Tezanos viene en verano con sus encuestas como si viniera con maracas, entre la última alegría, la última locura y el golpe de calor. La verdad es que el verano debe ser alegre y ridículo, que para eso es la infancia jabonosa, hinchable y colorida que nos regala el año. El mismo Sánchez va también con bronceador o con manguitos por nuestras televisiones piscineras, desplegando pucheros y mentirijillas de niño o de pillo de chiringuito. Claro que Sánchez tiene al menos un público de enamorados o de puretas a los que puede camelar o timar con moquetes o con guitarrita de lacio. Uno se pregunta, sin embargo, cuál es el público de Tezanos, para quién se disfraza y actúa Tezanos, él que no acierta nunca pero ahí lo vemos, insistiendo como una orquesta de verano, entre la profesionalidad y la vergüenza ajena. Es como si un señor con las canas y dioptrías de Tezanos nos cantara Cómeme el donut o algo así, que uno piensa, incluso en mitad del grotesco verano y la grotesca campaña, por qué y para qué esa ridiculez, y se queda sospechando si será estafa, insolación o despiporre de crucero de jubilados
Tezanos viene en verano con sus encuestas como si viniera un vejete con camisa hawaiana, que uno no puede evitar mirarla con espanto y conmiseración. PSOE y Sumar, Sánchez y Yolanda (ellos van en pareja veraniega, flotante, airosa y salvadora, como si fueran David Hasselhoff y Pamela Anderson a cámara lenta por su playa imposible sin gordos ni feos), la nueva izquierda divina que nos ha quedado tras la vieja izquierda Frankenstein, en fin, resulta que tendría mayoría según Tezanos. Esto, la verdad, es como tener mayoría según Sandro Rey o, peor, según Bolaños, que es ese chaval lechoso escondido bajo la sombrilla y bajo la camiseta, con miedo del balón de playa y de las aguadillas. Lo que quiero decir es que no se trata de Tezanos, que sólo es como un don Pimpón que ha puesto Moncloa, y por eso nos parece incongruente y nos da calor y grima en el verano (don Pimpón siempre tuvo pinta de pederasta barbudo, la verdad, un poco como tito Berni).
No es Tezanos, sino Moncloa. Las encuestas, o sea las maracas, la camisa hawaiana, la estafa bongosera o de agencia de viajes, no son sino de la Moncloa. Y no es con Tezanos, sino con Sánchez, con quien quieren hacer como otro Cocoon de vejete desahuciado, otra segunda vida como con próstata y caderas nuevas. Ya tengo dicho por aquí que no entiendo la estrategia de Sánchez en esta campaña, o sea su sobreexposición, cuando el presidente no podía ni salir a la calle, no podía ni hacer mítines, no lo querían ni sus barones, que lo tenían por gafe y lo miraban como un capitán de barco mira un paraguas o un ramo de flores. Sánchez, después de haber demostrado que se basta él solito para hundir al PSOE, como si fuera Rompetechos, optó sin embargo por salir a “explicarse”, que es repetir la invocación al desastre. La reacción de Sánchez, claro, fue la de un narcisista, y seguramente las encuestas del CIS tienen la misma explicación, no hacen falta más cábalas ni más psicología.
La ficticia mayoría del PSOE y de Sumar, de Sánchez y de Yolanda, como dos campeones de vóley-playa, no es que movilice a la izquierda más o menos
Nunca entendí que en Moncloa pudiera resultar útil un CIS que no es ya que no tenga credibilidad, sino que es un cachondeo recurrente, como hablar de Leticia Sabater. Pero quizá la explicación fue siempre la misma, el narcisismo, la vanidad. Sánchez está todos los días en la televisión no por estrategia, sino porque no puede evitarlo, no puede hacer otra cosa. Y el CIS da los resultados que da, sobre todo ahora, en la explosión final de personalismo sanchista, por lo mismo. Es ese verse ganador en el espejo como verse guapo en la tele, como verse irresistible ante Ana Rosa, como verse dios ante los pelotas de la Moncloa, que allí ya sólo quedan pelotas (nadie es capaz de decirle la verdad a Sánchez, que de todas formas tampoco la creería). La ficticia mayoría del PSOE y de Sumar, de Sánchez y de Yolanda, como dos campeones de vóley-playa, no es que movilice a la izquierda más o menos. El propio Sánchez tumbándonos en el sofá de casa, como a un amor de verano, para convencernos de que no es lo que parece, de que nunca nos ha mentido y de que nunca nos abandonará, no es que movilice a la izquierda más o menos. Tampoco la calva tostada y un poco rijosilla de Tezanos, como la del maestro Muten Roshi, moviliza a la izquierda ni deja de movilizarla. Es que Sánchez no puede ni sabe hacer ahora nada más que exhibirse y confiar en el embrujo, en la labia, en la tapicería y en Marvin Gaye, como todos los ligones.
Las encuestas se están moviendo, en realidad, mucho menos que Sánchez en la televisión y por supuesto mucho menos que Tezanos con sus maracas. Yo creo que la suerte está echada, salvo metedura de pata catastrófica de Feijóo. España ya conoce a Sánchez, a Feijóo, a Frankenstein, a esa izquierda que ha pasado del caqui al arpa y a ese Vox que está más cerca de acabar en una ermita con huerto de tomates que de colar sus frikadas y locuras en una acción de gobierno. Me parece que España ya sabe todo lo que tiene que saber, ya lo demostró en las últimas elecciones y no va a darse la vuelta ahora porque vengan el vejete marchoso o sospechoso con caramelos ni el guapo peligroso con bronceador. Pero ni Sánchez ni Tezanos pueden evitar hacer lo que hacen, o sea ser lo que son, que además es verano, infancia de los adultos y paraíso coralino de bailones, estafadores y viejos verdes.
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hace 1 año
«No entiendo la estrategia de Sánchez en esta campaña, o sea su sobreexposición, cuando el presidente no podía ni salir a la calle, no podía ni hacer mítines, no lo querían ni sus barones, que lo tenían por gafe». Sigue sin poder salir a la calle. Sigue escondido tras los micrófonos y las pantallas. Sigue contemplándose a sí mismo cual Narciso en su estanque. Sigue con la misma caradura y el mismo uso espurio de las instituciones del Estado en su propio beneficio. Sigue haciendo que hace y confundiendo «movimiento» con «actividad». Y él, su encuestador de cabecera y sus palmeros monclovitas sí podrían hacer otras cosas. Por ejemplo, gobernar para todos los españoles y respetarlos, desde el Rey hasta el último recién nacido. Y no lo hacen.