"¿Puede haber algo más maravilloso que un bebé?". El Facebook de Silvia Acebal recogía este mensaje 12 años de que matase a la criatura que engendró nada más nacer. Eran principios de agosto de 2019. Salió a dar una vuelta con su perra, dio a luz y arrojó al bebé a un contenedor en frente de su casa. Ella tenía 27 años, la víctima apenas tenía horas de vida.

Su familia no tenía ni idea de que estaba embarazada. La de su pareja, Daniel, tampoco. Por eso ella abortó y asesinó al bebé en secreto. Le asestó 53 puñaladas. "No tendré vida suficiente para arrepentirme. Pido perdón a mi familia porque les he arruinado la vida. También a la de Daniel, que siempre me trataron muy bien", dijo en su juicio. El jurado popular le encontró culpable y se convirtió en la primera asturiana condenada a prisión permanente revisable.

El bebé fue encontrado por un hombre que rebuscaba en la basura. Estaba en una mochila. La cogió y, por el peso, pensó que tendría dentro un pequeño electrodoméstico. Cuando el cuerpo se resbaló del interior, creyó que era un muñeco "de esos que hacen hoy en día". Hasta se dio cuenta de lo que tenía ante sí.

Caso complicado

La Policía se encontraba ante un caso complicado. El bebé no tenía papeles, ni nombre ni había pasado por un hospital. Sólo tenían la información que podían sacar de la mochila donde estaba el cuerpo. Partieron por investigar a todas las mujeres que habían dado a luz en las fechas cercanas a cuando se certificó la muerte. Salieron centenares. Los investigadores fueron acotando las sospechosas a la zona donde se encontró el cuerpo. Acebal fue interrogada porque vivía cerca de los contenedores. Negó saber algo al respecto.

El cuerpo se encontró en un contenedor de la calle Genero Suárez Prendes, en el barrio de Nuevo Roces. Se analizaron toneladas de basura durante varias semanas, se plantearon decenas de hipótesis y se revisaron centenares de documentos hasta dar con la madre. El fiscal del caso describió la investigación como “impecable y extraordinaria”. 

“Fue un trabajo ingente de todo un equipo de policías que no descansaron hasta resolver el asesinato. Era algo que no habíamos visto nunca, que te impresiona. Yo he trabajado en el País Vasco, y he tenido que ver a compañeros muertos, y otros muchos asesinatos, pero nada como este crimen”, explicó Ignacio Martínez, jefe de la Udev en la comisaría de El Natahoyo, el grupo que resolvió este suceso que conmocionó a toda la región, en declaraciones a La Nueva España.

Engañó a su pareja

Silvia dio a luz en el colchón de su casa. Tras el alumbramiento, le dio la vuelta y lavó las sábanas. Sin embargo, dejó rastros de sangre en el pasillo. Lo limpió su pareja al volver del trabajo, al que había salido por la mañana en su furgoneta blanca. Silvia le dijo que la sangre era de un quiste, un problema algo aparentemente antiguo para ella. Pero no era cierto. Dos médicos del Hospital Universitario Central de Asturias concluyeron que nunca tuvo algo similar.

Los policías dijeron en el juicio que “nunca” habían visto algo similar al crimen perpetrado por Acebal. El testimonio de dos médicas forenses fue especialmente estremecedor. Examinaron el cuerpo con las 53 heridas cortantes y punzantes. «Fue una muerte violenta. No hay duda de que su intención era matarle. Probablemente, ni una rápida intervención médica le hubiera salvado la vida», aseguraron las forenses. Según el jurado, actuó de manera «consciente, voluntaria e intencionadamente».

Silvia dio a luz en la semana 38 de gestación. Nació vivo y el motivo de su muerte fue un shock hipovolémico. Murió desangrado en torno a las 15 horas del 1 de agosto de 2019. No tenía ni nombre. Fue condenada a prisión permanente revisable. Además, también la condenaron en concepto de responsabilidad civil a indemnizar a su expareja, el padre de la criatura, con la cantidad de 105.000 euros.