palacios, o que hubiera tenido una hija ilegítima. Sin embargo, nunca se ha vuelto a hablar de cuál es el estado de la relación entre Juan Carlos y la reina Sofía. Por supuesto, el divorcio ni se contempla. Eso sí, tampoco parece haber ninguna intención de celebrar aniversarios.
Así fue la gran boda griega
Fue un enlace relativamente sencillo para lo que ahora estamos acostumbrados a ver en bodas reales. "Solo" acudieron 143 invitados de 27 monarquías del mundo, pero fue toda una fiesta. Se dieron el "sí, quiero" dos veces para respetar ambas religiones, la católica y la ortodoxa, como había dictado el papa Juan XXIII. Y otras dos para hacerlo oficial según las leyes de ambos países, claro.
Franco también había aprobado el enlace, aunque no con mucho agrado, ya que en ese momento Juan Carlos seguía sus deseos en pos de que la monarquía volviera a instaurarse en España. Los jóvenes se habían conocido cuando eran adolescentes pero la idea de casarse no surgió hasta años más tarde, en la boda de los duques de Kent. En cuestión de semanas el plan estaba en marcha.
El espectacular estilismo royal de Sofía
Fue una boda "de cuento de hadas" para el público, Juan Carlos tenía 24 años y se le veía guapísimo con su uniforme de teniente de infantería del ejército de tierra. Sofía aún no los había cumplido (nacieron el mismo año con unos meses de diferencia) y lucía un espectacular vestido confeccionado en lamé de plata y cubierto en tul. En el frente llevaba encaje de Bruselas y en la parte de atrás destacaba una cola de cinco metros. Pegaba a la perfección con el velo que había pertenecido a su madre, la reina Federica de Grecia.
El vestido puede verse expuesto, como si fuera una obra de arte, en el Palacio Real de Aranjuez, donde también están el de la reina Letizia y los de las infantas.
Y por supuesto, no podía faltar la tiara. Sofia de Grecia llevó en su boda una joya que todavía forma parte de la Casa Real española. La conocida como diadema prusiana, que fue diseñada para la princesa Victoria Luisa de Prusia, un regalo de su padre, el káiser Guillermo II. De la princesa pasó a su hija, Federica de Grecia y de esta a Sofía, que a su vez se la dejó a la reina Letizia para su enlace.
Se trata de una pieza hecha en platino, diamantes y brillantes de estilo neoclásico. Lleva en el mismo centro de la tiara un diamante colgando, y las columnas al estilo Partenón están coronadas por hojas de laurel. Una diadema que, habiendo visto tantos matrimonios, nunca ha visto una separación como la de Juan Carlos y Sofía.
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