2 de mayo en Madrid. Mucha gente estaba de puente y, quizás por ello, en la Puerta del Sol no había muchedumbre. Los gritos en la calle ni siquiera han sido contra Cifuentes, sino contra la sentencia de La Manada. Hay más indignación contra los jueces que contra los políticos corruptos. Hasta la manifestación del primero de mayo se tiñó de morado. Las mujeres marcan la pauta social. Las movilizaciones del 8-M, que han dejado en caricatura a las de los sindicatos de clase, no fueron el fruto de un momento de enfado, sino la plasmación de una realidad tangible, visible y poderosa. Las mujeres van a decidir quién ganará en Madrid y, por supuesto, quién va a gobernar España.
2 de mayo en la sede de la Comunidad, en ese kilómetro cero que se ha convertido en epicentro del terremoto que amenaza con hacer trizas al PP. Celebración extraña. El espectro de Cifuentes sobrevoló sobre las cabezas de los congregados en la Real Casa de Correos (que también fue sede de la Dirección General de Seguridad franquista). Sólo el periodista Alfonso Ussía la mencionó por su nombre y fue para agradecerle la medalla de oro que ha merecido su larga y brillante trayectoria.
El presidente en funciones, Ángel Garrido, no habló de ella, como si su ausencia fuera accidental, el fruto de un "vaivén político". No me digan que no es raro.
Mariano Rajoy no acudió al acto. No suele hacerlo. Pero envió a sus dos capitanas generales: Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Las dos flanquearon en el salón de los discursos a Garrido, empequeñecido entre tanto poderío. Las dos, sin mirarse, dándose la espalda, haciendo patente su enemistad para que a nadie le quepa duda que son agua y aceite.
Las especulaciones se desataron al instante: ¿Indicará la presencia de la vicepresidenta que Rajoy ya ha decidido implicarla en la batalla por Madrid? ¿La presencia de la secretaria general del PP supone un aval para Garrido?
La dirección del partido decidirá el próximo lunes la continuidad de Garrido y la elección de una gestora para dirigir el PP en Madrid
El PP es un mar de rumores porque sólo uno tiene todas las respuestas. Le pregunto a un alto cargo que conoce los vericuetos monclovitas "¿Cuál es tu apuesta para la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid?", previo aviso de que no se trata de ninguna pregunta trampa. "Los que diga Rajoy", y se parte de risa.
Pero esa es la cruda realidad. El PP de Madrid, una poderosa maquinaria electoral con decenas de miles de militantes, sedes repartidas por toda la Comunidad, poderoso aparato, históricamente bien engrasado, no pinta un pimiento en lo que se va a dirimir en los próximos días. Ni siquiera Génova tendrá la última palabra. Será el dedo todopoderoso del presidente el que decida quién estará transitoriamente al frente de la Comunidad, y quién gobernará el partido tras la dimisión de Cifuentes. Y, desde luego, quiénes serán los cabezas de cartel en la primavera de 2019.
Lo que ya sí sabemos, por boca del secretario de Organización, Fernando Martínez-Maillo, es que el poder madrileño ya no estará concentrado en una sola persona, como ocurrió con Esperanza Aguirre y con la propia Cifuentes.
Nada de barones poderosos. El que sea candidato tendrá su contrapeso en el partido. En este partido en el que sólo manda uno y en el que mandará aún más hasta que decida marcharse.
Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal se ignoraron en los actos del 2 de mayo, como si quisieran evidenciar su mala relación
Para la Comunidad, lo más probable es que Garrido siga en su puesto hasta las próximas elecciones. Aunque en su primer acto como presidente no estuvo lo que se dice arrollador, Rajoy no quiere hacer movimientos innecesarios. Es una cuestión práctica. "¿Para qué proponer a otro y darle a Ciudadanos la oportunidad de subir el precio de su apoyo?", se pregunta uno de los coroneles de Génova.
Para decidir sobre la dirección del partido, una vez que Cifuentes presentó su dimisión, sólo hay tres opciones: Congreso; decisión de la Ejecutiva de Madrid, o una gestora, cuyos miembros decidirá, cómo no, el presidente Rajoy.
No hagan cábalas. La tercera será la opción elegida. Los nombres están sobre la mesa: el responsable de Coordinación de Organización del PP, Juan Carlos Vera (un hombre poco conocido fuera del partido pero de la absoluta confianza de Rajoy) y, seguramente, Pablo Casado, vicesecretario de Comunicación del PP. Él acudió también en la triste celebración del 2 de mayo: "El PP está por encima de todos nosotros", sentenció. Pero ahora el PP es Rajoy.
La decisión sobre los cabezas de lista al Ayuntamiento y la Comunidad se aplaza a octubre. Casado pierde opciones. Rajoy no quiere riesgos
La decisión sobre la presidencia de la Comunidad y la dirección del partido se adoptará con toda seguridad en la reunión del Comité de Dirección del PP que se celebrará el próximo lunes, órgano presidido por quien ya se imaginan.
¿Y la decisión sobre los candidatos al Ayuntamiento y a la Comunidad? "Eso llevará tiempo. Probablemente no se sepa hasta el mes de octubre", me responde mi fuente.
Es decir, que va a haber tiempo para hacer quinielas. Sin embargo, los nombres que han salido hasta ahora, lo que alguien ha calificado de "tándem ganador", no tienen demasiadas opciones. Si Rajoy decidiera sacrificar a Sáenz de Santamaría, enviándola a la Comunidad o al Ayuntamiento, estaría dando una pista muy relevante sobre su sucesión. Sería tanto como decir: "Esta no va a ser". Madrid es la batalla fundamental en la que el PP va a comprobar si tendrá alguna opción de ganar las generales. Pero el PP tiene muchas posibilidades de fracasar, no hay más que echar una ojeada a las encuestas. ¿Quemaría Rajoy a su candidata haciéndola fracasar en Madrid? No parece probable.
Es verdad que hay muchos que empujan en ese sentido, pero precisamente para apartarla de la lucha por el poder en el PP. El martes coincidí con Manuel García-Margallo en el Bernabéu: "Yo voy a seguir con mi campaña a favor de Soraya, a ver si de una vez encabeza algo". Por tanto, si alguien les habla bien de la vicepresidenta para ir en la lista de la Comunidad o el Ayuntamiento den por hecho que no son precisamente de su cuerda.
Respecto a Casado... Un miembro del gobierno se pregunta: "¿Lo que ha sucedido con su máster y con sus postgrados en universidades americanas es una buena carta de presentación para ser candidato en Madrid? Yo creo que no. Si queremos ganar tenemos que elegir a alguien de mucho peso y de pasado intachable".
Llama la atención que el propio PP sea tan escéptico respecto a los suyos. Para empezar, entre los propios diputados a la Asamblea de Madrid. Los han puesto a casi todos bajo sospecha. Ser alcalde es como ser culpable de algo.
Qué lejos queda ese Madrid de 1808. El Madrid de Daoiz y Velarde, de Manuela Malasaña, del pueblo en armas contra el invasor francés. Los héroes de este 2 de mayo son Benzema y Keylor Navas. Ninguno madrileño. Y tampoco del PP. Definitivamente, este 2 de mayo ha sido peculiar.
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