"Es lamentable lo que están haciendo en la Guardia Civil. Les van a hacer lo que a nosotros", razona en voz alta un antiguo alto mando de la Policía Nacional. La gestión que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, está haciendo de los puestos de mando del Instituto Armado no pasa desapercibido para antiguos responsables del otro cuerpo de seguridad español.
Ascensos, cambios de competencias, ceses, negación de medallas para jefes... La lista de "tropelías" que el ministro ha hecho en la Guardia Civil en los cinco años que lleva al frente de su departamento es larga. Excomisarios ven en estos movimientos una "politización" del cuerpo, algo que, bajo sus puntos de vista, ya pasó en la Policía.
La Policía ha sido tradicionalmente el Cuerpo que los políticos han podido configurar al antojo de cada Gobierno. El director general, que es escogido a dedo por el ministro de turno, nombra a los comisarios principales que crea oportuno. Los escogidos suelen ser de la cuerda del partido que manda en Moncloa en ese momento, sobre todo en áreas marcadas relacionadas con la investigación de la corrupción.
En la Guardia Civil es más difícil que eso pase. Aunque el director general también es elegido por el ministro, los ascensos y los cambios de competencia tienen unas reglas más rígidas. El espíritu militar del Instituto Armado juega aquí un papel fundamental. Cuando hay un cambio del máximo responsable del Cuerpo suele heredar los tenientes generales (el escalafón más alto) hasta que pasan al retiro. Lo normal es que sí que elija al Director Adjunto Operativo (DAO), aunque los nombres que tiene para elegir son finitos.
Ceses y ascensos
Los ceses y ascensos tampoco se hacen de manera arbitraria, aunque el mandato de Marlaska ha estado marcado por ello. Lo intentó con el coronel Diego Pérez de los Cobos y lo logró con Manuel Sánchez Corbí. Son los casos más sonados en los que la Justicia siempre se ha inclinado en favor de los mandos. Y los que sirven a antiguos jefes de Policía para ver una "politización" de la Benemérita.
El primer caso, el de Pérez de los Cobos, ha sido el mayor dolor de cabeza del ministro desde 2020. Entonces le cesó como jefe de la Comandancia de Madrid por, supuestamente, pérdida de confianza. El coronel recurrió a los tribunales al considerar que el movimiento de Marlaska tenía más de venganza que de una cuestión operativa, y le dieron la razón. El Tribunal Supremo sentenció que la decisión fue "ilegal" y que se debió a que el unifirmado no informó de una investrigación secreta sobre el coronavirus y las manifestaciones del 8 de marzo de aquel año.
Sánchez Corbí dirigía la Unidad Central Operativa (UCO) en 2018 cuando Marlaska se cruzó en su camino. Aquel año el Ministerio del Interior informó a los investigadores que los fondos reservados con los que llevan a cabo sus operaciones se había acabado. Aquella información acabó en la prensa, y el nuevo ministro decidió acabar con el coronel, aunque hay quien relaciona su cese a una petición del PNV a Pedro Sánchez a cambio de apoyarlo en su moción de censura a Mariano Rajoy.
A diferencia con De los Cobos, el Tribunal Supremo si vio motivado el cese de Corbí. Con la sentencia del primero de los coroneles, la Justicia complica el cese discrecional de cargos en la Policía y en la Guardia Civil. Ya no bastará la mera pérdida de confianza.
Medalla ganada
La inquina de Marlaska con estos dos uniformados ha ido más allá de cesarlos de sus puestos. El ministro otorgó una medalla de plata a los autores de un libro sobre la lucha contra ETA. Se la dio a todos menos a uno, a Sánchez Corbí. Al final los tribunales, una vez más, dieron un revés al ministro y le obligó a darle la insignia al coronel, que abandonó el Cuerpo para pasar a la empresa privada.
A Pérez de los Cobos le negó el ascenso a general en varias ocasiones, a pesar de conseguir la mejor puntuación entre todos los candidatos. El Tribunal Supremo le volvió a dar la razón, y ha declarado nulos los nombramientos de generales de brigada de Francisco Javier Sánchez Gil, Arturo Prieto Bozec y Antonio José Rodríguez Medel Nieto y ahora las actuaciones deben retrotraerse al momento inicial del proceso.
Otra de las pruebas de esa "politización" que denuncian los ex mandos de Policía también está en otro ascensoa general. En este caso en el David Blanes, que fue el elegido para sustituir a Pérez de los Cobos en Madrid tras su cese y tras el rechazo de varios coroneles. Para llegar a general, los agentes tienen un año concreto dependiendo de su promoción. En el caso de Blanes, Marlaska se lo saltó en detrimento de otros coroneles.
Te puede interesar
3 Comentarios
Normas ›Comentarios cerrados para este artículo.
Lo más visto
- 1 Esto es lo que ocurre si se aplica Aloe Vera en la cara a diario
- 2 Lobato: morir matando. Por Casimiro García-Abadillo
- 3 Europa se plantea enviar tropas a Ucrania
- 4 Una mujer de 63 años mata presuntamente a su marido en A Coruña: "Estaba bastante cansada de él"
- 5 Bulos, bulos, bulos, bulos... y yo
- 6 En aquel Peugeot de Sánchez estaba todo
- 7 El entorno de Ayuso se frota las manos: "Lobato se ha ahorcado solito"
- 8 Lobato, otro soplón u otro triste
- 9 El estremecedor relato de Santiago Posteguillo con la DANA
hace 1 año
El sanchismo está hasta en la sopa por tanto vamos a tener que dejar hasta de de comer, muy lamentable
hace 1 año
Lamento tener que rechazar rotundamente el contenido de este artículo. La opinión que se vierte en él sobre la politización de la Policía Nacional es falaz. Los Comisarios Principales alcanzan esa categoría mediante un riguroso proceso de selección y formación. Ningún Comisario Principal atesora una antigüedad inferior en el Cuerpo a los 30 años. Los políticos es cierto que intentan influir y doblegar a todos los servidores de la Administración, sea civil o militar, para que vayan en su dirección. Afortunadamente no suelen conseguirlo. La eficacia de la Policía Nacional demuestra que se rige por criterios bastante objetivos. Y la Prensa? No está manipulada? Infórmense, por favor, mejor antes de vertir inexactitudes tendenciosas.
hace 1 año
Pérez de los Cobos, el oficial que abandonaba cualquier investigación y ponía a trabajar a todos sus agentes en la fabricación de bulos cada vez que se lo pedía el PP para sus terminales mediáticas.