Hoy es jornada de reflexión y apuesto a que estarán, si no reflexionando, al menos descansando. Entiendo que disfrutan de estos momentos de silencio en los que, como mucho, estarán viendo cómo los candidatos pasan el día en el que no pueden hacer mucho más que deporte, ir a la Feria Del Libro o estar con la familia.
Así que no les voy a estropear la paz hablándoles de voto por correo o secuestros con papel de aluminio como mejor método para que un móvil no sea detectable porque… bueno, el secuestrador lo vio en una serie.
Ahora, no vamos a dejar de hablar de política ni vamos a dejar de hablar de elecciones. Menos aún la semana en la que la némesis de Donald Trump ha anunciado su candidatura a competir, primero contra Trump y después contra, presumiblemente, Joe Biden.
El día llegó, fue el miércoles y aquí comienza lo que más ha estado esperando la opinión publicada americana: Ron de Santis, Gobernador de Florida, presentó su candidatura junto a Elon Musk. Ya sabemos que lo quiso hacer a través de Twitter y que la conexión fue un desastre.
Por supuesto eso no dejará de ser una anécdota si triunfa, pero será una premonición si va mal. A ver… que cada uno se entretiene con lo que quiere. El éxito de una campaña electoral depende de muchas variables: base de votantes, ideas, mensaje, escenario socio-económico… y cada variable que quieran añadir reduce el peso de la más popular como justificación: la suerte.
Llámenme romántico (los que me conocen saben que destilo tanto romanticismo como el mármol exuda resina), pero soy de los que creen que las presentaciones de las candidaturas se tienen que hacer en el sitio donde uno inició su carrera política, o en su casa o… donde sea que tiene significado, pero para hacer un streaming en Twitter, siempre hay tiempo.
De Santis es un republicano conservador, de valores tradicionales. Puede que no sea el tipo de republicano que era Reagan, pero hoy no existe el espíritu de los 80, en el que el gobierno sobraba y el individuo lo podía todo.
De Santis es una evolución adaptada al momento: intervencionista y protector donde toca, liberador y combativo donde merece. Un acérrimo anti-woke que tiene en la izquierda el campo de acción idóneo con el que contrastar.
“¿Me estás diciendo que Donal Trump no lucha contra la izquierda?” Desde mi punto de vista el expresidente lucha contra todo lo que no sea él.
De Santis es gobernador de Florida y no es un hombre que se quede de brazos cruzados. De hecho, si era conocido más allá de su estado por algo (antes de presentarse a las primarias) es por un enfrentamiento contra la corporación Disney.
De Santis es una evolución adaptada al momento: intervencionista y protector donde toca, liberador y combativo donde merece.
Primero aclarar que Disney tiene dos parques en Estados Unidos: uno en Anaheim (California) que se llama Disneyland y otro en Orlado (Florida), que se llama Disney World. Ambos son casi ciudades autónomas, con regulaciones propias, pero esto está ahora mismo en juego en Florida, claro.
Hace un año Ron De Santis firma la llamada Ley Por Los Derechos de los Padres. La ley aplica en los colegios del estado de Florida y, entre otras medidas, prohíbe que se traten cuestiones de sexualidad y de identidad de género en las aulas. Ni a favor ni en contra: no es una cuestión a ver en una clase de un colegio.
Otra medida es que da a los padres la potestad de que sus hijos acudan o no a los servicios psicológicos y de salud de los colegios. Los centros ofrecen estos servicios (¿Quién no ha ido a la enfermería de su colegio??), pero los padres pueden obviar el servicio que ofrece el colegio si su confiada en él es limitada.
De hecho permite que los padres demanden a los colegios si entienden que hay adoctrinamiento en cuestiones de género.
El caso es que todo esto levantó una serie de protestas en el estado de Florida y uno de los colectivos que más se activaron en ellas fueron los empleados de Disney World. La primera consecuencia es que Disney se alineó con sus empleados en contra de la ley.
De Santis, entonces, pasó al ataque y, en modo ironía, comenzó a llamar a la corporación “Woke Disney”; limitó aquella autogestión del parque y llegó a afirmar “hay un nuevo sheriff en la ciudad”.
Abundando en la ley que ha firmado, ha pedido al Consejo de educación de Florida que amplíe la normativa a los institutos y, en respuesta, Disney ha anunciado que no ejecutará una inversión de 1.000 millones en Florida, que se la lleva a… claro, California (un estado con un respaldo demócrata muy amplio) y ha demandado al Gobernador por abuso de poder.
Así que, en medio de todo esto (o, más bien aprovechando), De Santis anuncia su entrada en la carrera a la Casa Blanca. Y lo hace junto a Elon Musk: un empresario que ha revivido a la NASA, descancelado Twitter y es la cabeza de Tesla una empresa de coches eléctricos que, por ser de cero emisiones, ha enloquecido al movimiento woke de alto poder adquisitivo. Especialmente en California. Paradojas de la vida.
Reconozcámoslo, la batalla De Santis – Trump va a ser lo que dé mayor interés a esta campaña presidencial. Es más, la animadversión está servida y Trump ya llama a Ron de Santis “DeSantimonio”, para hacer percolar la idea de que el gobernador es un moralista.
Apuesto a que, en los próximos meses, Joe Biden va a ser sólo una sombra utilizada como referencia para ver cuál de los dos es más activista contra los demócratas.
Ahora, este anuncio deja en la sombra a Tim Scott, que ha anunciado también que se presenta a la carrera por ser Presidente como republicano. Pero, en mi opinión, lo que ha hecho Scott es presentarse a ser vicepresidente de Donald Trump, porque en su anuncio habló más de espíritu que de materia, cubriendo la principal carencia de Trump y mostrando rivalidad con De Santis.
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