Sería prácticamente imposible entender a Picasso, el artista más influyente del siglo XX, sin aludir a la obra de Velázquez, uno de los mejores pintores españoles de la historia. Sería también muy complicado acercarse al imaginario artístico de la artista contemporánea Carmen Calvo (Valencia, 1950), sin retrotraerse al legado de los dos anteriores. La historia del arte es una cadena de influencias, referentes y estilos en la que cada eslabón tiene sentido gracias a la existencia del resto. Por eso, para entender mejor a estos tres artistas españoles, La casa de Velázquez se ha propuesto establecer un diálogo entre ellos en un juego de reflejos y variaciones gracias a la exposición Diego Velázquez invita a Pablo Picasso... Y Carmen Calvo.

Patio de la Casa de Velázquez en Madrid

Este ficticio encuentro tiene lugar en una especie de protectorado cultural francés en Madrid, conocido como La casa de Velázquez. No hay que dejarse engañar por el nombre, pues la institución fundada en 1928 opera bajo la tutela del Ministerio de Educación Superior e Investigación, en el marco de la red de las cinco Escuelas francesas en el extranjero. Se trata de un espacio dedicado a la investigación en el campo de las Ciencias Humanas y Sociales, y la creación artística.

La exposición, enmarcada dentro de la conmemoración del año Picasso cuenta con la coedición del Museu Picasso de Barcelona, cuyo director Emmanuel Guigon, hace también de comisario. Aprovechando la forma en U del claustro, la muestra se divide en dos brazos contrapuestos con cristaleras abiertas a un patio con vistas a la Casa de Campo y la Sierra de Guadarrama.

Vista de la exposición «Diego Velázquez invita a Pablo Picasso... y Carmen Calvo» en la Casa de Velázquez.
Vista de la exposición «Diego Velázquez invita a Pablo Picasso... y Carmen Calvo» en la Casa de Velázquez.

En el ala sur, Velázquez se cruza con Picasso en la parte más documental y didáctica de la exposición, explorando la relación entre ambos artistas a través de las variaciones que el malagueño hizo de la obra del pintor barroco. Esta estancia insiste en la obsesión de Picasso con Las meninas, el cuadro por excelencia de la pintura española. En concreto, se tratan de los estudios que el malagueño realizó entre agosto y diciembre de 1957, que el artista donó al Museu en 1968. El recorrido también nos recuerda al Picasso poeta y director del Museo del Prado, aparte de contar con elementos audiovisuales tan originales como Nicassio, de Carlos Pazos, un "cuadro vivo" que explora la relación de Picasso con el cine.

El juego de luces, transparencias y fantasmagorías que se reflejan en uno y otro lado de la exposición ejerce una influencia fundamental en la visita, mutando su forma en función de la luz y el momento del día en el que se acuda a este particular museo. Una singular escenografía sobre la que reposa gran parte del valor de la muestra.

El "otro brazo" de esta exposición se centra en la tercera en discordia, la ganadora del Premio Nacional de Artes Plásticas en 2013, Carmen Calvo. Además, el papel de la artista valenciana aquí juega un papel esencial ya que fue becaria en la Casa de Velázquez entre 1983 y 1985. "Aquí te abren el espíritu viajero, que es lo que necesita un artista, salir y ver, yo de aquí me fui directamente a París", ha recordado durante la presentación.

Este ala sur de la casa inventa historias con una visión más contemporánea gracias a la ironía presente en la obra de Calvo, donde destaca la serie de postales, El tiempo que apasiona. Una colección enriquecida con 110 nuevas postales donde un imaginario de cultura pop y fogonazos de actualidad descontextualizan y entretejen nuevas narrativas con las variaciones que Picasso realizó a partir de Velázquez. En palabras del comisario, «son trampas para la mirada. Lo que aquí se muestra es lo disimulado, lo que escapa precisamente a aquello que podría hacerlo visible. Es sin duda un trabajo poético, el poder de cada objeto para convertirse y ser, y de cada cosa para transformarse en otra».

La exposición concluye en el Salón Carmen Calvo con la proyección de dos vídeos. El primero es la película Obsexus (1972), de Josep Lluís Seguí, una que reflexión caótica y políticamente incorrecta sobre la sexualidad, que cuenta con la participación de la artista valenciana. El otro vídeo es una visión fotográfica (Juan García Rosell) de la exposición Carmen Calvo en el Museu Picasso de Barcelona.

La particularidad de este museo que no es ningún museo hace que sea necesario acudir con cita previa, reservando en su página web. Además, la exposición también cuenta con la publicación de un libro bajo el título Diego Velázquez invita a Pablo Picasso... Y Carmen Calvo, donde profundizar en esta reunión ficticia entre tres artistas de tres épocas, pasiones y visiones distintas, pero igualmente complementarias.