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Las voces que susurran al presidente

Las voces que susurran al presidente
El Gobierno de Pedro Sánchez. | EFE

Cuentan en Ferraz que un miembro de la Ejecutiva federal que aparecía en las quinielas de ministrables se compró un traje de chaqueta para su toma de posesión. No recibió la llamada del presidente del Gobierno y el traje volverá a la tienda o quedará guardado en una esquina del armario como recuerdo de la decepción. Un disgusto generalizado en la cúpula del PSOE empezando por su vicesecretaria general, Adriana Lastra, que se ha quedado sin ministerio por falta de formación académica. A partir de ahora se ocupará del partido a nivel orgánico e institucional como nueva portavoz en el Congreso.

Otros dirigentes socialistas se lamentan de haber llevado de su mano a Ferraz a personas que hoy lucen cartera ministerial y todos se sorprenden de que Sánchez haya prescindido de sus dos colaboradores más cercanos durante los últimos años: la directora de comunicación del PSOE, que seguirá en el partido en vez de trabajar en Moncloa, y su jefe de gabinete, que "no ha sabido entender" que incumplía requisitos como la fluidez de idiomas y ha decidido volver a su puesto de funcionario en la FEMP rechazando otras ofertas en el gabinete presidencial. Sánchez quería que todos los ministros contaran con una carrera profesional y "un sitio al que volver" si el Gobierno cae de forma precipitada.

La mayoría de los denominados por sus rivales como las "viudas de Pedro", los que penaron su caída y le acompañaron en su lucha de David contra Goliat en las primarias del PSOE, se han quedado por el camino salvo José Luis Ábalos, secretario de Organización y único ministro sin currículum de prestigio (es consultor de Cooperación Internacional) como titular de Fomento. ¿Por quién los ha sustituido Pedro Sánchez? A tenor de la composición de su Gobierno es evidente la influencia ejercida por su ahora vicepresidenta, Carmen Calvo, y por el consultor político Iván Redondo, flamante jefe de gabinete.

Ambos han sido las personas que más tiempo han pasado y susurrado al oído del ahora presidente socialista durante los últimos meses. Calvo, con hija y nietos en Madrid, pasaba en la capital y en Ferraz todo el tiempo libre que le dejaban sus clases como profesora de Derecho Constitucional en Córdoba. Mientras otros dirigentes ponían rumbo a sus ciudades los viernes, ella daba la rueda de prensa con la que cerraba la semana tras la reunión del consejo asesor del secretario general que coordinaba.

Por su parte, Redondo se había abierto hueco en el núcleo de confianza de Pedro Sánchez, con el que compartía estrategia y almuerzos muchos lunes junto a Ábalos, Lastra y el equipo de Organización, con el que colaboraba estrechamente. Su consejo pesaba cada día más en las decisiones del líder socialista, hasta el punto de generar recelos en el resto de la cúpula de Ferraz por marcar la estrategia política. Fue firme defensor de la moción de censura a pesar de las dudas mostradas por otros dirigentes socialistas. Acertó, consolidándose como persona de máxima confianza del ya presidente.

A Calvo y Redondo se les atribuye sorpresas del Gobierno como el fichaje de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, hasta ahora consejera del Gobierno andaluz. La flamante ministra no había dudado en desmarcarse de la línea oficial del partido en Andalucía. Cuando Susana Díaz organizó la candidatura de Carmen Chacón para sustituir a José Luis Rodríguez Zapatero al frente del PSOE en 2012, la entonces consejera de Salud fue pública partidaria de Alfredo Pérez Rubalcaba. Desde entonces, la presidenta de la Junta de Andalucía la ha tratado con desconfianza  y ha visto en ella una potencial rival, por eso ha intentado que no abandonara su gabinete. "¿Te vas a ir sólo para un año?", la ha intentado frenar.

Tras la victoria de Sánchez sobre Díaz en las primarias del año pasado, Montero se ha dejado querer por el sanchismo. De hecho, era prácticamente la única que cogía el teléfono a los representantes de Ferraz cuando había que analizar cuestiones como la financiación autonómica. Esa interlocución, abierta por Carmen Calvo, ha llevado a oídos del líder del PSOE la noticia de que en el Gobierno andaluz había una consejera nada hostil con la que podría contar en su proyecto.

Su salto al ministerio le sitúa, como temía Susana Díaz, como  potencial adversaria de la presidenta en primarias en un futuro en Andalucía, una amenaza en toda regla. El Gobierno también se presenta como plataforma electoral de perfiles como el de Meritxell Batet (Cataluña) o Carmen Montón (Valencia).

Carmen Calvo también es paisana y amiga de otro ministro, Luis Planas, titular de Agricultura, con el que Pedro Sánchez ha coincidido en sus últimas visitas a Bruselas, donde ejercía de secretario del Consejo Económico y Social de la Unión Europea tras haber sido embajador de España en Marruecos y ante la UE. La vicepresidenta había trabajado con él en Gobiernos de Manuel Chaves y fue ella, entonces ex ministra, la socialista más reconocida en una pequeña sede sin aire acondicionado de su barrio cordobés, donde Planas presentó una modesta candidatura en julio de 2013 para intentar desbancar a Susana Díaz como sucesora de José Antonio Griñán en la Presidencia de la Junta.

Ni siquiera llegó a las votaciones. Con Alfonso Rodríguez Gómez de Celis como jefe de campaña -hoy miembro de la Ejecutiva Federal junto a José Antonio Rodríguez, que también presentó candidatura- Planas no alcanzó los 6.860 avales necesarios para dar la batalla frente a los 22.000 que logró la entonces consejera de Presidencia, que fue proclamada sin urnas, como intentó hacer luego, en 2014 y en 2016, a nivel federal.

Planas, entonces consejero de Agricultura de Griñán, dio el paso "por responsabilidad" tras una conversación con su hijo, al entender que el PSOE estaba en riesgo de caer en manos de una nueva generación de apparátchik como Susana Díaz o Mario Jiménez. Tras perder abandonó la Junta. En su toma de posesión este jueves, Planas ha contado que recibió la llamada de Pedro Sánchez mientras paseaba entre olivos en Montoro (Córdoba). "Perfecto, me dijo, porque es el lugar ideal para el ministro de Agricultura”, ha desvelado.

A Calvo se le atribuye también cercanía de otros cuadros de segundos niveles del Gobierno mientras la influencia del nuevo jefe de gabinete de Sánchez se hace sentir en candidaturas como la de Pedro Baños como nuevo director de Seguridad Nacional. Baños coincidió con Iván Redondo en programas de televisión como experto en geoestrategia.

En conversación con El Independiente, Baños se ha limitado a confirmar que “le han propuesto el cargo, junto a otros dos candidatos, y que él no se ha ofrecido”. Sería un fichaje mediático para el Gobierno de Pedro Sánchez dado su gran eco en las redes sociales y su éxito como divulgador. Curiosamente, la ministra del ramo, Margarita Robles, ha tenido que preguntar quién es cuando ha visto su nombre en los medios de comunicación.

Precisamente Robles, a la que se atribuye una negociación para hacerse con el Ministerio del Interior que ella niega, es persona cercana del titular de esa cartera, Fernando Grande-Marlaska. Su llegada al Gobierno se produce después de que Sánchez contactara con él, entre otras personalidades, para conocerlos y tantearlos como posibles fichajes estrella para distintas candidaturas. Al proceder de la órbita del PP, en el Gobierno se le quiere ofrecer un "tiempo de adaptación".

La opinión de Iván Redondo también influyó en descartes de candidatos a ministros como Beatriz Corredor, que estaba en las primeras listas y que cayó por "motivos de oportunidad política", como lo hizo Cristina Narbona, pendiente también de la entrada en el gabinete de su pareja, Josep Borrell. Al contrario que muchos otros, a él sí le convenció el hecho de que el cargo se antoje corto: entre uno y dos años.

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