Pasar página y centrarse en las cosas del comer. Este podría ser, en resumen el desideratum que recorre a la clase empresarial catalana de forma transversal. Al margen de lo cerca o lejos que estuvieran en su momento del independentismo, la mayoría ha visto en la amnistía una vía para dejar atrás el agotamiento generado por el debate sobre el procés y entrar en una etapa de mayor estabilidad político-institucional que permita a Cataluña recuperar su papel de motor económico. Siempre que la amnistía suponga, efectivamente, pasar página.

El problema no es la amnistía, es "la amnistía es digerible" apunta una fuente del sector económico catalán. El problema, advierte, es que los relatos del PSOE y el independentismo sobre sus efectos son diametralmente opuestos, y el apoyo a la amnistía parte de la idea de que efectivamente sirva para superar el procés.

Cañete abre el camino

Un estado de ánimo que Antoni Cañete, presidente de Pimec, avanzaba la semana pasada al defender los problemas políticos deben resolverse dentro del "ámbito político" y salir de lo judicial, siempre y cuando exista un amplio consenso sobre ello. Un argumentario calcado del utilizado por el independentismo para defender la amnistía, que ahora defiende también el PSOE. Y una sutil manera de avalar la apuesta por la amnistía de los socialistas, sin enfrentarse abiertamente con el rechazo expresado desde el primer momento por la CEOE.

 Cañete habló de "hacer las cosas legalidad" para dotar a las empresas en España de una menor "incertidumbre" ante el panorama político actual. Y remataba asegurando que desde la patronal "no entran en cómo se haga", siempre y cuando se respete la democracia.

El comunicado del Cercle

El Cercle d'Economía ha dado esta semana un paso más, avalando abiertamente la amnistía. Lo hacía proponiendo una cuadratura del círculo imposible: una amnistía desvinculada de la investidura, pactada con el PP y aceptada por el independentismo como el punto final a la unilateralidad y la reivindicación del referéndum. Ese es el sueño del empresariado: una propuesta que sirva para poner fin a los rescoldos del 1-O y abra la puerta a solucionar lo que realmente perciben como el "problema catalán": la infra-financiación autonómica y la falta de inversiones en Cataluña.

La patronal Foment del Treball guarda silencio sobre la amnistía, habida cuenta de la posición fijada por la CEOE. Pero en todos sus pronunciamientos públicos aboga por la necesidad de distensión política y devolverla a los términos en los que, paradójicamente, quiere centrarla también Esquerra, recuperando banderas de la antigua Convergencia como al financiación autonómica o las inversiones en Rodalies.

Un terreno de juego en el que el empresariado catalán quiere ver también al PP de Alberto Núñez Feijóo. Y el líder del PP parece haber aceptado el envite -amnistía al margen- retomando el cortejo al antiguo electorado de CiU.

El papel del PP

Feijóo acudió este miércoles a Barcelona dispuesto a demostrar que el PP quiere recuperar su papel en Cataluña. Lo hizo, electoralmente, en las últimas generales, convirtiéndose en tercera fuerza en número de votos, por delante de Junts y ERC. Y ahora quiere consolidar y mejorar esa posición exhibiendo ante la burguesía catalana unas fórmulas económicas mucho más acordes a sus intereses que las aplicadas en la última década por un Junts que ha comprado, en materia económica, el programa de Esquerra y la CUP.

Pero más allá de las recetas económicas, Feijóo ha apostado por romper el muro que el procés ha levantado entre el PP y la antigua Convergencia. Expresiones como "sin normalizar las relaciones con el nacionalismo catalán no vamos a poder mejorar el bienestar de los catalanes" aunque "lo que proponen es malo para Cataluña" o "a mí no me hace falta que me expliquen la importancia de mantener el catalán como parte de la identidad cultural", forman parte de un claro guiño a los exconvergentes.

Pero chocan con las tesis de una parte del PP catalán. "A mi nadie me pide en la calle que le hagamos mimitos a los independentistas", le advertía semanas atrás el presidente del PP catalán, Alejandro Fernández. Su oposición al giro emprendido por Feijóo no ha encontrado eco en la cúpula del partido, que da por descontada su salida de la presidencia catalana.

Pero sí en parte de la militancia, que observa desconcertada los vaivenes de la dirección del partido. Unos giros que recuerdan a muchos la fallida operación de José María Aznar por hacer de Unió una UPN a la catalana. "El electorado convergente ya no existe" advierten desde esos círculos ante un Feijóo empeñado en defender que Carles Puigdemont "por lo menos, no nos miente".