La mayoría son aún preguntas sin respuesta. Lo más probable es que jamás las tengan. Algunas se formulan desde hace décadas. El tiempo de ETA se agota y todo apunta a que en torno al 4 de mayo, en la localidad vascofrancesa de Cambo, su reloj macabro se pare para siempre. Habrán pasado sesenta años desde que se interpeló a la banda por primera vez. Quizá un día antes, el próximo jueves, la banda responda alguna de ellas en el vídeo que se anuncia como antesala de su final. Grabado en Ginebra, en él se vería a tres encapuchados de ETA firmando una declaración final de su existencia. Imagen que a modo de testamento final poco después se haría público a través de algún medio internacional –en ocasiones anteriores lo ha hecho a través de la BBC- y con el amparo de la fundación Henry Dunant, y a representantes de los gobiernos de Noruega y Suiza como testigos.
Será una escenificación, nada más. Muchas preguntas seguirán martilleando conciencias, hiriendo corazones y buscando porqués. Es evidente que son las víctimas de la banda las que con más intensidad buscan explicar por qué ETA, además de destrozarles la vida, ni siquiera se dignó a darles una explicación. Tampoco esperan que lo haga en su despedida. El Independiente ha hablado con varias de ellas para invitarles a trasladar una última pregunta antes de su final.
¿Ha merecido la pena?
- Tamara Paredes Moreno. Hija de Miguel Paredes y Helena Moreno, asesinados por ETA el 6 de abril de 1990 en San Sebastián.
Cuando ocurrió su hermana y ella apenas tenían 5 y 7 años. A sus padres ETA los asesinó acusándolos de ser toxicómanos, de ‘contaminar’ a la sociedad vasca. Era falso. Pero eso ya no importó. A ambas la banda les condenó a crecer sin conocer a sus padres. Ahora, a escasos días de que la banda pueda anunciar su disolución, Tamara traslada una pregunta a todos aquellos que dirigieron e integraron la organización terrorista: “Me pregunto si realmente creen que les ha compensado lo que han hecho, si les ha merecido la pena”. No es la única.
No cree a ETA cuando dice que se arrepiente, que lo lamenta y que pide perdón. Hace sólo unos días que se cumplían 28 años desde el asesinato de sus padres y sigue esperando. “Ya no me vale que pidan perdón, no veo un arrepentimiento real”, dice, y se explica: “Pedir perdón sólo a una parte de las víctimas como pudieron ser mis padres, que según ellos no tuvieron culpa no me vale. Como si algunas de las víctimas sí se lo merecieran. Sólo desearía que viniera la persona que estuvo implicada en su muerte y me dé explicaciones”. No pierde la esperanza en que algún día en ese mundo se asiente un arrepentimiento sincero, “alguno tiene que haber que se arrepienta de verdad, no creo que todos sean unos psicópatas”.
¿Quiénes son los autores de todos vuestros crímenes?
- Paz Prieto, hija de José Luis Prieto, jefe de la Policía Foral de Navarra. Asesinado por ETA el 21 de marzo de 1981 en Pamplona.
No se quita la pena de que a su padre no le dejaran conocer a sus 15 nietos. Paz era la pequeña de siete hermanos y ETA sólo le permitió disfrutar de su padre hasta los 19 años. A su madre le legó 28 años como viuda hasta que falleció con la pena en el corazón y el perdón en la oración. Su hija recuerda que pese a ello, su fe le llevó a rezar por los asesinos de su marido todos los días de su vida. Ahora se pregunta si los etarras conocen el sentido de los conceptos como “la moral o la ética”. Su principal pregunta es conocer una respuesta que sólo los terroristas pueden aportar: “Que digan quienes son los autores de todos sus atentados sin resolver y que nos digan dónde están las armas que aún se supone que tienen”.
El último comunicado, como a otras muchas víctimas, le ha revuelto de nuevo. La separación entre víctimas a las que pedir perdón y a las que no, entre las que no tuvieron culpa en el “conflicto” y las que sí, no la puede entender: “Según eso, mi padre sería de las segundas. ETA nos destrozó la vida y ésta ha sido su última ofensa. Me alegro que mi madre no haya visto este final tan infame, que no haya tenido que comprobar que según ETA a su marido lo mataron y bien matado, según han dicho ahora”.
¿Por qué no entregáis todas vuestras armas?
- Pilar Elías, viuda de Ramón Baglietto. Asesinado por ETA el 13 de mayo de 1980 en Elgoibar.
Con ella no han podido. Continúa viviendo en el mismo pueblo, en el mismo domicilio y con los mismos vecinos. Su fortaleza ha sido mayor que la de ETA, a la que verá disolverse. Pilar Elías tuvo muchas voces a su alrededor que le invitaron a dejar Azkoitia pero se negó. En los 38 años que la banda le forzó a ser viuda, a educar dos niños sola, a vivir escoltada, a dedicarse a la política para hacerles frente y a sufrir al ver cómo el asesino de su marido se instalaba en la cristalería anexa a su portal, ha aprendido a levantarse demasiadas veces.
ETA le forzó a ser viuda, a vivir escoltada y a sufrir al ver cómo el asesino de su marido se instalaba en la cristalería anexa a su portal
Ahora, en la antesala del final de ETA, la organización en la que militó Kandido Azpiazu, el cristalero que mató a Ramón y que siendo un bebé le salvó la vida al evitar ser atropellado, sigue indignada. No les cree: “Todo lo que dicen es mentira”. Se pregunta por qué ETA, si de verdad ha decidido desaparecer y pedir perdón, “no entrega las armas y no dice dónde están todos sus asesinos”. “Que se entreguen de una vez. Lo que están haciendo es una propaganda, sólo se trata de una estratagema”, afirma.
¿Cuándo reconoceréis que matar estuvo mal? Debéis hacer un ‘mea culpa’.
- Gorka Landaburu, periodista. Sufrió un atentado de ETA el 15 de mayo de 2001 en su casa de Zarautz. Una carta bomba le provocó graves heridas en las manos y la vista.
Aún no se explica por qué fueron a por él. “Supongo que por ser un ‘txakurra (perro) de la pluma’ como dicen ellos, pero la verdad es que no tengo respuesta a eso”. Gorka Landaburu no ha sido de los que miraba a otro lado. Siempre denunció la violencia de ETA pero también la que se ejerció contra la banda saltándose el Estado de Derecho o incluso la que se mantiene con medidas como la dispersión, innecesarias hoy en día y que complican una convivencia urgente. “También les pregunto si tanto dolor, sufrimiento, asesinatos causados durante tantos años han servido para algo”, dice. “¿Qué han obtenido? Nada”.
Sigue esperando el comunicado en el que ETA afirme que “matar estuvo mal” y reconozca su “mea culpa”. Está convencido que no lo hará el 4 de mayo en Cambo: “Sería reconocer su derrota y que su propia historia ha sido una equivocación y equivocarse durante 60 años es muy duro”. Un reconocimiento que llegará, dice, y que no sólo deberá hacer la banda “sino también sectores de la izquierda abertzale que en todos estos años le han acompañado”. Landaburu afirma que el final que ahora quiere escenificar la banda es “patético”. “En Cambo sólo van a vestir el muñeco de lo que en realidad es una derrota”.
¿Por qué no admitís que todas las víctimas son iguales?
- Dori Monasterio, hija de Fermín Monasterio, taxista asesinado por ETA en Arrigorriaga (Vizcaya) el 22 de noviembre de 1969.
Su padre fue uno de tanto que tuvo la desgracia de pasar por ahí, de cruzarse con ETA. Lo hizo a bordo de su taxi, con el que se ganaba la vida. Su última ruta la hizo bajo la amenaza de un etarra herido y huido durante una operación contra un piso franco de ETA en Bilbao. El pistolero se llamaba Miguel Etxebarria Iztueta y le amenazó para que le llevara a Burgos. En el camino lo mató y lo abandonó en la carretera. Fue la tercera víctima en la historia de ETA tras José Antonio Pardines y Melitón Manzanas.
Su hija Dori no duda en pedir a ETA que reconozca que todo fue inútil: “¿Por qué no admiten que fue una equivocación?”. Desde el último comunicado que vive con un sentimiento “agridulce”. El perdón que a víctimas como su padre, que no tuvieron un impacto directo “en el conflicto”, que ahora pide ETA no le gusta. “No deben hacer diferenciación por la condición de políticos o llevar uniforme”, señala. Reclama en estos momentos un gesto al menos con las víctimas “y que reconozcan que asesinar estuvo mal y que todas las víctimas somos iguales”.
¿Podíais mirar a los ojos a vuestras madres? ¿Cómo se lo contasteis a vuestros hijos?
- Jaime Mateu Isturiz, hijo y hermano de dos víctimas de ETA. La banda asesinó a su padre, José Francisco Mateu, magistrado del TOP, el 16 noviembre de 1978, y a su hermano, Ignacio Mateu, guardia civil, el 26 de julio de 1986.
El suyo es un caso especialmente doloroso. ETA asesinó primero a su padre, juez del Tribunal de Orden Público, y ocho años después a su hermano, guardia civil destinado en Intxaurrondo. Jaime y su familia saben quién mató a su padre pero no quién acabó con la vida de su hermano Ignacio. “Estos días las preguntas se me amontonan”, dice: “Ahora que piden perdón, ¿por qué no dicen quienes son los autores de tantos crímenes sin culpables, entre ellos el de mi hermano? No tienen escrúpulos ni conciencia”.
Mateu Isturiz asegura que muchas veces se ha preguntado cómo se sentían los terroristas cada vez que cometían un atentado, en ocasiones provocando la muerte de niños. “Cuando asesinaban a un guardia civil, a niños, ¿a sus madres e hijos les podían mirar a la cara? ¿Cómo les contaban lo que habían hecho?”.
¿Por qué no reconocéis que estuvo mal?
- José Goikoetxea, hijo de Joseba Goikoetxea, sargento mayor de la Ertzaintza. Asesinado por ETA en Bilbao el 22 de noviembre de 1993.
Él vive de milagro. Cuando los terroristas fueron a matar a su padre le llevaba camino del instituto. A José las balas le rozaron, a su padre le mataron. El sargento mayor de la Ertzaintza moriría horas después en el hospital. No comprende cómo la banda anuncia su disolución pero lo hace justificando aún el asesinato de determinadas víctimas: “Igual que las víctimas hemos comprendido que todas somos iguales, independientemente de la violencia que sea y que eso hay que condenarlo, también ellos deberían dar ese paso”.
José también se pregunta estos días si el final de ETA se sellará de modo adecuado. Si será un cierre sin riesgo de reedición. El temor se lo provoca la resistencia de los terroristas y su entorno a “decir que lo que hicieron estuvo mal”.
“Lo mío no es una pregunta. Que se vayan preparando todos los jefes de ETA”.
- Daniel Portero, hijo de Luis Portero, fiscal jefe del Tribunal superior de Justicia de Andalucía. Asesinado por ETA el 9 de octubre de 2000 en Granada.
Asegura que no tiene nada que preguntar a la banda antes de su disolución. Daniel insiste en que prefiere recordar a los dirigentes de la organización terrorista que aún tienen muchas explicaciones por dar. El presidente de la asociación Dignidad y Justicia subraya que aún restan cientos de crímenes de ETA sin resolver y sin culpables “y mientras eso no ocurra que se vayan preparando”.
Portero considera que se debe ser más exigente con ETA y con las instituciones, que incluso desde algunas asociaciones de víctimas la acción contra ellas “es insuficiente”. ETA le cambió la vida hace casi dos décadas cuando asesinó a su padre al regresar del trabajo. Sin escolta, tres etarras le dispararon. Desde entonces se ha dedicado a no dejar resquicio a la impunidad de los crímenes de la banda.
¿Por qué empezasteis todo esto? ¿Por qué habéis tardado tanto en disolveros?
- Abel Uceda, hijo de Cesar Uceda Vera, director de la banda de música del Gobierno Militar de Bilbao. Asesinado por ETA el 21 octubre de 1982.
Lo asesinaron con 48 años cuando se disponía a arrancar el coche camino del cuartel en Mungia. Aquellos seis tiros en una calle del Casco Viejo de Bilbao no sólo arrebataron una vida sino que dejaron una viuda y nueve huérfanos. Abel es uno de ellos. No se quita una idea de la cabeza: “¿Por qué ha tardado ETA tanto en disolverse si sabían que no tenía nada que hacer, que no lograría nada?”. Mirando la historia de la banda también se pregunta por el porqué de su inicio: “No entiendo por qué generaron todo aquello”.
El balance no sólo se escribe en cientos de asesinados y miles de víctimas sino también en aspectos como “el coste que ha tenido en la sociedad, en particular en la juventud vasca”. Recuerda: “Muchos están hoy en la cárcel, es una generación perdida”. En su opinión, ETA también deberá dar respuesta a la sociedad e incluso a los suyos: “Tendrá que responder si ha merecido la pena el coste social que ha tenido, deben ser sinceros. Los responsables de todo ello han sido ellos, no nosotros, la sociedad. Son ellos los que cogieron las armas, no los demás”.
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