Un alcalde comunista en una capital de derechas. Francisco Guarido ha reconciliado a Izquierda Unida con los tiempos en los que gobernaba en una capital de provincias, ignotos desde la Córdoba de Julio Anguita y Rosa Aguilar. Las urnas volvieron el domingo a ungirle como regidor de Zamora, tradicional bastión conservador desde los primeros compases de la democracia. “Hemos perdido la mayoría absoluta pero aguantar después del tsunami que hemos visto alrededor tiene un mérito”, comenta Guarido, enrolado ahora en Sumar. “Es otro batiburrillo de partidos, pero no queda otro remedio. Ahora es impensable plantear cualquier otra cosa", confiesa, con el ensordecedor tictac de las generales.
A sus 65 años, Guarido ha defendido las siglas de IU contra viento y marea, dentro y fuera de casa. Y la apuesta, singular como pocas, le ha salido bien. “El PSOE nos ha dado garantías de que nos apoyará, lo que resulta coherente y racional”, explica. Accedió a la alcaldía en 2015 tras un pacto con el PSOE y desde 2019 gobernaba con una holgada mayoría absoluta. “Se ha valorado el trabajo continuado por nuestra ciudad. Fuera de Zamora hay muchas turbulencias que nosotros no podemos resolver”, desliza.
Triunfo a base de "voto prestado"
Reconoce que el suyo es “un voto prestado” que se comporta diferente en las citas autonómicas y nacionales. “En el plano general, Zamora es una ciudad de derechas, pero en lo local está muy claro que la gente se fía mucho más de nosotros. En ochos años no se han dado ni situaciones extrañas ni irregularidades”, explica. Y presume de cuentas: “Cuando llegamos, tras años del PP, había 14 millones de deuda y ningún proyecto en ejecución. Hemos saneado las cuentas, pagamos a los proveedores y no hemos subido los tributos”, comenta el regidor, satisfecho de haber contribuido a desmitificar su afiliación comunista en tierras castellanas.
“No ocultamos de dónde venimos y lo que somos y hemos demostrado que podemos gobernar para todos”, asevera Guarido. “No ha habido problemas ni siquiera en temas sensibles como la aplicación de la Ley de Memoria Histórica. Les quitamos todas las medallas a Franco, José Antonio y a los delegados del movimiento en 1939. Hicimos, además, un reconocimiento de todos los empleados municipales depurados y fusilados e incluso en eso nos apoyó el PP”, rememora.
“Somos un grupo previsible, honrado, transparente y con mucha capacidad de trabajo. Todo el mundo sabe que somos de Izquierda Unida y también que hay concejales del Partido Comunista. Nosotros no ocultamos absolutamente nada y habernos mantenido durante décadas en la oposición nos da credibilidad”, replica en mitad de las divisiones crónicas del PSOE local o la metamorfosis de Ciudadanos en Zamora Sí, un partido local de nuevo cuño.
Si nos hubiéramos presentado en las municipales con Podemos, estoy absolutamente convencido de que la inmensa mayoría de la gente no nos hubiera votado
Batalla interna por la fidelidad a IU
Intramuros de IU, Guarido ha batallado sin éxito para que el partido se mantuviera fiel a sus siglas, reacio a confluir con Podemos. “El modelo de Zamora se puede exportar. Se ha demostrado como un éxito presentarse bajo las siglas de IU, tal cual estaban en 2014, antes de la aparición de Podemos”, esgrime. A diferencia de la formación morada, sostiene Guarido, IU en la ciudad “es respetada y querida”. La lista de Podemos-Alianza Verde ha cosechado 79 sufragios, el 0,26%. “Si nos hubiéramos presentado en las municipales con Podemos, estoy absolutamente convencido de que la inmensa mayoría de la gente no nos hubiera votado. Es evidentísimo”.
Muy crítico con la estrategia de Alberto Garzón, el alcalde zamorano reconoce que preservar la marca “hubiera sido lo aceptable y lo recomendable”. “No se trataba de asaltar los cielos sino de tener un porcentaje de entre el 15 y el 17%”, desliza. “Pero ahora ya no hay tiempo”, lamenta. Con las elecciones a la vuelta de la esquina, el 23 de julio, toca “Sumar”, la plataforma de Yolanda Díaz constituida desde ayer en partido. “Sumar es el mal menor”, confiesa, guiado por un sentido práctico.
Adherirse a Sumar se ha elegido arriba y no es lo deseable en ninguna organización política, pero a día de hoy lo más razonable es unir todo lo que está a la izquierda del PSOE
El reloj marca los tiempos de la enésima reconversión de la izquierda. Hace constar, no obstante, que “aquí, en la asamblea local, nadie nos ha consultado nada de Sumar". "No hemos votado ni debatido. Se ha elegido arriba y no es lo deseable en ninguna organización política, pero a día de hoy lo más razonable es unir todo lo que está a la izquierda del PSOE, teniendo en cuenta que es cuestión de una semana”, subraya.
Con el próximo 9 de junio marcado en el calendario como el límite para la presentación de coaliciones, Guarido se encomienda a la unión “porque no queda otro remedio”. “El modelo de Izquierda Unida y Podemos no ha funcionado. Elección tras elección es un batacazo estrepitoso. Ahora hacemos otro batiburrillo de partidos que es Sumar. No queda otro remedio. Ahora es impensable plantear cualquier otra cosa”.
“Vamos a ver lo que sucede y si se gana en votos. Lo que sí está demostrado es que hacia atrás Izquierda Unida y Podemos no sumaban. Sumar es una cuestión práctica. Si no suma, tendremos que esperar también consecuencias”, comenta. “En todo caso, deberíamos procurar que dure un poco más de lo que ha durado el otro batiburrillo de siglas y que luchemos por al menos una estabilidad de los próximos cuatro años”.
"Hay partido"
Guarido niega que, en mitad de unas generales anticipadas tras la debacle de la izquierda en municipios y regiones, “esté todo perdido”. “Ni mucho menos. Lo que ha hecho Pedro Sánchez es una maniobra muy personal, hecha a su medida, pero tiene cierto grado de inteligencia. Esperar hubiera sido probablemente peor”, apostilla.
El de García-Gallardo no es un modelo exportable a nivel nacional salvo que el PP quiera hacer el ridículo más espantoso
Admite estar preocupado por el ascenso electoral de Vox, decisivo en seis comunidades autonómicas. Desde la misma noche electoral los de Abascal no han ocultado que su modelo es el de Juan García-Gallardo en Castilla y León. “Vamos apañados. El PP tiene un marrón impresionante con ellos y desde luego no creo que ni siquiera el PP pueda alardear de que éste sea un modelo exportable a nivel nacional salvo que se quiera hacer el ridículo más espantoso. Yo conozco a populares que se sienten avergonzados de con quién gobiernan”.
Guarido confía en que el escenario de Vox en el Gobierno central movilice a la izquierda y sirva para llevar a los indecisos hasta las urnas. “Creo que va a ser así. El modelo de Castilla y León hace temblar a mucha gente”, recalca. Si se amarra, admite, la unidad del espacio a la izquierda del PSOE será “un acto de militancia” y todos sus firmantes tendrán “la obligación de darle credibilidad”. “Por supuesto que hay partido. Tomemos nota de lo que pasó el 28M y asumámoslo como un deber moral y político. Hay que poner sobre la mesa lo que ha hecho el Gobierno de coalición en asuntos como el salario mínimo o las pensiones. Es una cuestión de supervivencia”.
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