La Nobel Svetlana Aleksiévich construyó su monumental legado literario a partir de los testimonios de aquellos a los que la historia había obligado a callar. Relatos de valor y sufrimiento que ayudan a entender mejor la complejidad de un convulso siglo XX. En la misma senda, Victoria Amelina lleva un año y medio recabando testimonios de guerra en su Ucrania natal. La escritora entendió que, en un momento crítico, su voz literaria podría servir a sus paisanos como altavoz para vencer el silencio de una sociedad resignada a los crímenes de guerra.
Con la eterna esperanza de que la justicia acabará llegando, Amelina no ha cesado en su empeño por conseguir que el pueblo ucraniano se atreva a denunciar las violaciones de derechos humanos que sufren desde que empezó la guerra. En su día a día, ella y otras escritoras comprometidas bajo el nombre de Sabuesos de la Verdad, tienen que afrontar relatos muy duros, mientras su investigación se centra en las historias de gente modesta, personas acostumbradas a callar porque han perdido toda confianza en las instituciones y en la aplicación de la ley. Una población acostumbrada a vivir con resignación, llegando a asimilar que los culpables nunca pagan sus abusos.
Consciente del valor que tienen estos testimonios, el colectivo ha invitado a escritores internacionales, con la esperanza de que sus palabras sirvan para contar en sus países lo que está ocurriendo en las zonas devastadas por la guerra. Por esa razón, Amelina y tres invitados colombianos –el escritor Héctor Abad Faciolince, el excomisionado de paz Sergio Jaramillo y la reportera Catalina Gómez Ángel– se encontraban cenando juntos este martes en la pizzería Ria de Kramatorsk mientras los rusos bombardearon la zona.
En estado crítico tras el bombardeo de Kramatorsk
El Independiente ha podido hablar con el editor de Avizor, José Manuel Cajigas, que ha publicado en España la novela de Amelina Un hogar para Dom, y con quien la ucraniana lleva en contacto permanente desde hace más de un año. De hecho, Cajigas se enteró en directo del bombardeo que estaba sufriendo porque en ese momento estaba hablando por whatsapp con ella y con Héctor Abad.
"Ayer me contactó para decirme que quería que yo le proporcionara a Héctor Abad un ejemplar de Un hogar para Dom, ella tenía una ilusión enorme de que un escritor como él la leyera y Héctor me escribió para que se la llevara a un piso que tiene en Madrid, justo cuando le estaba diciendo que se lo había dejado en casa, me mandó un whatsapp diciéndome: 'Nos están bombardeando' y ahí se cortó la comunicación", relata el editor de Avizor.
Mientras Abad y Jaramillo resultaron heridos leves, Amelina se llevó la peor parte y ahora mismo se encuentra en estado crítico. La escritora tuvo que ser rescatada de entre los escombros con graves heridas en el cráneo e inmediatamente fue trasladada al hospital de la ciudad. Sin embargo, por el estado de sus heridas, ha tenido que ser transportada en ambulancia hasta Dnipro para ver si allí podía ser operada.
La escritora y sus acompañantes se desplazaban hacia zonas de combate o lugares de refugio donde se resguardaban las personas que habían perdido sus casas, para averiguar qué sucesos habían ocurrido y qué violaciones de sus derechos habían tenido que soportar. Sin embargo, esta vez se encontraban en un espacio seguro, según cuenta Cajigas. Este ataque no tenía otra intención que dañar a la población civil, porque no había cerca "ningún objetivo logístico, ni militar, ni de infraestructuras".
Abad y Jaramillo, heridos leves, han abandonado el país partiendo hacia Polonia, mientras la reportera Catalina Gómez se encuentra siguiendo la última hora del estado de Amelina en Dnipro.
'Un hogar para Dom': retrato de la sociedad ucraniana
Antes de ser investigadora y dejar la ficción, la carrera literaria de Victoria Amelina ya había alcanzado prestigio y reconocimiento (Premio Joseph Conrad y finalista del Premio de Literatura de la Unión Europea). Hace apenas unos meses presentó en España su primera novela traducida al castellano, Un hogar para Dom. Un reflejo de la sociedad ucraniana a partir de sus grises, sin maniqueísmos, partiendo de la realidad de que en una misma familia hay víctimas y cómplices, que el pasado arrastra el peso de la culpa, pero el futuro alberga esperanza. Todo ello sin juzgar a sus protagonistas, desde la visión neutral de un perro.
Cuenta su editor en España que, mientras estaban creando la editorial, entraron en contacto con una serie de clubs de lectura ucranianos en Estados Unidos que les recomendaron la obra de Amelina. "En su propia familia ocurre lo mismo que en la del relato, y es que su abuela también era rusa, es decir, en la familia hay ucranianos y rusos, que comparten visiones distintas, donde hay esperanza en el futuro por parte de las nuevas generaciones, pero también hay cierta nostalgia. Es algo que tampoco nos puede extrañar a los españoles porque también hemos tenido una dictadura muy larga y también tenemos nostálgicos de un período de orden".
Cajigas explica que antes de que ocurriese todo, tenían prevista una presentación del libro en otoño en Madrid para la que esperaban contar con la presencia de la autora. Sin embargo, como todos sus familiares, están muy preocupados por el estado de su salud. "Lo primero es que se recupere, sobre todo por su hijo de 10 años, y ojalá pueda seguir escribiendo, porque tiene una fuerza literaria fuera de lo normal". La fuerza de una escritora que, durante año y medio, ha puesto al servicio de sus compatriotas, sin perder la esperanza en la justicia y dando voz a aquellos a quienes la historia sigue queriendo callar.
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