Las libertades académicas han sufrido un grave retroceso durante la última década. Incluso antes de este decenio los servicios de inteligencia participaban en la elección y selección de profesores e incluso de profesores adjuntos para convertirse en decanos de facultad. El informe de los servicios de inteligencia sobre el candidato ha sido un elemento esencial de su expediente.
El informe de los servicios de inteligencia sobre el candidato ha sido un elemento esencial de su expediente
Actualmente la situación resulta mucho peor. La policía política tiene cada vez más peso en el proceso de selección de profesores adjuntos, aunque todavía no lo domina totalmente. A veces, incluso los profesores de instituto que superan el concurso son eliminados de la lista final si son miembros de la asociación Aladl wal Ihssane u otros grupos de la oposición. Conozco personalmente algunos casos.
A mí mismo me prohibieron dar clases desde 2015, y durante 2023 me despidieron de la universidad por el contenido de mis enseñanzas y publicaciones. Envié toda la documentación necesaria mostrando todos los incumplimientos de mis derechos como profesor por parte de la administración y la seguridad al principal sindicato de Educación Superior SnesSup del que soy miembro pero su secretario general "bloqueó mi expediente", según un miembro de su junta directiva. El SneSup no tomó ninguna iniciativa para defender mis derechos.
Tácticas de represión
Otros gremios también están bajo presión. Los periodistas Aboubaker Jamai, Ali Lmrabet y otras decenas de periodistas críticos se vieron obligados a abandonar el país o al menos la profesión. Durante el curso 2018-2019, pude enseñar clandestinamente a un pequeño grupo de doctorandos durante cinco meses. Pocas semanas después del inicio del curso, la policía política tuvo conocimiento del hecho de que yo había estado enseñando al grupo. Dos de mis estudiantes fueron difamados en la prensa (véase por ejemplo Assabah, Al Ahdath Almaghribya y otros periódicos fechados entre el 28 de diciembre de 2018 y el 3 de enero de 2019).
También el aparato de seguridad, con la ayuda del director de mi instituto, inició un proceso administrativo para despedirme de la universidad. Me acusaron de haber estado ausente durante más de dos meses. Era totalmente falso. Empecé una huelga de hambre en abril de 2019 y publiqué listas de asistencia firmadas por mis alumnos al final de cada curso... Así que la administración no pudo despedirme ese año. Fue el primer intento.
Incluso en los años ochenta y noventa, la situación de las libertades académicas y de expresión no era tan mala como en la actualidad
Todas mis charlas académicas públicas fueron prohibidas o "aplazadas" desde 2014, excepto una en la universidad de Ibn Zohr en diciembre de 2018. No soy, por supuesto, el único caso. La mayoría de los profesores bajo presión prefieren guardar silencio para evitar una persecución más dura. También los periodistas y otros intelectuales y escritores.
Tras una circular del ministro de Enseñanza Superior e Investigación Científica de Marruecos en 2019, cualquier debate o conferencia académica colectiva tiene que ser acordada personalmente por el presidente de la universidad. Incluso en los años ochenta y noventa del siglo pasado, la situación de las libertades académicas y de expresión no era tan mala como lo es en la actualidad.
La mentira oficial
La mentira oficial es uno de los métodos utilizados por los adversarios intelectuales para calumniarme. Hace unos días, el directorio general para la vigilancia territorial [los servicios secretos marroquíes] lanzaron una gran campaña de difamación contra mí. Estos calumniadores, entre los que se encuentran el Consejo Supremo de Ulemas y el Ministerio de Asuntos Religiosos, así como todos los medios de comunicación a sus órdenes, afirman que yo apoyé la quema de un ejemplar del Corán en Suecia por parte de un iraquí. Así, los servicios de inteligencia pueden amenazar mi vida con su falsa propaganda.
La realidad es que condené al iraquí que quemó el Corán y le llamé extremista tres veces. Pero critiqué la retirada del embajador marroquí en Estocolmo. El gobierno no tuvo nada que ver. Rabat quería castigar a Suecia porque sus diputados en el Parlamento Europeo habían votado masivamente a favor de la resolución de condena de la situación de los derechos humanos en Marruecos. Los dos países más cercanos a Marruecos, España y Francia, y en particular sus partidos gobernantes, el de Sánchez y el de Macron, no lo habían hecho.
Maati Monjib es analista político, activista de derechos humanos y, hasta su expulsión, historiador de la Universidad Mohamed V de Rabat. Es una de las figuras más destacadas de la disidencia en Marruecos, por lo que ha sufrido períodos de cárcel y espionaje mediante Pegasus.
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