Desde que Artur Mas completó la conversión de Convergència al independentismo rompiendo con Unió y concurriendo a las elecciones autonómicas de 2015 junto a ERC, bajo el paraguas de JuntsxSi, se ha especulado en Cataluña con la existencia de una masa de votantes fieles a lo que representó el pujolismo. Huérfanos de ese centro catalanista, posibilista y amigo de la concertación público-privada que durante 23 gobernó Cataluña a su antojo bajo la batuta de Jordi Pujol.

El próximo septiembre, el último de los partidos que han apelado a ese espacio en el que supuestamente dormitaban entre 100.000 y 300.000 votantes según las versiones podría echar el cierre. El Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCat) convocará una asamblea extraordinaria para decidir si disuelven el partido tras haber quedado fuera del Parlament en las elecciones de 2021 y del Congreso este julio.

Un camino que ya han recorrido antes Unió Democràtica, Centrem, Lliures, la Lliga, Convergents y hasta Valents, que en cierto modo se presentaba también como heredero de ese espacio.

Apelación al pujolismo

De nada ha servido la desacomplejada exaltación del legado convergente abanderada por su candidato en las generales, Roger Montañola. Desde el nombre de la candidatura, PDeCat-Espai CiU, y el lema de la campaña "Ara toca" (ahora toca) en referencia al avui no toca de Pujol, a la reivindicación del peix al cove (pájaro en mano) con el que durante lustros se defendieron las negociaciones de Pujol con PSOE y PP a cambio del apoyo de CiU a la gobernabilidad de España.

Tampoco la reclamación a la Junta Electoral (JEC) para hacer valer sus derechos electorales, en contra de las pretensiones de Junts. El PDeCat se quedó con el total de la cuota electoral en los medios públicos para promocionar a su nuevo candidato. Pero Junts hizo valer su peso político e institucional para mantener su cuota de espacio pese a los designios de la JEC

El PDeCAT obtuvo 31.687 votos en las generales del 23J, por debajo del 1%, perdiendo los cuatro diputados conseguidos tres años antes en coalición con Junts. En las autonómicas de 2021 la formación, liderada entonces por Àngels Chacón, obtuvo 77.000 votos y también se quedó fuera del Parlament.

En esas elecciones, el partido todavía contaba con el apoyo de Mas, que este julio pidió públicamente a la formación que él fundó que no se presentara a los comicios para no perjudicar a Junts. Tras el resultado de las urnas, la dirección del partido que lideran David Bonvehí como presidente y Marc Solsona desde la secretaría general se ha dado el mes de agosto "para reflexionar" avanza Europa Press, sobre el futuro de la formación, que Mas ya propuso liquidar en 2021.

La herencia del 3%

El partido sí conserva representación municipal. 200 concejales obtenidos el pasado mayo que una parte de la organización esgrime como argumento para seguir adelante, por lo menos con una estructura centrada en el ámbito local. El otro, menos agradable, es la causa abierta en la justicia por el 3%, en la que el partido ha sido imputado como heredero de Convergencia.

"El partido debe leer muy bien las circunstancias y motivos del resultados. Entiendo que son múltiples factores y tenemos que analizarlo de cara al futuro", añaden otras fuentes, partidarias de que el partido siga adelante pese a los malos resultados.

"Habrá que ver cómo está económicamente el partido", recalcan dirigentes de la formación, que explican que después de las elecciones catalanas, en febrero de 2021, se hizo un plan económico para poder pagar al personal y a los proveedores y que se ha ido cumpliendo, aseguran.

Pese a no estar en el Congreso ni en el Parlament, reivindican que tienen alcaldes, concejales, representación en consejos comarcales y en la Diputación de Lleida, algo que consideran que demuestra que el partido tiene su espacio electoral.

Pendientes de Junts

Entre los defensores del proyecto, destacan los que defienden aguantar hasta ver qué pasa en Junts. El partido que preside Laura Borràs vive en permanente tensión entre el ala posibilista, liderada por los ex consejeros Jaume Giró, Victoria Alsina o Lourdes Ciuró, y los ortodoxos alineados en las posturas de Carles Puigdemont.

Si el sector duro de Junts sigue imponiéndose, argumentan, el espacio dibujado por el PDeCat en estas elecciones acabará teniendo traslación electoral. Si además se produce un cisma en el seno del partido de Puigdemont, los pragmáticos podrían acabar recabando en la formación heredera de CDC.

También hay quien, más allá de cuestionar que el partido se presentara a las generales y el discurso que se hizo, apuntan que el futuro del PDeCAT puede pasar por lo que ocurra en Junts, donde conviven una ala más pragmática con otra más rupturista.