La eficiencia del ejército nazi. La solitaria resistencia de Inglaterra bajo las bombas. La guerra relámpago que demostró la incompetencia de Francia. Podrían ser capítulos de cualquier libro de instituto y, sin embargo, son eslóganes de propaganda bélica de la Segunda Guerra Mundial. Una propaganda que ha sobrevivido hasta hoy para convertirse en Historia.
Una Historia no del todo imparcial y llena de mitos, pero necesaria para la consolidación de un Occidente liberal y capitalista después del conflicto mundial. “Cuando hablamos del Día D no pensamos en el Batallón del Este, una pacotilla de soldados de Ucrania y Polonia que los Alemanes pusieron a defender las playas de Normandía. No querían estar ahí y fueron derrotados en media hora. Lo que recordamos son dos días de batalla en contra de fanáticos y disciplinados soldados de las SS”, dice a El Independiente el historiador británico James Holland.
Vídeo: G. M. Piantadosi
Miembro de la Real Sociedad Histórica Británica, rostro conocido de la BBC, hasta su atuendo delata su pasión por lo bélico. Su bandolera es la funda de una máscara antigás. Es el autor de El auge de Alemania (Ático de libros), un tomo de 900 páginas que apenas han sido suficientes para contar los primeros tres años de guerra, de 1939 a 1941. Acaba de publicarse en España y es la primera entrega de una trilogía que abarca la Segunda Guerra Mundial.
Holland pertenece a la corriente de historiadores cansados de mirar a la IIGM como un partido de ajedrez, solo táctica y estrategia. Le interesa más “el nivel operacional”. Cuántos tanques podía construir Alemania, cómo vestían las tropas, el número de talleres y de gasolineras en las carreteras. Tuercas y tornillos. En pocas palabras, “la economía material”. “Es entonces cuando te das cuenta que Alemania no estaba preparada para la guerra” -dice Holland- . “No tenía acceso al Atlántico, no tenía colonias o reservas de petróleo, ni acero ni reservas de comida suficiente... Los estadounidenses y los británicos tenían recursos de sobra y ganaron el conflicto construyendo tanques y armamentos las 24 horas del día todos las semanas del año”.
En la década de los 50 y de los 60, los estadounidenses y los británicos asentaron la narrativa sobre la II Guerra Mundial. Para Holland escribieron una versión triunfalista de los hechos. “Estados Unidos se estaba convirtiendo en superpotencia y necesitaba acreditarse un éxito rotundo de cara al mundo Occidental. Además los alemanes fueron los únicos que se atrevieron a combatir contra el nuevo enemigo, la Unión Soviética. Por eso, en lugar de desmitificar muchos mitos de la propaganda Nazi contribuyó a su supervivencia”. Como en el caso de Rommel, el zorro del desierto. (ver vídeo). Un general sobrevalorado al que se intentó rehabilitar después de la guerra para ganar simpatías entre los alemanes, aprovechando su participación en un intento de golpe contra Hitler.
En opinión de Holland la superioridad Alemana durante la II Guerra Mundial forma parte de un mito creado por los nazis y alimentado por los Aliados en la posguerra: “El régimen nazi tenía excelentes científicos y construyó armas temibles pero cuando invadió Francia y los Países Bajos solo 16 de sus 135 divisiones eran motorizadas. La mayoría de los soldados iba andando”.
Para Holland los nazis nunca supieron establecer las prioridades necesarias para ganar el conflicto. Al contrario que británicos y estadounidenses, decididos a no malgastar material y ahorrar todo lo posible, Hitler se obsesionó con los cohetes. Una inversión muy cara y que nunca dio los resultados esperados. “Sembraron el terror en la población civil durante el bombardeo de Londres, pero no tuvieron ningún impacto en el desenlace del conflicto. Sin embargo, cuando empezó la Batalla del Atlántico, el intento de invasión de Reino Unido, el ejército británico se centró en el desarrollo del magentrón, un dispositivo que permitió reducir el tamaño de los radares en barcos y aviones. Una tecnología puntera a la que los alemanes nunca llegaron”.
El Auge de Alemania termina a las puertas de la Operación Barbarossa y de la invasión de Alemania de Rusia. Para Holland 1941 fue el año en que los nazis perdieron todas la oportunidades de ganar la guerra. El país se había quedado sin recursos, aislado por el bloqueo económico y con la población civil que empezaba a notar la escasez. Al otro lado del Canal de la Mancha, el Reino Unido contaba con el aprovisionamiento de sus colonias y el apoyo de Estados Unidos.
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