Pedro Sánchez ya tiene en sus manos las llaves de La Moncloa. El hombre al que hace poco más de un año JPMorgan calificó de "riesgo" para el país se convertirá en el rector de sus destinos, tras derrocar a Mariano Rajoy con su moción de censura.
La España de la que Sánchez toma los mandos es un país inmerso desde hace años en un ciclo económico virtuoso que le ha granjeado las alabanzas de las más diversas instituciones y que se ha traducido entre otras cosas, en una sucesión de subidas de rating que sitúan de nuevo su solvencia entre las de los Estados considerados más seguros. Si los mercados, por lo general, son poco amigos de los cambios, menos lo son cuando consideran que el rumbo trazado es el correcto.
Todo esto provoca que el relevo en la presidencia del Gobierno español venga acompañado de temores sobre el fin del romance que la economía nacional ha vivido con los inversores en los últimos tiempos. Ya, de hecho, desde algunos frentes -por lo general próximos al PP- se ha tratado de culpar a la moción de censura socialista de las renovadas tensiones experimentadas esta semana por la prima de riesgo nacional. El fantasma del mismo PSOE que dejó tras su último mandato una economía postrada -plasmada en una prima de riesgo en cotas históricas- ha sido agitado como señal de la amenaza que se cierne sobre España.
Sin embargo, este jueves, el mismo JPMorgan, el mayor banco del mundo por valor en bolsa, se mostraba extremadamente calmado sobre el posible impacto de la moción de censura. Visiones similares han planteado en los últimos días distintas firmas de inversión. Para todas ellas, la salida más factible a la situación política española pasa por la convocatoria de unas elecciones anticipadas en los próximos meses. Al fin y al cabo, el nuevo Gobierno de Sánchez se yergue sobre un conglomerado de intereses políticos contrapuestos que hace poco factible sacar adelante un programa mínimamente efectivo.
En cambio, unos nuevos comicios darían la posibilidad, atendiendo a las encuestas más recientes, de formar un Ejecutivo más estable que el actual, que probablemente tomaría la forma de una coalición entre Ciudadanos y PP o Ciudadanos y PSOE y que contaría con la fuerza suficiente para adoptar una serie de reformas que se consideran imprescindibles para revestir de mayor solidez el ciclo económico actual y que llevan años paralizadas por la escasa capacidad de acción del Gobierno de Rajoy.
Pero incluso si Sánchez probara a mantenerse en el cargo por un tiempo más que el imprescindible para convocar elecciones, es probable que el nerviosismo no se desborde -al menos de momento- en los mercados. El propio líder del PSOE puso este jueves la venda antes que la herida al garantizar que mantendrá los presupuestos planteados por Rajoy y que ya cuentan con el visto bueno del Congreso. Esta medida, destinada a captar el apoyo del PNV a la moción, supone, no obstante, una garantía frente a una de las principales dudas que podrían brotar entre los inversores.
La decisión de Sánchez de asumir los presupuestos de Rajoy aleja, de inicio, los temores a que adopte una política fiscal demasiado expansiva
En un entorno marcado por los arduos avances de Europa hacia una mayor integración económica, dos son los factores que más eficaces se han mostrado a la hora de perturbar la confianza del mercado: las posturas euroescépticas y la indisciplina financiera. Precisamente, los dos elementos clave de la reciente tormenta italiana.
En el caso del nuevo Gobierno español, ambos riesgos parecen contenidos: ni Podemos, pata fundamental de la nueva mayoría parlamentaria, se manifiesta ya como un partido de posturas radicalmente antieuropeas ni Sánchez contará con excesivo margen para unas políticas fiscales demasiado laxas si se amolda a lo dictado por los presupuestos. Poco más le pedirán en primera instancia los inversores. Los buenos resultados cosechados en los últimos años por el tripartito de izquierdas en Portugal suponen el mejor ejemplo de que, respetando unas reglas básicas, los mercados son capaces de amoldarse a políticas de distinto sesgo.
Sin grandes golpes de timón, los analistas confían en que la economía española proseguirá la senda de la recuperación
Sin grandes golpes de timón en la marcha del país, la recuperación de la economía debería ser capaz de seguir su curso. "La inercia de la economía española es fuerte", observaban en un informe reciente los analistas de Arcano, quienes auguraban que "el PIB seguirá creciendo a un ritmo del 2,0-2,5% al menos hasta 2020, con riesgos acotados (desempleo a la baja, salarios al alza, deuda total sobre PIB reduciéndose y superávit de cuenta corriente)", pasara lo que pasase en la moción de censura.
En la misma línea, un informe de Goldman apunta que "no es probable que un cambio de gobierno perturbe la economía en España". Por ello, el gigante americano sigue previendo un "crecimiento económico robusto en 2018 y 2019". Durante la preparación de las nuevas elecciones, "el nuevo gobierno puede verse incentivado para adoptar una política fiscal ligeramente más expansiva", añade.
Los riesgos del gobierno del PSOE
Aun así, algunas firmas dan la voz de alerta. El banco de inversión Alantra advierte de que "los riesgos de un gobierno liderado por el PSOE apoyado por los populistas y los partidos nacionalistas son obvios: impuestos más altos, gasto social, menos disciplina fiscal y mayores concesiones a los partidos nacionalistas, que terminarían dañando la confianza empresarial y del consumidor, así como la economía".
Matizan que "estos riesgos se ven mitigados por la debilidad y la heterogeneidad del gobierno que pueda formarse -el PSOE tiene 84 escaños de los 350-, por el compromiso de respetar el presupuesto aprobado por el PP para 2018 y por el hecho de que el PP tiene una mayoría en el Senado, que es donde se validan las leyes. Esto significará que es poco probable que el nuevo Gobierno pueda hacer mucho, lo que limita los riesgos".
En cuanto al riesgo de una mayor incertidumbre política que está afectando a la economía, "la historia reciente mostraría que es probable que el posible impacto negativo sea pequeño", consideran en Alantra.
Grandes fondos de inversión internacionales tampoco muestran una profunda preocupación por la inestabilidad política en España. Mondher Bettaieb, gestor de Vontobel Asset Management, se muestra claro: “Francamente, no está habiendo reacción al cambio de gobierno. La hubo hace unos días, pero rodeada de la volatilidad por la situación política en Italia, así que no sabemos si se trató de un evento de volatilidad de mercado o a la moción de censura en España. Era difícil saber de dónde procedía la debilidad. En los últimos dos días España se ha recuperado muy bien, sobre todo por el lado de los bonos soberanos y los bancos”.
El gestor subraya que “los fundamentales de la economía siguen siendo excelentes", por lo que no cree que vaya a haber cambios en la confianza sobre la evolución de la economía española. "Esperamos que la recuperación continúe, con lo que no estamos preocupados", asegura. “La única duda es si el nuevo gobierno va a seguir la misma línea que Rajoy sobre la situación de Cataluña. Esto es clave, pero no creo que vaya a haber ningún cambio. Y si esto es así, la debilidad que hemos visto en los bonos soberanos españoles debería disiparse durante el mes de junio”, opina.
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La pasividad con la que la prima de riesgo española ha asistido a cuanto acontecía en el Congreso de los Diputados durante las últimas horas parece la más clara señala de que el nuevo Gobierno de Sánchez cuenta, al menos, con el beneficio de la duda por parte de los inversores. Pero este crédito puede tener una fecha de caducidad muy temprana. Al mercado le gusta el discurrir actual de la economía española y al presidente y su equipo tendrán que evitar que sus planes se manifiesten como una enmienda a la totalidad, un nuevo día cero, capaz de cambiar dramáticamente su curso.
Cualquier desliz en este sentido puede ser fatal. Porque no se puede olvidar que España debe enfrentarse en los próximos trimestres al esperado fin de las políticas de estímulo por parte del Banco Central Europeo (BCE), pieza fundamental en la mejora de los últimos años, y lo hará, previsiblemente, sin el respaldo de alguno de los principales apoyos de la recuperación económica, como han sido la debilidad del euro, el abaratamiento de la energía o la expansión sin precedentes del sector del turismo. Retos demasiado serios como para encararlos sin el respaldo del mercado.
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