El incidente protagonizado por guardias civiles en un prostíbulo en Cantabria en diciembre de 2022 tiene un cariz político. Según ha podido saber El Independiente, uno de los involucrados es "amigo" del entonces presidente de la región, Miguel Ángel Revilla.
Los hechos se remontan al puente de la Constitución del año pasado. Un grupo de agentes de la Benemérita de la Agrupación de Tráfico de Santander se dispone a celebrar una fiesta. El motivo: un cabo primero es trasladado a su nuevo puesto en Asturias y quieren despedirlo. Tras la comida continuaron la celebración en el club de alterne New Borgia, de la misma localidad.
La reserva la hizo el agente J. M H., jubilado en agosto de 2023, y al que se le conoce como "Boligrafín", apodo que le puso Revilla años atrás porque "desgastaba los bolígrafos poniendo multas", según contó en su libro Ser feliz no es caro (Espasa) en 2016: "Nos hemos hecho bastante amigos", llegó a escribir . "En Cantabria había un guardia que se hizo famoso porque batía el récord de multas. Le puse el apodo de "boligrafín", y ahora todos le llaman así", detalló en un tuit de 2013.
Los hechos
Una vez en el prostíbulo, un par de agentes siguieron a sendas trabajadoras sexuales hasta las habitaciones. De repente uno de ellos bajó enfadado con el servicio prestado. Reclamó a la encargada que le devolviese su dinero, mostrando su número de identificación de la Guardia Civil. La encargada, a desgana, procedió a reembolsar la cantidad menos los 20 euros del servicio de sábanas. Una asociación profesional denunció estos hechos, pero no se abrió ningún expediente sancionador tras la correspondiente investigación interna porque no se identificó a los agentes.
La Unión de Oficiales (UO), la asociación que representa a los mandos del Instituto Armado, consideró que el agente pudo incurrir en un delito de extorsión aquella tarde. También cree que el coronel al frente de la Comandancia de Cantabria, Antonio Orantos, pudo incurrir en una "omisión del deber de perseguir delitos". La UO denunció los hechos al considerar al mando el "responsable que, al parecer, obstruyó y tampoco dio cuenta a la delegada del Gobierno en Cantabria, Ainoa Quiñones, ni al Mando de Operaciones de la GC", cargo que ostenta el teniente general Félix Blázquez. El Juzgado de Instrucción número 1 de Santander abrió diligencia previas para esclarecer lo ocurrido, tal y como adelantó este periódico.
El papel de 'Boligrafín'
Según las pesquisas internas de la Guardia Civil, el gerente del New Borgia manifestó que "recibión una llamada de teléfono de un guardia civil del que conoce que le llaman por el sobrenome de "Boligrafín" y pertenece a la Agrupación de Tráfico (...) Le comentó que ese mismo día irían al establecimiento unos cuantos compañeros suyos".
Fuentes de la Benemérita apuntan a que no se puede saber si "además de llamar", este agente bautizado por Miguel Ángel Revilla también acudió aquella tarde al prostíbulo. "No podemos saberlo porque el coronel no lo ha investigado", señalan en referencia a Antonio Orantos.
Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria cuando sucedieron los hechos, detalló en su libro de 2016 cómo conoció a "Boligrafín": "Me hablaron en concreto de un guardia, llamado J. M. H., que desgastaba los bolígrafos poniendo multas. Era el ídolo de los mandos de la Comandancia. Me entregaron documentación acreditativa de la «eficaz labor» de este guardia civil, con la que me demostraron que había días que expedía más de cincuenta «recetas»".
Ante esto, Revilla convocó una rueda de prensa para denunciar esa presunta "estrategia" recaudadora de los agentes de Tráfico. La cita tuvo bastante repercusión en la prensa local. "En un recuadro [el Diario Montañés], hablaban en concreto de las fechorías del agente al que bauticé como Boligrafín, por su agilidad a la hora de mover el bolígrafo para poner multas".
"Es probable que me haya votado"
Pasaron los años y Revilla no volvió a saber de este agente. Una noche, conduciendo desde Laredo hasta su casa en El Astillero, a cinco kilómetros de su destino, vio por el retrovisor a dos motoristas de Tráfico siguiéndole. Antes de desviarse le ordenaron que detuviese el coche. Después de indicarle que no había puesto un intermitente en un giro, uno de los agentes se quitó el caso. "Llevo casi quince años intentando cazarle. Soy Boligrafín. Usted me ha quitado el nombre y los apellidos. Por su culpa, hasta mi familia me llama Boligrafín", le dijo al presidente cántabro. "He de decir que, pasado el tiempo, nos hemos hecho bastante amigos. Hasta es probable que me haya votado en las últimas elecciones", escribió en 2016 Revilla.
Este periódico ha contactado con el entorno del expresidente Revilla para saber si era conocedor de los hechos en el club New Borgia, hasta qué punto llega su relación con el agente al que puso el mote y si conoce por qué se archivó la investigación interna en la Comandancia de Cantabria, pero no ha obtenido respuesta.
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