"Hice un perfil anónimo en Twitter por consejo de una compañera para protegerme", explica @JudgeTheZipper a este periódico. Se unió a esa red social en 2016 y desde entonces ha atesorado casi 100 mil seguidores tratando de explicar en pequeñas píldoras de información complejas sentencias o resoluciones judiciales como La Manada o los indultos del 'procés'. Ahora todos saben que su nombre real es Fernando Portillo, juez decano de Melilla, y escritor del libro 'Destripando el Derecho'.

Portillo cuenta que ha seguido bajo pseudónimo para mantener su imagen de imparcialidad. "Los jueces no resolvemos conforme nuestras opiniones, creencias o ideología, pero el ciudadano medio, por desgracia, cree que sí", revela en conversación con El Independiente. Ahora sale del "cómodo anonimato" para poder promocionar su obra de La Esfera de los Libros cuyos beneficios irán destinados a la investigación de la ELA. "Me pareció un buen motivo para dar la cara", dice.

El juez reconoce que siempre ha tenido una inquietud pedagógica que ha calmado primero en su círculo de familia y amigos, luego dando charlas en institutos y, antes de este manuscrito, en redes sociales. En su biografía cuenta que se define como "indignado" y "feliz". El segundo adjetivo está claro, y sobre el primero: "por cómo la política maltrata a la Justicia".

El togado, que ha sido portavoz de una de las cuatro asociaciones de jueces -de Foro Judicial Independiente-, lamenta que los políticos no solucionen la sobrecarga de trabajo de los tribunales sino que reformen las leyes para manosear más el Poder Judicial. "Últimamente nos convierten en la piñata a la que golpear impunemente cuando conviene a su mensaje. ¿Razones para estar indignado? Me sobran", explica, "a pesar de todo ello, ejerzo la profesión más bonita del mundo, sin duda".

El debate público es el que me ha animado a tener que salir del paso a explicar las cosas

En su libro describe sin tapujos ejemplos reales como la supuesta violación del jugador de fútbol Dani Alves, los ERE de Andalucía, el caso de Juana Rivas o la evasión fiscal de Cristiano Ronaldo. "No dudé porque esos, y otros, son temas que están en el debate público. Y ese debate público es el que me ha animado a mi a tener que salir del paso a explicar las cosas. Porque es bueno que haya crítica, de las leyes y de las sentencias judiciales, pero al menos que sea con conocimiento de lo que realmente dicen unas u otras", razona Portillo.

Dedica un capítulo entero a desbrozar el indulto. "Se trata de una medida con la que el Estado renuncia a castigar al delincuente a fin de satisfacer el sentimiento que la sociedad tiene acerca de lo justo y lo injusto de un caso concreto, buscando corregir la falta de flexibilidad de los tribunales en la aplicación aséptica y rigurosa de la ley", relata en sus líneas.

El togado enumera los del PSOE (a Alfonso Armada, uno de los cabecillas del 23-F; a Alfredo Sáenz, exconsejero del Banco Santander) y los del PP (a los secuestradores de Segundo Marey; a los condenados por el "caso Yak.42"), pero preguntado por si la medida de gracia ahora que se ha practicado con los miembros del 'procés' tiene peor fama: "Bueno, tal vez. Ciertamente es propio del ser humano pensar que ahora estamos peor que antes, yo creo que es algo que todas las generaciones dicen a largo de los tiempos". Para él la facilidad de comunicarse ahora en redes sociales multiplica la sensación de cabreo.

El papel del juez

El libro se divide en una primera parte sobre el Derecho y otra específica sobre jueces. "Creo que lo que más suscita curiosidad a la gente es cómo hacemos los jueces nuestro trabajo, aquí sí hay un gran desconocimiento", aclara. Cuando lo explica, dice, la gente se muestra "sorprendida" y "tranquilizada".

Portillo no tiene reparo en colocarse rotundamente en contra de los juicios con jurado. "Existe un alto riesgo de decisiones claramente injustas", expresa. Tres motivos le llevan a esta conclusión: que es más lento, que es más caro para el Estado y que, además, es una institución en la que desconfían todos los operadores jurídicos. El hecho de que cualquier ciudadano pueda sentarse y juzgar a alguien por un crimen no termina de convencer a quienes han hecho una de las oposiciones más difíciles del territorio.

Aunque los abogados caros no son necesariamente buenos, los buenos no suelen ser baratos"

El magistrado acepta que existe una Justicia para pobres y otra para ricos y no le ve fácil solución. "Por ejemplo, realizar cualquier trámite administrativo complejo perjudica más a quienes tienen menos posibilidades de asesoramiento que a quienes pueden permitirse uno", refiere. "Aunque los abogados caros no son necesariamente buenos abogados, los buenos abogados no suelen ser baratos".

Lo que no quiere decir que la Justicia sea injusta. "Quede claro que los jueces no damos la razón a quienes más ganan ni a quienes vienen con el abogado más caro. Precisamente, es en los tribunales donde muchísimas veces se corrigen las situaciones de desigualdad económica".