María del Monte, Alfonso Bassave, Jake Daniels… Se supiera antes o no, todos ellos declararon ser homosexuales o bisexuales por primera vez en 2022. Excepto en sectores muy concretos como el deporte masculino, dar este paso se ha convertido hoy en algo casi anecdótico. Pero hasta hace pocos años, dada la falta de referentes públicos LGTBIQ+, la llamada salida del armario podía representar un paso histórico.
Una de las plataformas desde la que más celebridades dieron el paso fue la revista Zero, que comenzó a publicarse hace ahora 25 años y prolongó su andadura hasta 2009. Este miércoles, coincidiendo con el Día Internacional del Orgullo LGTBIQ+, Movistar + estrena Zero, la revista que sacó del armario a un país, serie documental que conmemora la andadura de una publicación que desde sus 120 números contribuyó a la visibilidad gay y a la normalización del colectivo en la sociedad.
"Mi toma de contacto con Zero fue un shock. Era el primer becario y entré en una redacción diferente a las demás, más alocada, diversa y divertida. Me sorprendió que, además de periodismo de calidad, había una lucha social y política por todo el colectivo", explica a El Independiente Mario Suárez, que fue redactor jefe de la revista y es productor ejecutivo del documental, junto con Damián Ainstein (Galácticos)—también director— y Diego Sabanés (Mentiras piadosas).
Con este proyecto, pretenden sobre todo recordar a las generaciones más jóvenes el trabajo que hubo detrás de cada pequeña conquista, y lo mucho que en estos veinticinco años ha cambiado el país. La lucha de entidades y organizaciones por la igualdad social y legislativa dio lugar en 2005 a un gran hito, la aprobación de la ley impulsada por el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero que modificó el Código Civil y permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo.
"Los más jóvenes han nacido con una legislación aprobada que los considera iguales, pero tienen que saber que antes no era así. Trabajando en el documental me he dado cuenta de que mucha gente no sabe quién es Pedro Zerolo ni por qué tiene una plaza en el centro de Madrid", recuerda Suárez sobre el político y activista.
"Soy Guardia Civil y gay"
Además de celebridades como Miguel Bosé, Anabel Alonso, Nacho Duato y Alejandro Amenábar, algunas de las portadas más sonadas de Zero las protagonizaron representantes hasta entonces anónimos de la Iglesia católica, el Ejército o la Guardia Civil. Fue Joan Miquel Perpinyà, guardia civil destinado en Mallorca, quien en diciembre de 2002 se convirtió en el primer agente del cuerpo en declararse homosexual ante toda España.
Lo hizo con su tricornio, al conocer el caso de otro agente que luchaba por poder convivir con su novio en la casa cuartel en la que estaba destinado, algo hasta ese momento solo contemplado para relaciones heterosexuales. En el Ejército, el pionero fue el teniente coronel Sánchez Silva, bajo el titular El primer militar gay.
También cabe destacar el caso del recientemente fallecido José Mantero, primer sacerdote en declararse homosexual desde la revista ese mismo año. Días después de que la portada viese la luz, la Diócesis de Huelva le privó de su parroquia. Esto no frenó su discurso e hizo varias apariciones televisivas, dejando frases como "los gais no somos máquinas defectuosas".
Desde la redacción estos lanzamientos se vivían con emoción y respeto. "Los protagonistas se exponían a una situación pública y tenía consecuencias para ellos: a Jesús Vázquez le vino bien, pero al guardia civil le vino mal", recuerda Suárez.
Mientras que el presentador vivió una segunda edad de oro en la televisión, Joan Miquel Perpinyà se retiró y emprendió una nueva aventura en los medios de comunicación. Eso sí, todos los protagonistas coinciden en que fueron preparados por la redacción para saber a qué atenerse.
"Ahora parece anecdótico, pero entonces era un pelotazo. Todos ellos dieron un gran paso adelante. Aparecer en Zero y hablar de algo tan íntimo como tu sexualidad sin tener la obligación de hacerlo era muy valiente", reflexiona Suárez.
En el equipo de la revista fueron también fundamentales el fundador, Miguel Ángel López, su director adjunto, Ricardo Llamas, el director editorial Miguel Bañón y miembros de la redacción como Carlos Díaz, Pablo Peinado y Paul Pen, además de columnistas como los escritores Eduardo Mendicutti y Luis Antonio de Villena. Todos ellos aparecen en el documental.
La parte visual, subversiva y provocadora, tuvo mucho que ver con la repercusión de Zero. El fotógrafo Eduardo Rubaudonadeu, que firmó muchas de sus portadas, comenta en el documental que desde las instituciones "nunca hubo vetos, pero sí advertencias".
De la crucifixión de Jesús Vázquez, que hacía alusión al caso Arny en el que se vio injustamente implcado, a un Boris Izaguirre caracterizado como el mismísimo Mesías, ¿sería viable publicar esto hoy en día? Suárez tiene claro que, pese a los avances en derechos sociales y tolerancia, las redes sociales harían que fuese prácticamente imposible. "Antes también causaba revuelo, por supuesto, pero desde luego no hubiésemos recibido el ataque que tendríamos ahora. Éramos un poquito más libres en ese sentido", asevera.
Con música de Óscar Botello y fotografía de Pablo Bóveda San José, el documental trata de reconstruir los orígenes del movimiento LGTBIQ+ moderno, y la importancia que tuvo Madrid como uno de los pocos "espacios seguros" para el colectivo. Mili Hernández, activista y propietaria de la librería Berkana, bromea en el documental sobre cómo creía que las únicas lesbianas eran Mari Trini y ella por la falta de referentes, algo en lo que, asegura, aún queda mucho por hacer. "Aunque las nuevas generaciones son maravillosas y muchas veces ni se plantean su orientación sexual, sigue habiendo muchas lesbianas en el armario y son mucho menos visibles, sobre todo en televisión", añade.
a propósito de una de las reivindicaciones del Orgullo Crítico.
En Zero, la revista que sacó del armario a un país, se observa también el comienzo de la mercantilización del movimiento LGTBIQ+ y cómo la transformación del orgullo en un negocio en los países capitalistas favoreció de algún modo que el colectivo alcanzase más rápido sus objetivos. En la actualidad, son muy pocas las empresas que no adaptan sus contenidos, logotipos, avatares en redes sociales y sedes corporativas a la conmemoración, vistiéndolos de arcoíris… pero solo durante unas semanas.
"Es genial que se sumen a la causa, pero tienen que articular políticas de recursos humanos en pro de la igualdad. Que los trabajadores LGTBIQ+ se sientan arropados y no escuchen comentarios homófobos como me sigue pasando, que las personas transexuales no sean descartadas en la segunda entrevista...", propone Suarez.
Además, sobre el aumento de las agresiones homófobas, recuerda la importancia de "seguir conquistando las calles para hacerlas más plurales y mejorar la convivencia", así como que iniciativas como la polémica pancarta de Vox retirada este martes no estén amparadas por la libertad de expresión, pues las campañas discriminatorias vulneran La Declaración Universal de Derechos Humanos y la Constitución española.
Además de recordar todos estos hitos, el creador de Zero apunta que la vocación del documental es trasladar a los espectadores que las conquistas no son inamovibles. "Al igual que todas las mujeres han sufrido alguna intimidación y agresión por parte de hombres heterosexuales, se tiene que saber que todas las personas LGTBIQ+ han sufrido en algún momento agresiones por el hecho de serlo".
En el documental también ocupan un lugar destacado personajes que en su día contribuyeron a abrir debates con sus apariciones en Zero, como Landher Iturbe, primer adolescente gay en salir en la revista, o el testimonio de un político pionero a la hora de hablar abiertamente de su homosexualidad como el ministro de Cultura, Miquel Iceta.
El primer episodio de Zero reconstruye la iniciativa de un grupo de amigos para poner en marcha una revista que pretendía cambiar la imagen marginal que tenían gais y lesbianas en España, y cómo la salida del armario de algunos famosos puso aquella publicación de nicho en boca de todo el país. El segundo capítulo refleja la evolución de la revista, erigida primero en un referente para el colectivo LGTBIQ+ y después en un agente activo que empujó a los políticos a la aprobación de avances legislativos como la aprobación del matrimonio igualitario. Aquel triunfo, paradójicamente, marcó el declive de una publicación que desapareció cuatro años después de un logro del que formó parte.
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