Abu Dhabi TV, Al Yazira y el hotel Palestina fueron blanco de los ataques estadounidenses el 8 de abril de 2003 por ser los puntos de emisión en vivo de la toma de Bagdad durante aquellos momentos cruciales. Conforme a su doctrina militar, los norteamericanos neutralizaron elementos de comando y control ajenos al decapitado régimen del tirano Sadam Husein. La emisión de imágenes de resistencia u hostilidad a los atacantes por los fieles del dictador podrían dificultar la toma de la capital iraquí y lo que pretendían con esos bombardeos selectivos era controlar las emisiones de televisión en directo. El asesinato de los periodistas, entre ellos nuestro compatriota José Couso, quedó impune. El ataque a los medios internacionales también.
En aquel momento lo que sorprendió es que en la primera etapa de la invasión murieran proporcionalmente más periodistas que militares. Lo que ahora nos aterra es la cantidad de periodistas muertos en los bombardeos de Gaza. Nunca habíamos presenciado en este siglo una escabechina tal en una guerra con al menos un Ejército profesional y de un estado que se dice democrático como Israel. Aunque la doctrina de comando y control es ahora extensible a cualquier elemento que posibilite cohesión al enemigo y la propaganda y la desinformación son más eficaces sin la presencia de la prensa, tan molesta y obstinada.
El cobarde asesinato del fotorreportero israelí Roee Idan, de Ynet, frente a su domicilio mientras grababa a los milicianos de Hamás cuando llegaban a su kibutz en la mañana del 7 de octubre para perpetrar una cruenta masacre fue el inicio de una generalizada matanza que ha causado la muerte de al menos 35 reporteros a fecha del 3 de noviembre. Uno de ellos en el Líbano en un ataque deliberado según la reconstrucción de los hechos realizada por Reporteros Sin Fronteras (RSF) contra el punto de conexión en vivo de Al Yasira y cuya procedencia es atribuible a Israel.
Restan otros tres asesinatos en Israel perpetrados por los islamistas de Hamás y una treintena de víctimas mortales en Palestina, de las que ocho muertes ya han sido denunciadas -por ahora- como crímenes de guerra por RSF en la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional.
Los denunciados son pues Hamás e Israel.
La proporcionalidad de los bombardeos contra blancos civiles será cuestión que dilucide la autoridad judicial, aunque la sistemática manera en la que se ha bombardeado indiscriminadamente la Franja de Gaza castigando a su población y con ella a un sinfín de periodistas, de los cuales al menos ocho murieron mientras estaban haciendo su trabajo de calle, son un crimen de guerra en nuestra interpretación del derecho internacional humanitario.
Nuestra denuncia por crímenes de guerra ante el fiscal de la Corte Penal Internacional del 31 de octubre de 2023 detalla los casos de nueve periodistas asesinados desde el 7 de octubre y de dos heridos en el ejercicio de su trabajo y también recoge la destrucción deliberada, total o parcial, de los locales que albergaban a más de 50 medios en la Franja de Gaza.
La prensa es el testigo molesto que hay que silenciar y pese al riesgo, las penalidades y el sufrimiento los periodistas de Gaza han sido capaces de contar al mundo lo que está ocurriendo
La prensa es el testigo molesto al que hay que silenciar, y pese al riesgo, las penalidades, el sufrimiento y el enorme trauma los periodistas de Gaza han sido capaces de contar al mundo lo que está ocurriendo y que sólo con lo que relatan sobran los epítetos y los calificativos. Con enorme sacrificio y tremendo dolor. Esta es la tercera vez que RSF acude al Tribunal Penal Internacional para denunciar lo que consideramos crímenes contra periodistas palestinos desde 2018 en Gaza y Cisjordania. En mayo de 2018, presentamos una primera denuncia por los periodistas asesinados o heridos durante la Gran Marcha del Retorno en Gaza. La segunda denuncia se elevó en mayo de 2021, tras el bombardeo de una veintena de medios de comunicación en la Franja de Gaza por parte de las fuerzas israelíes. RSF también se sumó a la denuncia presentada por Al Yazira contra el asesinato de la periodista palestina Shirin Abu Akleh, acontecido en Cisjordania el 11 de mayo de 2022.
En estos aciagos días no dejo de acordarme de dos insignes juristas judíos de Leópolis, esa ciudad que ha pertenecido a tantos países, por su empeño en contribuir al derecho internacional humanitario desde dos enfoques diferentes pero con igual propósito: hacer de la convivencia y el respeto a los demás una norma legal validada en el derecho internacional.
Ambos estudiaron y propusieron la exigencia de responsabilidades desde los conceptos de los crímenes contra la humanidad en el caso de Hersch Lauterpacht y del genocidio en el de Raphael Lemkin.
No sé qué pensarían hoy del abismo al que nos asomamos.
Alfonso Bauluz es presidente de Reporteros sin Fronteras España.
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