"Está entre Falcon Crest y Puerto Hurraco". Así describe la guerra familiar que le ha costado el puesto al ya ex presidente de El Corte Inglés, Dimas Gimeno, una fuente cercana al consejo de administración que ha vivido muy de cerca la crisis que tiene en vilo el futuro de la empresa. "No se entiende lo que está pasando sin comprender por qué las dos familias se odian tanto". Y añade: "Esto solo lo puede contar bien Vargas Llosa".
A falta de que el premio Nobel de Literatura se anime a adaptar la historia de la saga familiar de los descendientes de Ramón Areces, el emblemático patriarca familiar que fundó en 1935 el imperio ahora en problemas, esta historia de odios, ambiciones y traiciones familiares se conforma con protagonizar la prensa económica, poco habituada a hablar sin tapujos de la poderosa compañía que durante décadas fue sinónimo de discreción (y el principal anunciante del país).
En realidad, hay que retrotraerse a los tiempos de Areces para entender por qué su sobrino nieto Dimas Gimeno ha sido expulsado de la presidencia a los cuatro años de acceder al cargo. Y cuál fue el gran error que le ha costado el puesto. Creyó este directivo que acceder al cargo con 39 años en 2014 por ser el sobrino predilecto de Isidoro Álvarez, que a su vez fuera el sobrino predilecto de Areces, sería suficiente para ganarse la lealtad y el respeto del consejo. No le bastó llevar "en la sangre el ADN de El Corte Inglés", como él mismo destacaba en su carta de despedida como presidente.
Hay que retrotraerse a los tiempos de Areces para entender por qué su sobrino nieto Dimas Gimeno ha sido expulsado de la presidencia a los cuatro años de acceder al cargo
Por eso no era inocente que Gimeno mencionara el ADN en su adiós como presidente. Tenía la medida intención de herir lo más posible a sus primas Marta y Cristina Álvarez, las hijas adoptivas de Isidoro Álvarez que han logrado suficientes apoyos del consejo para destituirle y nombrar como sucesor a Jesús Nuño de la Rosa, el primer presidente de la compañía ajeno a la familia.
A las dos hijas de Isidoro les sigue ofendiendo profundamente que la familia de los hermanos de Álvarez les recuerde que no llevan su "sangre". Ni Marta ni Cristina Álvarez, hijas naturales de Alfonso del Rey, propietario de El Riscal, un mítico local de la noche madrileña de los años 60, ni su madre, María José Guil, que al enviudar se casó con Isidoro Álvarez, fueron nunca aceptadas por la familia de este. El odio mutuo que enfrentaba últimamente al consejo de administración viene de lejos.
De hecho, el propio Isidoro Álvarez esperó a casarse con Guil a que falleciera su tío Ramón Areces, que murió sin descendencia y no aprobaba aquella relación de su sobrino. Fue después de sucederle tras su muerte, con más de 60 años y una vez bien atada su presidencia de El Corte Inglés, cuando pasó por el altar.
Cuando en septiembre de 2014 a los 75 años falleció el plenipotenciario Isidoro Álvarez, muchos medios publicaban equívocamente que el reputado empresario moría, igual que 25 años antes su tío, sin hijos, era porque su intrahistoria familiar no era conocida por el gran público (ni siquiera por la Wikipedia). Sin embargo, tras el funeral fueron numerosas las publicaciones que recogían la presencia de su viuda y sus dos hijas, que en vida del magnate habían permanecido en un discretísimo plano. Álvarez tampoco las quiso involucrar en la gestión de la empresa y, según varias fuentes que trabajaron con él, solo permitió mientras vivía que tuvieran ocupaciones secundarias en la organización.
Las cabeceras de algunos periódicos recibían por entonces llamadas de El Corte Inglés para pedir a los responsables de redacción que por favor eliminaran de sus informaciones el detalle de que las hijas de Álvarez eran "adoptivas". No solo era para ellas una cuestión de orgullo, también de lucha por la plenitud de los derechos de una herencia que todavía está en los tribunales.
Desde entonces, las hijas de Isidoro Álvarez (y herederas universales junto a su viuda según su último testamento) acumulan varios juicios con su primo Dimas Gimeno y la madre y el tío de este, ambos hermanos de Isidoro, que las han denunciado por presuntos cambios irregulares de última hora en la herencia semanas antes de la muerte del patriarca.
La penúltima batalla judicial entre las hijas de Álvarez y Gimeno es precisamente una demanda de nulidad de adopción interpuesta por la familia de este
La penúltima batalla judicial es precisamente una demanda de nulidad de adopción interpuesta por la familia de Gimeno. Fuentes conocedoras de la situación familiar de los Álvarez afirman que Marta y Cristina, actuales accionistas mayoritarias de El Corte Inglés desde que heredaran a su padre, fueron adoptadas cuando tenían más de 40 años y ya estaban casadas y con hijos, aunque la relación con su madre se remonte a cuando ambas eran niñas. La familia biológica de Isidoro cuestiona por tanto la legalidad e incluso que existiera entre ellos la convivencia necesaria para el trámite. Fuentes cercanas al fallecido Isidoro Álvarez lamentan con desagrado que la vida privada de su familia, pese a lo que siempre se esforzó por guardar con celo su intimidad, sea ahora un asunto público.
La guerra en El Corte Inglés no ha terminado
La guerra por el control de El Corte Inglés no ha terminado. Gimeno, que solo conserva su puesto de consejero y por poco tiempo, va a impugnar el consejo en el que fue cesado como presidente, y al que decidió no acudir. Aseguraba en su carta de despedida que le destituyeron por sus "denuncias sobre indicios de irregularidades en algunos departamentos de la compañía". Fuentes independientes conocedoras del conflicto interpretan que destacar en su misiva de despedida esas presuntas irregularidades pueden responder a la estrategia judicial de Gimeno.
Cuanto más asuntos de la empresa se judicialicen, más probable es que afloren prácticas de las que Gimeno, como presidente durante la última etapa, tendría que dar explicaciones. Dejando claro que él quería en el ejercicio de su cargo denunciar presuntas irregularidades y el consejo que lo destituyó por unanimidad no le permitió hacerlo, "se estaría cubriendo las espaldas", afirman fuentes conocedoras del consejo de administración que prefieren no ser citadas.
El mayor error de Dimas Gimeno fue tener la ingenuidad de creer que la voluntad de su tío se llevaría cabo una vez muerto este sin encontrar resistencia
Es significativo también de cómo están los ánimos que en la carta a los empleados en la que se anuncia el nombramiento de Núñez de la Rosa no haya agradecimiento ni mención a su predecesor, como suele ser habitual en estos casos. La empresa quiere pasar página cuanto antes, pero no va a ser tan fácil.
No queda ni rastro en el ya ex presidente de El Corte Inglés de la ingenuidad que le atribuyen los que recuerdan cómo era cuando con 39 años accedió al cargo tras el fallecimiento de su tío Isidoro en septiembre de 2014. "Tu tío me dijo que quería que yo fuera el presidente", le dijo tras la muerte de Isidoro el veterano miembro del consejo Florencio Lasaga, al joven Dimas en las 48 horas más críticas de su carrera. Este octogenario, que había trabajado siempre a la sombra de Álvarez, no logró entonces su objetivo de hacerse con la presidencia de El Corte Inglés con la que dicen quienes lo conocen que siempre había soñado. Pero en aquellos dos días en los que le disputó la sucesión, sí logró hacerse con el control de la Fundación Ramón Areces, principal accionista de la compañía y clave en la destitución de Gimeno cuatro años después. Una derrota en diferido.
El mayor error de Dimas Gimeno fue tener la ingenuidad de creer que la voluntad de su tío se llevaría cabo una vez muerto este sin encontrar resistencia en un consejo lleno de ambición. No comprendió la importancia de haber cedido la batalla del control de la Fundación Areces ni que era el enemigo común de varios consejeros dispuestos a aliarse entre sí por el objetivo común de relevarle.
Tanto su tío, Isidoro Álvarez, como el tío de su tío, Ramón Areces, habían sido presidentes tanto de la empresa como de la Fundación, creada paradójicamente para evitar que generación tras generación se desgajara el poder entre los herederos hasta hacer la institución ingobernable. Fuentes próximas a la última etapa de Isidoro Álvarez al frente de El Corte Inglés reconocen que es probable que el propio Isidoro desconociera que su sobrino Dimas, a quien él había dejado escrito que nombraba sucesor, pudiera perder el control de la Fundación.
En sus cuatro años como presidente de la mayor cadena de grandes almacenes de Europa, sus allegados aseguran que ha madurado mucho, pero tarde. "Cuando ha querido reacccionar, estaba perdido", dicen estas mismas fuentes. Cuando en octubre de 2017, la pérdida de poder ejecutivo de Gimeno se hizo efectiva con el nombramiento de Víctor del Pozo y Jesús Nuño de la Rosa como consejeros delegados de la compañía, el todavía presidente del grupo entendió que se la habían jugado. Le dijo a varios de sus allegados que estaba sorprendido de que "todo fuera política". Su error fue comprenderlo cuando ya había perdido los apoyos del consejo. A diferencia de lo que creía, estos no se llevan en la sangre.
Su error fue comprender, cuando ya había perdido los apoyos del Consejo, que estos no se llevan en la sangre
"Le han hecho la vida imposible y desde el consejo han bloqueado todos sus planes hasta que han conseguido echarle", aseguran fuentes cercanas a la empresa partidarias de Gimeno. Sus detractores, sin embargo, se alegran de que haya perdido el poder porque aseguran que el cargo le quedaba grande desde el principio y que "hacía muchos anuncios pero no era capaz de llevar ninguno a cabo".
Gimeno, según su entorno cercano, "va a ir a por todas" porque siente que no tiene nada que perder. Si una vez perdidos los apoyos le hubieran ofrecido alguna alternativa digna para abandonar la presidencia, podría haber llegado a aceptar una salida pactada. Pero la guerra se ha enconado tanto que fuentes de ambas partes confirman que los primos aspiran a la destrucción mutua. En juego, un imperio valorado en 10.000 millones de euros del que dependen más de 90.000 empleados.
"En alguno de los últimos consejos estuvieron a punto de llegar a las manos", confiesa otra fuente cercana al comité de dirección. "Era insostenible y a nadie se le escapa que el odio entre los primos es visceral". Él porque no las considera familia legítima y siente que los deseos de su tío, que siempre las tuvo alejadas de la empresa y lo designó a él como sucesor, no se están cumpliendo. Y ellas porque ven en el ya ex presidente y su madre la encarnación del agravio que han tenido que sufrir toda la vida excluidas de la familia.
Destituido Gimeno, la guerra no ha terminado. La situación es mucho peor: ha entrado en una fase imprevisible porque el futuro de la empresa dependerá en buena parte de lo que decidan los jueces. Que vaya tomando nota Vargas Llosa.
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