El Heroico Colegio Militar es casi tan antiguo como México. La institución que forma a los futuros oficiales del ejército del país se fundó en octubre de 1823, hace ahora dos siglos, apenas dos años después de la proclamación de la independencia. Hoy la institución presume de historia, de valores y de una formación de excelencia. Pero su exigente adiestramiento esconde un largo historial de abusos cometidos bajo el amparo de su estricta disciplina. A través del testimonio de decenas de cadetes, el cineasta mexicano David Zonana ha penetrado en las entrañas de la academia con su segundo largometraje, Heroico, presentado en la sección Horizontes Latinos del último festival de San Sebastián tras su paso por los de Sundance y Berlín. Este viernes llega a las salas españolas.
"Más que sobre el Colegio específicamente, me interesaba retratar las entrañas de la institución militar, que tanta influencia y tanto poder tiene en México", explica Zonana en conversación por videoconferencia con El Independiente. "Es sin duda la institución más poderosa del país. Con gobiernos de derechas, de centro o de izquierdas, el común denominador ha sido que la cúpula de las fuerzas armadas siempre ha mantenido el mismo poder. El ejército mexicano, ahí en lo oscurito, es para mí la institución que realmente mueve los hilos y la que más influencia tiene en el Estado y en la sociedad".
Y para explorar esa influencia, nada mejor que hacerlo a través de su escuela más prestigiosa, cabeza de las academias que forman el enorme Sistema Educativo Militar al que cada año aspiran y acceden miles de jóvenes mexicanos. Para muchos es la única oportunidad de prosperar. Es el caso de Luis, protagonista de Heroico, interpretado por el ex cadete Santiago Sandoval. Luis es un joven de origen indígena al que su padre militar abandonó de pequeño. Ingresa en el Colegio sin vocación, pero con la esperanza de sacar adelante a su madre diabética y costear su tratamiento gracias al seguro médico al que la familia de todo alumno del Heroico tiene derecho.
"Para mí era importante ir a la raíz, comprender quiénes son estos miles de jóvenes mexicanos que ingresan en las Fuerzas Armadas, con qué objetivo lo hacen, qué necesidades y motivaciones tienen y qué otras posibilidades hubieran tenido. La triste respuesta es que muy pocas", explica Zonana.
Para muchos, la alternativa es el narcotráfico, el gran enemigo a batir, la principal razón de ser operacional del ejército mexicano. Dos fuerzas que luchan a muerte y que se contaminan "en el suelo fértil para la violencia en el que se ha convertido este país", apunta el cineasta.
Las dos caras de la violencia
En Heroico, un grupo de cadetes aprovecha sus permisos para perpetrar una serie de asaltos. Los impecables uniformes dejan paso a la ropa de calle. Los soldados se convierten en pandilleros. La violencia aprendida en la academia se desata en la calle. "Hay un dicho aquí en México, que lo único más terrorífico que un militar es un militar en tenis [en deportivas]. Un militar en tenis significa que va a haber algún tipo de ajusticiamiento extracurricular", afirma Zonana. "Tristemente no es un secreto. Uno prende las noticias, lee cualquier medio y afloran los abusos, las violaciones a los derechos humanos, los ajusticiamientos por parte de militares. Estas personas no nacieron con esa capacidad de matar, no crecieron siendo asesinos. Para mí era importante entender el proceso psicológico que les lleva a tener esta capacidad, que es algo que hace eco de manera similar en el narcotráfico, de jóvenes que van entrando en dinámicas violentas y se van insensibilizando, deshumanizando, hasta ser capaces de la violencia más cruda que se puede imaginar".
El guionista y director de Heroico no quería que sus ideas preconcebidas marcaran la película. Se documentó a fondo sobre la historia del ejército mexicano y se entrevistó con decenas de personas que han pasado por el Colegio Militar. "Para mí era fundamental no tomarme libertades ni plasmar lo que yo pensaba que era el ejército. Mientras escribía el guión hablé con decenas de cadetes, algunos en activo, otros ya fuera de las Fuerzas Armadas. Esto me permitió ir encontrando un patrón que me pudiera dar indicios de lo que realmente sucede ahí dentro. No quería basarme en la historia de una sola persona, con todos los sesgos a los que eso se puede prestar. Ha sido casi un método científico, buscando coincidencias" para intentar ser lo más objetivo posible.
Fuego real
En busca de esa veracidad, el cineasta decidió contar con jóvenes que en su mayoría no son actores profesionales pero que sí han tenido experiencia militar. Es el caso del protagonista y de todos los que le rodean, salvo el sádico sargento Sierra, interpretado por Fernando Cuautle. En su primer largometraje, Mano de obra, Zonana también trabajó con albañiles sin experiencia interpretativa previa. "No siento que sea algo que necesite en todos mis proyectos, pero en mis dos películas he hablado de temáticas y mundos muy particulares, como son el de la construcción y el militar, en los que a un actor convencional probablemente le tomaría años entrar, y quizá ni así lo conseguiría. Los actores no son omnipotentes, y hay ciertos contextos que para mí es difícil que puedan replicar. Si no tienes la experiencia va a ser muy difícil. Fernando Cuautle lo logró, pero probablemente no lo hubiera hecho de no estar rodeado de ex militares", asegura Zonana.
El lugar real del Colegio Militar es una gigantesco complejo inaugurado a mediados de los setenta en los aledaños de Ciudad de México. Un conjunto de edificios tecnofuturistas con una inmensa explanada donde tienen lugar los desfiles e instrucciones. Allí se rodó en 1989 el vídeo musical de La incondicional, en el que Luis Miguel se convertía en cadete remedando a Tom Cruise en Top Gun. El equipo de Heroico tuvo que buscar una alternativa al auténtico Colegio Militar, y la encontró en un espacio singular que se convierte en un personaje más de la película. "Buscamos una localización que tuviera las mismas características, y encontramos este otro lugar a hora y media de la ciudad, el centro ceremonial Otomí. Es una de esas construcciones brutalistas de la época del PRI que cayeron en desuso", describe Zonana. Ubicado en una reserva natural, Otomí interpreta el legado prehispánico en clave monumental contemporánea, con volúmenes ciclópeos y grandes espacios que evocan la arquitectura del Colegio Militar al tiempo que incorporan el elemento mágico de la inspiración azteca. "Esos muros y esas figuras enormes, avasallantes, representan de algún modo el sistema militar y lo pequeño que es el individuo frente a la institución", sugiere el cineasta.
Una institución que, evidentemente, no se ha tomado del todo bien la película. "En México fueron a verla cerca de medio millón de espectadores. Generó mucha controversia, y hubo alguna respuesta no oficial por su parte, además de la amenaza de censura, pero tuvimos las herramientas para llevar la película a más de de 500 salas en México. Heroico resonó e interesó, y eso evidentemente no gustó a las Fuerzas Armadas. Pero es algo que forma parte de hacer este tipo de cine que reta, que mueve al diálogo, y a destapar ciertas temáticas que aunque son fundamentales se mantienen ocultas en muchas ocasiones. Si uno hace este tipo de cine sería inocente no esperar este tipo de reacciones", reconoce Zonana.
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