Reconoce pensar en pesetas y se acerca con una vitalidad contagiosa al siglo de vida. En su campaña no ha habido pegada de carteles y su candidatura ha renunciado a los mensajes en Facebook o Instagram. “Qué va. Nada de eso. El que me quiera, me tiene que querer así, sabe”, responde Charo Testa. Cumplirá los 100 años en abril y este domingo se presenta al examen de las urnas como candidata a la alcaldía de Patones, el pintoresco pueblo de Madrid en el que esta bilbaína de nacimiento reside desde hace seis décadas.
Charito, como ella misma se presenta, pone rostro a quienes peinan canas y reivindican su lugar, también en las elecciones municipales del 28-M. “Es que la edad no debe ser un impedimento. Yo sé que no puedo ser alcaldesa del pueblo, pero no por mi edad sino porque yo soy de la capital y en los pueblos siempre ganan quienes tienen a la familia y poseen terreno”, dice esta habitante de Patones de Arriba, una localidad de callejero angosto y casas de pizarra emplazada a 60 kilómetros al noreste de Madrid. Y no le falta razón: hasta el siglo XVIII el pueblo estuvo regido por una suerte de alcaldía hereditaria.
Mayores al poder
Un reino en el que Charito se mueve con desparpajo, pertrechada con un bastón de madera que muestra -como su propietaria- las arrugas del tiempo. "Me voy a presentar por si acaso, aunque no creo que haya un milagro", murmura.
La candidatura de Charo, que es concejala desde 2019, no resulta una excepción. De su misma quinta es José Antonio Torres Sáez, un guardia civil jubilado que ostenta el bastón de mando de Chercos, un pueblo almeriense de 283 habitantes. José Antonio, que ha declinado las solicitudes de entrevista cursadas por El Independiente, cumplirá los 98 años en julio y se presenta a la reelección bajo las siglas del Partido Popular. Por primera vez tiene como rival al marido de su sobrina, su ex concejal de Cultura.
“Ya me han comentado que hay otros candidatos centenarios. Es que parece que no pintamos nada para esta sociedad. Y eso es lo yo estoy gritando”, apunta, siempre con una sonrisa. Los mayores de 90 años representan el 1,27% de la población española, según datos de 2022. En total, 138.896 personas.
La apuesta electoral de Charo se produce con los ecos de la campaña de “Soy mayor, no idiota” con la que Carlos San Juan, un valenciano de 79 años, denunció la acelerada transformación digital que expulsa a lo más veteranos del sistema bancario. “Hasta en Estados Unidos. Ahora resulta que si tienes 80 años no te puedes presentar”, comenta.
En su caso, es la precursora de “Abuelas por Patones”, una agrupación formada por mujeres del pueblo que en los comicios de 2019 irrumpieron en el consistorio con uno de los siete concejales. “He formado un partido político. A ver si consigo algo para este pueblecito”, desliza. La integran vecinas que suman siglos. "La más joven debe rondar los 70".
Crítica a los políticos
Cuando se le interroga por sus promesas electorales, Charo se queja de los problemas del pueblo de Arriba. Patones de Abajo, donde está ubicado el consistorio, tiene 490 habitantes. “Dicen que hace poco han enviado dinero desde la Comunidad de Madrid, pero no he conseguido saber cuándo ha llegado ni he visto yo ni siquiera cinco pesetas. Lo que sé es que debía servir para embellecer el pueblo de Arriba y no han hecho absolutamente nada”, replica combativa. También lamenta el alcantarillado y los problemas de aparcamiento entre los turistas que suben al municipio, un ejemplo de arquitectura negra.
Todos los políticos deberían ser capaces de perder algo y unirse un poquitín
Al igual que su compañero de generación almeriense, Charo -más allá de su aventura como candidata independiente- admite ser votante del PP. “Para mí Fraga era el mejor político. Yo siempre votaría por él”, aduce quien no ha podido cumplir con uno de sus deseos, reunirse con Díaz Ayuso. “No me ha podido atender. Fui a pedirle hora, pero me dijo que tiene mucho trabajo. Deben de estar muy liados. Me pasaron a otro organismo. Espero poder conocerla algún día”.
Charo no se reconoce como una política convencional y no oculta sus reservas con quienes hoy copan las instituciones. “Yo creo que todos deberían ser capaces de perder algo y unirse un poquitín. Si lo hicieran así, lo harían mucho mejor”, sugiere. También los considera un poco mentirosos. “Ese interés tan grande que tienen por el sillón. Si contaran la verdad, tal vez lo perderían. Es lo que yo veo”.
La aspirante a alcaldesa que pulveriza registros promete que “la política no le cambiará”. “¿Cómo me va a cambiar si yo me voy a morir de mañana a la noche? Qué me importa a mí. Soy muy mayor”, responde. Y se ríe a carcajadas cuando se le interroga por si es ésta su última legislatura. "Vamos a ver. O hay un milagro de Dios... Nunca me han preguntado esto. Pues todo se andará".
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