El Mayan Queen IV, propiedad de la familia mexicana Baillères, ligada al mundo de la tauromaquia, había partido de Nápoles el pasado 7 de junio. Cuando la Guardia Costera dio el aviso de socorro porque una embarcación de apenas 25 metros de eslora, en la que viajaban cientos de migrantes, se estaba hundiendo a 87 kilómetros de Pilos, el lujoso megayate se encontraba cerca y acudió al rescate. La tripulación del Mayan Queen IV llevó a los supervivientes hasta el puerto de Kalamata. Por unas horas dos mundos paralelos han confluido: los que no tienen nada salvo su vida, y los que nada les falta.

El Mayan Queen IV habla de la inmensa fortuna de la familia mexicana Baillères. Construido en 2008 por Blohm +Voss, es un yate a motor de lujo de 93 metros de eslora, que navega bajo bandera de las Islas Caimán. Tiene casco de acero y una superestructura de aluminio. El pesquero de 25 metros de eslora que se hundió el miércoles en el Jónico viajaban unas 750 personas, según miembros de la ONG que dio la alerta. Un centenar eran niños.

Según la revista especializada Superyacht Fan, la embarcación tiene una capacidad para 16 invitados y 24 miembros de la tripulación. Puede alcanzar una velocidad de 22 nudos. Tiene una autonomía de más de 4.500 millas náuticas. Es decir, ofrece la posibilidad de emprender viajes de larga distancia. Mantenerlo anualmente cuesta unos 16 millones de euros. Está valorado en unos 160 millones de euros.

Plazas en México y España

El patriarca de la familia, Alberto Baillères González, fue quien adquirió el yate. Gran aficionado al mundo del toro y uno de los más prósperos empresarios de México, Alberto Baillères falleció en febrero de 2022 a los 90 años.

En abril de 2021 se había jubilado y había nombrado a su hijo Alejandro Baillères Gual como presidente del Grupo Bal, un conglomerado de negocios en los sectores de la minería, el comercio, la metalurgia, seguros y finanzas.

Sobre todo, la familia Baillères se asocia a la cadena de tiendas El Palacio de Hierro, donde se concentran muchas firmas de lujo, y por gestionar, a través de Espectáculos Taurinos de México, las plazas de León, Acapulco, Tijuana, Irapuato, Monterrey, Guadalajara o Aguascalientes. Como ganaderos, tienen los hierros de San Miguel de Mimiahuapam, Begoña, Santa Teresa, San Martín, y la española Zalduendo.

En España los Bailleres controlan las plazas de Badajoz, Olivenza y Zafra a través de la empresa Fusión Internacional por la Tauromaquia. Aliados con la familia Chopera, gestionan los cosos de Bilbao, Almería, Logroño, Salamanca, San Sebastián y Palencia. Alejandro Baillères llegó a ser apoderado de Morante en México.

A la muerte de Alberto Baillères, la familia figura como la quinta fortuna de México, con un patrimonio de 6.900 millones de dólares en 2023, según la revista Forbes México. La lista la encabeza el magnate Carlos Slim, con más de 80.000 millones de dólares. A sus hijos solía decirles el patriarca: "Ustedes pueden heredar acciones para ser ricos, pero no se puede heredar la profesión".

A cargo de la división ganadera y taurina del grupo se quedó otro de los hijos de Alejandro, Juan Pablo. Del Grupo El Palacio del Hierro se ocupa, sobre todo, Teresa, la única hija y la menor de Alberto y Teresa Gual. Su padre la llamaba La Perla.

Raúl, el mayor, es gerente de Proyectos Especiales en Técnica Administrativa BAL y es miembro de la Asociación Mexicana de Cultura. Alberto está apartado de los negocios familiares.

Alejandro, licenciado en Stanford, ocupó la presidencia del Grupo Bal al retirarse su padre. También es presidente de la junta de gobierno del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), institución educativa propiedad de la familia.

Xavier, que ha estudiado en escuelas militares de EEUU, empezó una aventura con el empresario Roberto Hernández en Free Style, dedicado a montar espectáculos con artistas. Ahora se dedica a la política en Nuevo León. Mauricio, el quinto hijo de Alejandro y Teresa, falleció en enero de 2014 de un infarto. Era gemólogo.

Origen de la fortuna

Industrias Peñoles, el sector minero-metalúrgico en el que empezó a cosechar éxitos la familia hace ya varias generaciones, es ahora el que sufre más como consecuencia del desajuste económico global de la pandemia.

La fortuna de los Baillères nació ligada a la minería. Es la Compañía Minera Peñoles la más antigua de la familia. Fue Raúl Baillères, abuelo de la actual generación, quien forjó el imperio empresarial. Tenía ascendencia francesa y había nacido en Silao, Guanajuato en 1895. De allí se traslado a la capital, donde comenzó su carrera empresarial.

Alberto Baillères había ensayado como empresario con negocios de gallinas, leche y miel con el que se pagó la luna de miel con su amada Teresa Gual. La prematura muerte del primogénito, Raúl, a los 29 años, en un accidente de automóvil, llevó a Alejandro a asumir el relevo.

En los 60, cuando se requería inversión mexicana, se hicieron con un 51% de las acciones y en 1968 Alberto Baillères asumió la dirección. Desde entonces se ha consolidado como una importante compañía minera de cobre, plata, zinc y plomo. Participa en la industria química con subsidiarias como Química del Rey y Compañía Fresnillo. Confían en beneficiarse de la llegada de Tesla a México.

En 1961 también adquirieron juntos el Palacio de Hierro, lo que consideran la joya de la corona de su imperio. Es un gigante del mundo de la moda y accesorios, que registró un aumento de un 22,6% en 2022 con respecto al año anterior. Las ventas digitales se incrementaron un 40% gracias a una acertada estrategia multicanal. El grupo asegurador GNP también aumenta cada año su participación en el mercado. Alberto Baillères dejó 19 nietos.

Entre ellos destaca Gonzalo Hevia Baillères, director de Lok, una empresa de consultoría digital, y por su reciente relación con la cantante mexicana Belinda. El poder, el dinero y la belleza en comunión. La impotencia, la pobreza y el abandono que viven los migrantes quedan a años luz.