Al rebuscar esta semana entre las fotos de juventud de María Teresa Campos o María Jiménez con motivo de su triste fallecimiento, volvemos a ver algo que de entrada nos sorprende. Estas dos estrellas de la cultura popular española tenían algo que ya nunca se ve en televisión: dientes imperfectos. Una característica que cada vez es más complicado encontrar en una persona pública. A día de hoy, cuando se enciende la televisión, es muy difícil ver a alguien con un incisivo montado sobre el diente de al lado, como era el caso de María Jiménez, o con un esmalte con un tono que vire del marfil al amarillo. Cabe preguntarse si en nuestros días la cantante hubiera podido ser la estrella que fue sin pasar por el ortodoncista.
Hemos hablado con un dentista especializado en estética para que nos explique por qué se ha producido este cambio tan sustancial, que según él es una cuestión puramente cultural. "Desde que existe Hollywood, en Estados Unidos han trabajado con carillas. Eran de cerámica al principio, se ponían sobre los dientes, y la gente se las ponía y se las quitaba", nos cuenta el odontólogo Samuel Rodríguez López.
En aquel momento, la industria del cine seleccionaba a sus protagonistas en castings de belleza; solo después se les ofrecían clases de interpretación y canto. Aquellos que tuvieran algo que corregir se sometían a todo tipo de tratamientos estéticos primigenios, entre los que se encontraban los dientes. El doctor Rodríguez López señala el caso de Frank Sinatra, cuyos dientes perfectos, blancos y con una forma excesivamente cuadrada son un ejemplo de esta época.
La tendencia ha tardado décadas en extenderse por el resto del mundo. Sí existen casos tempranos y muy específicos, como el de Brasil. Allí la inmigración japonesa y su peculiar cultura estética se fusionaron con la preocupación brasileña por la belleza física para alumbrar un fenómeno muy particular alrededor de la perfección dental.
"En España todavía es un nicho, es cultural", nos cuenta el doctor Rodríguez. "Para los dentistas españoles está mal visto coger unos dientes sanos y ponerles carillas", aunque admite que es una tendencia que "ya está llegando". Como la moda, ya extendida en países europeos como Reino Unido, de los dientes grandes, cuadrados y tan blancos que son casi azules.
El cambio generacional a través de los dientes
Sin embargo, casos como el de María Jiménez también están marcados por el cambio generacional. El cuidado de la boca pasó de ser un lujo a convertirse en algo más democratizado a partir de la segunda mitad del siglo pasado, junto con la mejora de la salud general y la alimentación. "Ya no hay niño que no pase por el ortodoncista", nos cuenta el odontólogo. "Casi nadie llega a la consulta con la boca destrozada de no haberla cuidado nunca", añade.
Históricamente tener los dientes bonitos era un símbolo de estatus social. Esto ha cambiado con la democratización de los tratamientos odontológicos. Pero con ello también ha llegado el ruido alrededor de la estética dental. Por ejemplo, los tratamientos blanqueadores que se venden como productos cosméticos. En Estados Unidos llega a extremos verdaderamente sorprendentes con tiras blanqueadoras, carbón activo o productos con luz azul. "Los productos de clínica dental son sanitarios. Son los que funcionan y son los que están controlados por un profesional"; si no, pueden suponer un riesgo para la salud, advierte Rodríguez.
Los dientes imperfectos siguen siendo bellos
Este especialista insiste en que unos dientes perfectos no tienen por qué ser los más bonitos. Casos como el de Georgia May Jagger o Madonna, cuyo diastema (los incisivos centrales separados) es parte de su imagen, lo demuestran. Hay ejemplos de otros famosos que han renunciado a sus dientes imperfectos, como Luis Miguel o Anna Paquin, que corrigiendo su diastema renunciaron a una parte importante de su identidad. "Es una muestra de personalidad", asegura el dentista, que reitera que en el día a día vemos a gente guapísima que no tiene la dentadura reluciente que últimamente parece indispensable para salir en televisión.
"En algunos sitios ya es tan raro encontrar dientes naturales como labios sin ácido hialurónico", añade. Por lo tanto, casos como el de María Jiménez, o más recientemente el de la artista Samantha Hudson, son auténticas demostraciones de disidencia. Para Hudson, su dentadura es una seña de identidad, y mostrarla como es una manera de expresión. Y la muestra está en que es la portada de su último disco.
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