El 16% las enfermedades que sufren los españoles son cardiovasculares. Algunas de ellas, como el ictus, tienen una elevada incidencia – 120.000 personas lo sufren cada año en España –. Las enfermedades relacionadas con el corazón y la circulación, sin embargo, suponen el 10% de la investigación que se realiza en nuestro país (atendiendo al número de publicaciones científicas).
La depresión representa poco más del 1% de los trabajos científicos y más del 6% de la carga de enfermedad
¿Se están investigando lo suficiente estas enfermedades para la incidencia que tienen? ¿Y el alzhéimer, el cáncer o la diabetes? Al menos en función del número de personas a las que afecta, esta es la pregunta que ha tratado de responder el Observatorio Social La Caixa a través de "¿Responde la investigación a las necesidades de salud?". El trabajo de dos investigadores de las Universidades de Valencia y Leiden (Países Bajos) ha puesto en relación, tanto a nivel estatal como global, qué protagonismo tienen las distintas dolencias en la dedicación científica y qué penetración tienen en la sociedad (medida a través de AVAD, el número de años ajustados.
Más allá de grupos de enfermedades, la investigación ha estimado qué enfermedades concretas están infrainvestigadas en España, es decir, deberían investigarse más en función del porcentaje que representan en el total de las enfermedades. Esto ocurre con la depresión, que representa poco más del 1% de los trabajos científicos y más del 6% de la carga de enfermedad. Este déficit entre el lugar que ocupan en la investigación y la carga de enfermedad que suponen para el Sistema de Salud se da, en España, en el caso del ictus, la diabetes, el alzhéimer, los cánceres de colon y pulmón, cardiopatía isquémica o enfermedad obstructiva pulmonar (EPOC).
El VIH o la malaria se investigan en mayor medida del impacto que tienen en España
En el caso contrario, enfermedades que copan un mayor porcentaje de investigaciones que de carga de enfermedad, están las enfermedades cutáneas, el cáncer de mama, el melanoma o la cardiopatía hipertensiva. También están en esa situación el VIH, la tuberculosis, la malaria o la enfermedad de vías respiratorias inferiores, aunque su incidencia es mayor a nivel global pero escasa en España.
En el mundo, una foto muy distinta
La foto de las enfermedades más prevalentes es muy distinta en España que a nivel global. Mientras que en España los tumores malignos representan el 24% de las enfermedades por su impacto, a nivel mundial el dato no alcanza el 10% (aunque el 22% de las publicaciones médicas). Por otro lado, las enfermedades cardiovasculares, infecciosas y parasitarias representan más del 16% de la carga de enfermedad, pero menos del 10% de las publicaciones.
España, a la cola de inversión en I+D
El informe también pone de manifiesto otra desigualdad. La de lo que los distintos países dedican a la investigación sanitaria. El 90% de ella se realizó en los países de rentas altas, aunque las diferencias entre los propios países desarrollados también son muy marcadas y oscilan entre el 0,2% (el 0,26% en España) y el 1,0% del PIB.
A la cabeza se sitúan Suiza, el único que supera el 1% del PIB, Dinamarca o Estados Unidos (que superan el 0,8%). A la cola, Italia (el único que no llega al 0,2% del PIB), Portugal y España. No obstante, cabe destacar el importante papel de la inversión privada en los países con más fondos dedicados, mientras que en España la más cuantiosa - aunque con poca diferencia - es la pública.
Precisamente porque engloban un mayor número de publicaciones - EEUU y Canadá agrupan al 5% de la población pero el 32% de las publicaciones y Europa un 10 frente a un 35% -, los países desarrollados tienen la responsabilidad, indica el estudio, de contribuir a la investigación sanitaria mundial. "En primer lugar, en todo el mundo se considera que la equidad sanitaria es un valor común, y los gobiernos pueden fomentarla apoyando investigaciones en salud global. En segundo lugar, la globalización y el mayor número de desplazamientos de personas de un continente a otro hacen que la «globalización» de las formas de vida y las enfermedades infecciosas tenga consecuencias sanitarias globales. En esas circunstancias, a todos interesa mejorar las condiciones sanitarias del mundo".
Los investigadores apuestan, por tanto, a que las prioridades de investigación se basen "en la evidencia sobre las necesidades sanitarias, en la información de otros sectores afectados por la I+D sanitaria y en el diálogo con los pacientes".
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