Gorras de béisbol, un Peugeot que resultó ser un Honda, una silla de ruedas colocada para confundir o una puerta abierta en el Parlament que sembró el pánico son algunos de los ingredientes con los que el informe de Mossos d'Esquadra justifica el fracaso de la operación para detener a Carles Puigdemont el pasado 8 de agosto. La combinación de un operativo demasiado centrado en un solo escenario y el caos provocado por cientos de ciudadanos forman parte de la descripción detallada que se ha enviado al Tribunal Supremo. Ahora, el juez instructor del procés, Pablo Llarena, tendrá que decidir si inicia acciones para que los funcionarios públicos rindan cuentas penales por estos hechos.

Las amenazas que había detectado la Comisaría General de Información, a cargo del diseño de la operación, eran diversas: desde terrorismo (considerado de riesgo "moderado"), hasta distintas movilizaciones de grupos de ultra-izquierda, de los Comités de Defensa de la República (CDR), colectivos de ultraderecha, actores constitucionalistas y actores soberanistas (este último de riesgo "muy alto"). La previsión inicial era que los asistentes al Paseo Lluís Companys no fueran más de 1.000 o 1.2000 personas, pero el acto se desbordó y allí apareció alguien que no se esperaba.

Carles Puigdemont había dicho en innumerables intervenciones que estaba preparando su regreso a España y, según el informe de los Mossos al que ha tenido acceso íntegro El Independiente, este fue el único escenario que se barajó, el de que entrara en el Parlament para asistir a la investidura. El principal objetivo del dispositivo policial era, por tanto, "garantizar la seguridad ciudadana y el orden público para conseguir que el debate se llevase a cabo con total normalidad".

Para ello se desplegaron unos 600 agentes en la zona. Además de tres drones, de los cuales sólo uno pudo servir para grabar la fuga por estar en el entorno del paseo Lluís Companys. De hecho, todo se empezó a torcer cuando Puigdemont apareció en este punto, justo delante del Arco del Triunfo. Desde las siete de la mañana los agentes vieron cómo se habían instalado allí unas vallas metálicas, que se cubrieron con unas lonas de color negro para impedir visión en el interior. Estaban unidas con bridas. Se habían instalado dos carpas de color granate que disponían de telas laterales para ocultar también el interior. Todo esto fue una sorpresa para los agentes.

Lo previsto era que las personas autorizadas a asistir al Parlament entraran por el Passeig Picasso, la denominada Puerta 1. La Comisaría General de Información el día anterior había contactado a los responsables de seguridad de los partidos políticos para informales de que debían acceder por esa puerta lo más pronto posible (entre las 8 y las 8 y media de la mañana). Sin embargo, la Puerta 6 (situada en la calle Pujadas en el punto más cercano a la calle Wellingont) se convirtió en un foco de problemas.

Fragmento del informe que los Mossos d'Esquadra han presentado ante el Tribunal Supremo
Fragmento del informe que los Mossos d'Esquadra han presentado ante el Tribunal Supremo

Esa mañana, personas con petos de colores (verde, naranja y rojo) se habían desplegado alrededor de las vallas delante del escenario antes mencionado. Los efectivos de Información comprobaron que en el exterior de los metales se había ubicado "un gran número de ciudadanos que realizaban, lo que parecía, tareas de control y vigilancia". Algunas llevaban un sombrero de paja, otras una gorra oscura de béisbol y una más no portaban nada en la cabeza. "Parecía una acción organizada para controlar el acceso", reza el escrito que firma el hasta ahora jefe de los Mossos, Eduard Sallent.

Fue entonces cuando decidieron que ocho agentes se situaran en ese perímetro para controlar qué iba a suceder ahí.

8:30 de la mañana. Unas 250 personas se ubican en la confluencia del paseo con la calle Trafalgar. Se avisa al Centro de Coordinación y se despliega el dron en esa zona.

8:55 de la mañana. Se recibe la información de que Puigdemont aparece andando por el Passatge Sant Benet, situado justo al lado de la calle Trafalgar. Va acompañado del president del Parlament, Jordi Turull, de la expresidenta del órgano Laura Borrás, de los expresidentes de la Generalitat Artur Mas y Joaquim Torra, además de varios diputados. "La presencia de todos los políticos y autoridades en esos momentos reforazon el convencimiento de todos los policías sobre que las intenciones del señor Puigdemont serían dirigirse al Parlament y acceder al debate de investidura", justifica el dosier de Mossos.

A partir de entonces hay dos narraciones claves sobre lo que ocurrió: de un lado, un único mosso de Información que es el que logra ver toda la escena; del otro, el dron que han desplegado. Nadie más pudo observar lo que ocurría porque todos los esfuerzos estaban centrados en el Parlament.

8:56. Puigdemont accede al interior del perímetro. El total de las personas concentradas (unas 4.500) protegen el espacio para que nadie pueda acercarse. Unas 150 personas se distribuyeron en filas de tres columnas con los brazos entrelazados. Todas llevaban un gorro de paja. En el interior del vallado, sin embargo, se colaban más ciudadanos, éstos con gorras.

8:57. Puigdemont aparece en el escenario. "Debemos destacar que la aparición del señor Puigdemont en el escenario para ofrecer un discurso ni se conocía ni se había planteado, las informaciones disponibles indicaban que el escenario y las pantallas se habían instalado con la finalidad de retransmitir en directo el debate de investidura", justifican.

9:03. Finaliza el discurso. Su abogado Gonzalo Boye que se encuentra detrás de él lo agarra del brazo y le dice "vamos", mientras desaparecen del campo de visión de las cámaras.

En ese mismo momento, mediante megafonía se indica a los asistentes que se preparen para iniciar la manifestación hacia el Parlament y se observa cómo todos los políticos que habían acompañado al líder de Junts a su llegada se sitúan delante de la comitiva. La multitud se empieza a desplazar.

9:05. Mientras tanto, un grupo de tres personas se acerca al exterior del vallado en la zona del aparcamiento subterráneo de Saba (situado en el Paseo Lluís Companys sentido Besós) y corta las bridas. El único agente allí situado observa cómo Jordi Turull con una gorra oscura de béisbol en la cabeza sale del interior del vallado a través de ese paso habilitado por las tres personas. El mosso ve también cómo Puigdemont se coloca una gorra igual a la de Turull y se quita la americana para cambiar su aspecto.

Tres vehículos (dos coches y una motocicleta) se paran en e paso habilitado en el vallado. El agente ve a Puigdemont subirse al coche de color blanco en el asiento posterior izquierdo, mientras Turull se sube en el posterior derecho. Al volante va una mujer y en el asiento del copiloto una silla de ruedas plegada en posición horizontal. Esta mujer resultó ser identificada días más tarde como la tenista paralímpica Bárbara Vidal. "La forma habitual de transportar una silla de ruedas es ubicándola en el maletero, el hecho de colocarla en el asiento del acompañante presupone una intención de confundir a cualquier agente de policía que viera el vehículo", expone el informe.

El caos sembrado tras la fuga

Todo esto sucede muy rápido y el dron no consigue captar el momento de la huida. Sobre las 9:09 de la mañana enfoca a la comitiva que se dirige hacia el Parlament creyendo supuestamente que ahí estaba el líder de Junts. El dron había captado minutos antes el vehículo blanco estacionado junto a las vallas, pero, al no dar importancia a este hecho, decidieron que cambiara de ubicación. Cuando a las 9:10 cuando el aparato vuelve a enfocar la zona del vallado, el coche ya no está allí. En ese minuto, Puigdemont desapareció sin ser captado.

Solo el agente de Información sabe lo que está ocurriendo porque lo que refleja las comunicaciones transcritas del cuerpo en esos momentos. "9:14- Se comunica que el señor Puigdemont se encontraría a la altura del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya"; "9:20 - El señor Puigdemont se dirige al acceso 6"... Pasan muchos minutos y muy valiosos hasta que la policía autonómica se da cuenta de que el líder independentista, en realidad, no está en la cabecera de la manifestación.

El agente trata de transmitir lo que está pasando a través de su equipo de comunicación, pero no lo logra ya que en esos momentos la línea está colapsada. Hay disturbios en las inmediaciones del Parlament. La comitiva de políticos que se desplazó hasta la Ciudadella estaba tratando de acceder por la Puerta 6, en lugar de por la Puerta 1 que era la seleccionada. Esto provocó que se diera la orden de utilizar gas y se produjeran altercados. El informe detalla que un número de manifestantes violentos se desplazaron hacia otra puerta, lo que originó "un aumento de comunicaciones en el canal habilitado para el dispositivo" y que toda "la atención de los policías se centrara en ese punto".

"Es relevante destacar que la imposibilidad que tuvo este agente de comunicar a través de la emisora lo que estaba observando provocó que el resto de efectivos policiales que se encontraban, tanto en la vía pública como en el Centro de Coordinación fueran desconocedores de lo que estaba sucediendo y que toda la atención continuase centrada sobre la comitiva de políticos y autoridades que se estaban preparando para dirigirse al Parlament, tal y como se había planteado en el diseño de los posibles escenarios", expresan.

El mosso decide entonces llamar por teléfono a su superior. Empezó la persecución en el que él corría detrás del coche al que se había subido Puigdemont. La presión del momento provocó que se equivocara en dar los datos y mencionara un Peugeot de color blanco en lugar de un Honda HRV que fue realmente el coche de la fuga. Además, dio a su interlocutor dos placas de matrículas. Se dispuso entonces la 'operación Jaula', pero los agentes buscaban un tipo de coche que no era. "Esta confusión fue provocada por la tensión del momento y por el hecho que el agente se encontraba corriendo tras el vehículo, informando por teléfono a su superior y evitando que diferentes ciudadanos lo interceptaran para interrumpir el seguimiento", reflejan.

Los Mossos insinúan que pudo haber una coordinación previa y ponen énfasis en el asunto de las gorras de béisbol y los sombreros. Creen que pudo haber una multitud que ayudara sin darse cuenta, pero mencionan que la fuga pudo estar pactada por el entorno del expresident. "La huida del señor Puigdemont gracias a una maniobra de distracción desarrollada con la cooperación involuntaria de miles de personas y la actividad organizada de un grupo de colaboradores próximos impidió" que los agentes pidieran dar cumplimiento a la orden del Tribunal Supremo. Ahora, el juez Llarena deberá decidir si se trató de un error en el diseño del operativo como alega Sallent o si hubo algo más.