"Se ha cumplido el guion por parte de todos". Lo decía un miembro de la dirección del Grupo Socialista en el Senado y esa impresión era compartida por buena parte de sus compañeros, incluidos expresidentes autonómicos ahora con escaño en la Cámara alta después de perder el poder tras las elecciones del 28 de mayo. Pere Aragonès buscó reforzar su imagen y proyectarse frente a Junts, el PP "quemó las naves" y "sobreactuó" y la esperanza de algunos cargos socialistas es que justo ese "teatrillo" de los conservadores pueda empujar a favor del pacto con los independentistas para la investidura de Pedro Sánchez.

Esas eran a grandes rasgos, para el PSOE, las conclusiones de un larguísimo debate de siete horas en la Comisión General de las Comunidades Autónomas del Senado, sesión convocada por el PP para arremeter contra el Gobierno —ausente en el viejo salón de plenos— por la negociación de la amnistía. No había resolución que discutir por delante, ni más orden del día: solo la voluntad del PP, que disfruta de mayoría absoluta en la Cámara alta, de poner el foco en su principal herramienta de oposición en esta legislatura, pese a que aún no existe ninguna proposición de ley de amnistía porque el acuerdo del PSOE con ERC y Junts no se ha cerrado, y no es todavía seguro que se alcance. Por la tribuna desfilaron, después de Aragonès, los 11 presidentes autonómicos del PP —la intervención estelar, y la más dura, fue la de la madrileña Isabel Díaz Ayuso—, sus dos presidentes en Ceuta y Melilla, su vicepresidente de Canarias y ocho portavoces. Un total de 22 voces —22 "monólogos", calificaban en el PSOE— desde el partido de Alberto Núñez Feijóo. Un frontón, un muro.

La amnistía es "punto de partida" para el referéndum, remarca Aragonès, que habla de una consulta "acordada", no unilateral

A todos ellos les rebatió, por la parte socialista, Juan Espadas, el secretario general en Andalucía. No solo el Ejecutivo se borró del debate —tampoco el PP lo convocó, y podía haberlo hecho, recordaban en la cúpula—, sino que la dirección pidió a sus senadores autonómicos y a los expresidentes regionales que no tomaran la palabra y que la única voz del PSOE la centralizara Espadas. "No podíamos entrar en el teatrillo del PP. Ahí no nos van a pillar. Nadie se nos ha quejado. La gente sabe que está en juego una investidura, y que no podemos arriesgarnos. El bien es tan preciado...", señalaban a este diario desde el puente de mando del Grupo Socialista en la Cámara alta.

Y es que Ferraz y la Moncloa cuidan obsesivamente por que nada se les pueda ir de las manos en un momento crucial en las negociaciones de investidura. Saben que cualquier error puede ser fatal. Por eso delegaron en Espadas, también porque, como recordaba otra responsable de la cúpula parlamentaria, en cada comisión del Senado (y del Congreso) hay un solo portavoz y "cada uno tiene su papel". Y por eso también el PSOE digirió con alivio la intervención de Aragonès con la que se abrió el debate. El president catalán situó la amnistía como un elemento "imprescindible" como "punto de partida" para la resolución del "conflicto político" entre Cataluña y el Estado. El paso siguiente sería el referéndum: "Cataluña votará en un referéndum, estoy convencido. Por voluntad, por perseverancia, por democracia. Siempre con la mano tendida y siempre con las manos libres".

Pero la clave se hallaba en lo que dijo en otro punto de su corta intervención: esa votación se haría de forma "acordada", para que la ciudadanía decida entre "todas las opciones posibles". Una renuncia implícita a la vía unilateral. Nada nuevo en el discurso de ERC, que sí que en estos años ha hecho el camino desde la ruptura de la legalidad hasta el pragmatismo y el acatamiento del orden constitucional. No puso plazos para esa hipotética consulta y, en el fondo, lo que buscan los republicanos es que se reactive la mesa de diálogo entre gobiernos que funcionó la pasada legislatura y que se firme un compromiso como entonces, de "validación democrática" de los acuerdos mayoritarios que se alcancen.

Sin escuchar a ningún presidente

Aragonès se marchó rápidamente, casi huyendo, sin escuchar a los presidentes autonómicos del PP —los tres del PSOE, los de Asturias, Navarra y Castilla-La Mancha, no acudieron por razones de agenda y para no dejarse usar por los populares, alegaron, tampoco lo hizo el lehendakari, Iñigo Urkullu (PNV)—, pero de sus palabras se colegía que ERC está predispuesta totalmente al acuerdo. No rompió nada. Su discurso era previsible. "Al final ha parecido el más normal porque ha dicho lo de siempre", indicaba uno de los senadores socialistas con mayor peso. "Bastante conciliador, sin duda", agregaba uno de sus colegas. "La única novedad fue su presencia. Argumentalmente, nada nuevo de lo que quepa deducir nada raro", opinaba un tercero. En definitiva, en el PSOE se asumía que Aragonès perseguía proyección en su pugna con Junts.

Junts mantiene un discurso bastante templado pero insiste en que su partido no renuncia ni renunciará "jamás" a la vía unilateral

Pero casi chocaba más que el portavoz posconvergente, Josep Lluís Cleries, un dirigente muy próximo a las tesis del expresident Carles Puigdemont, mantuviera un discurso templado. Él subrayó que el objetivo de la amnistía no puede ser "perdonar al independentismo, sino el de reparar una injusticia", que la desjudicialización es "dejar de perseguir al contrario como si fuera un delincuente". La amnistía, coincidió con Aragonès, es un "punto de partida", "imprescindible", pero también lo es un "pacto histórico de una vez por todas, una política con mayúsculas". Cleries también insistió en que Junts no ha renunciado ni renunciará "jamás a la unilateralidad como recurso legítimo para hacer valer los derechos" del pueblo catalán. El PSOE sabe que no logrará de los posconvergentes una renuncia expresa a la vía unilateral, pero al menos sí espera de ellos que se comprometan con la "seguridad jurídica", con el alineamiento con la Constitución. Eso no lo encontró, cierto, en la intervención de Cleries, razón por la que las conversaciones con Junts están costando y son la clave de bóveda de la investidura de Sánchez.

Espadas, que intervino unos minutos después, no pronunció la palabra amnistía, como era también previsible. El dirigente socialista centró su discurso en el PP, al acusarle de "pervertir" y "desvirtuar" las instituciones. Porque el partido de Feijóo buscó la "interferencia sobre el contenido de las negociaciones del candidato a la investidura designado por el Rey".

No es tiempo de cavar trincheras, ni de una, grande y libre, sino de tender puentes y de construir convivencia", advierte Espadas

"Lo que hemos visto hoy [por este jueves] es un paseíllo en el que cada uno ha venido a contar el argumentario, pero no a escucharse", afeó a los presidentes populares. Ninguno quedaba ya allí en el salón de plenos, salvo el andaluz Juanma Moreno. Para los socialistas, la gesticulación excesiva del PP vuelve a demostrar que "no acepta o lleva muy mal el resultado del 23-J, que fue un no a un Gobierno del PP y Vox, un no a un Gobierno de retroceso que deroga y un a un Gobierno que construye. No es tiempo de cavar trincheras, ni de una, grande y libre, sino de tender puentes y de construir convivencia".

A las críticas de PP por la "opacidad" de las negociaciones, Espadas contraatacó recordando que las conversaciones del Majestic entre José María Aznar y Jordi Pujol en 1996 no se retransmitieron "en TV3", y fueron bilaterales, no multilaterales. Lo que pretende el PP, reprochó, es realmente "boicotear" la reelección de Sánchez como presidente.

Para el PSOE, y especialmente el PSOE andaluz, es capital que no se rompa la igualdad de ciudadanos y de territorios. Por eso, Espadas recalcó que su partido "ha sido, es y será el garante de la unidad, pluralidad y constitucionalidad del modelo territorial en España". "Menos confrontación partidista, menos dinero en propaganda institucional y más capacidad y ejercicio de las competencias con fondos del Estado. Cuando se hace política de confrontación, de frentismo, que trata de dividir a los españoles, hablando de buenos y malos, eso alimenta a los que no quieren formar parte de este proyecto común", acabó. Es decir, que es el PP quien fabrica independentistas. Y apunte final: "Esa concepción de España es tan pequeña que solo caben ustedes y la ultraderecha".

En el Grupo Socialista la convicción sigue siendo que habrá investidura, pero las negociaciones, añaden, no son fáciles

En los pasillos de la Cámara alta, los senadores y cargos socialistas seguían mostrando su convicción de que habrá investidura y no repetición de elecciones, aunque todos se hacían cargo de que las negociaciones no son fáciles y se alargarán más de lo previsto. Contra su deseo, porque querrían que el acuerdo se amarrase pronto para frenar una vía de desgaste. "Pedro es ambicioso y cabezón, pero con cabeza: todo será impecable desde el punto de vista constitucional", decía un barón regional.

"El PP ha quemado todas las naves"

Si el PP pensaba utilizar esta convocatoria para dividir a los socialistas, no lo logró. "¡Somos una piña!", exclamaban en la dirección, insistiendo en que Génova no había logrado "abrir brecha". Las críticas a la actitud de los de Feijóo eran compartidas por todos. "El PP ha quemado todas las naves antes de que se acuerde nada. Lo de hoy es un teatrillo. Y además la gente en la calle, y estamos todo el día en la calle en nuestra ciudad, no te pregunta por la amnistía. Sí te pide que no se dé más dinero a Cataluña. La gente es muy lista", apuntaba una senadora gallega.

Los socialistas señalan que la jornada fue un "mitin" del PP, una sucesión de monólogos que no logran "abrir brecha" entre ellos. "Yo era favorable a la amnistía, y tras escucharles, más aún", asegura un barón

"Esto ha sido más un mitin o un motín del PP. Han cumplido lo que dijo [Pablo] Casado: ahora Génova es el Senado. Esto ha sido un mitin coñazo, e ir a un mitin del PP no es cómodo para nosotros", analizaba otro barón autonómico, que añadía que tras este debate el partido sale más unido: "Yo ya era favorable, pero tras escucharles, lo soy más aún. Y además ves en la calle que cada vez más gente está a favor, porque lo no quieren muchos ciudadanos es ver que en España pasa lo que está ya sucediendo en muchas comunidades y ayuntamientos en los que gobiernan PP y Vox". Otros parlamentarios consultados vieron a los populares "perdidos", poco afinados incluso, porque "cada uno iba luego a su libro", "sin rumbo". "Ha sido la escenificación de la frustración por no gobernar, escenificada con todos los teloneros que han pasado por allí", resumía un mando de la dirección.

Para algunos senadores socialistas, el debate de este jueves en la Cámara alta podría volverse en contra de sus promotores. Porque podría contribuir a "acelerar" el acuerdo, empujar a los independentistas a convencerse de que la alternativa de PP y Vox podría ser letal para ellos. "Al menos ayuda, sí", decía uno de ellos.

En Ferraz recomiendan "respeto" al PP y calma, y le acusan de "parasitar" las instituciones, prueba de que Feijóo "asimila un discurso ultra"

No todos, sin embargo, comparten esta tesis, porque entienden que la investidura va por otro carril y es impermeable a las críticas durísimas del PP. "No tiene ninguna trascendencia para nada. Este debate se agota en sí mismo. Han venido a una posición de máximos, unos y otros. Y no ha habido nada nuevo esperado. Pasado mañana nadie se acordará. Lo que está consiguiendo el PP es normalizar algo como la amnistía, al banalizarla tanto. Su estrategia es chapucera y no les ha reportado nada", valoraban en la cúpula parlamentaria. "No sé si los independentistas ven lo de enfrente [la derecha] o lo de al lado [Junts]", ironiza un líder regional. "Todo va según el plan. Lo exterior es secundario", ratificaba un integrante de la comisión negociadora.

Fuentes de Ferraz recomendaban al PP "tranquilidad, respeto institucional, que asuma su resultado electoral y que no instrumentalice las instituciones con el argumentario de la calle Génova". "Parasitar de esta forma el Senado, la Federación Española de Municipios y Provincias, el Poder Judicial… es un modus operandi que agradecemos que el PP muestre, además de sus pactos de la vergüenza con Vox, para que el país vea hasta que punto Feijóo ha asimilado un discurso ultra, lejos de aquel que decían moderado que vino a Madrid hace un año y medio", sostenían.

Las duras y complejas negociaciones de investidura atravesaban un hito más. El largo debate en el Senado, con Aragonès como estrella. Sin sobresaltos ni cambios de trayectoria. Y eso ya, para el PSOE, es un éxito, porque todo, cree, sigue su curso como hasta ahora. Con la incertidumbre de cuál será el final. Y cuándo.