Once ministros del PSOE y una de Sumar son, a su vez, diputados en el Congreso hoy. El resto, los otros 10, no tenían escaño en la Cámara baja, y tampoco en el Senado. Pero estos números cambiarán muy probablemente en las próximas semanas. Porque Ferraz volverá a reclamar a los miembros socialistas del Ejecutivo que renuncien a sus actas para asegurarse de que no se pierden votaciones en un Congreso muy fragmentado y con una mayoría justísima y sin opciones de geometría variable. La decisión no está sancionada ni comunicada, pero en la dirección de Pedro Sánchez dan por hecho que en esta legislatura que ahora arranca, la XV, se repetirá la secuencia que el presidente ha dibujado desde que llegó al poder en junio de 2018: quiere que sus ministros se dediquen a la gestión, sin que quepan los sobresaltos por el hecho de que en votaciones cruciales no estén en sus escaños por razones de agenda.
Para las listas de las generales del 23-J, Sánchez invitó a sus ministros a acomodarse en ellas. Lo hicieron todos menos la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, y los entonces titulares de Justicia y Seguridad Social, Pilar Llop y José Luis Escrivá. Ellos tres rehusaron sumarse a las candidaturas, y el resto, 14, ocupó lugares de salida en la plancha por Madrid —hasta cuatro en ella: Teresa Ribera, Félix Bolaños, Margarita Robles y José Manuel Albares— o en la de Barcelona —Miquel Iceta y Raquel Sánchez— o de cabeza de cartel en varias provincias (los otros ocho).
En la pasada legislatura, retuvieron el escaño Ábalos, Carmen y Montero, además de Sánchez. Y en 2018, solo tres ministros eran diputados (Ábalos, Batet y Robles) y los tres debieron renunciar a sus actas en la Cámara baja
El pasado lunes, el presidente descubrió los rostros de los 22 miembros de su nuevo Gabinete. Nueve entraron y otros nueve salieron, cinco de ellos del PSOE y cuatro de Sumar. En total, 11 del PSOE tienen asiento en el Congreso, pero puede que probablemente se queden con él tres: María Jesús Montero, vicepresidenta cuarta y ministra de Hacienda y Función Pública; Félix Bolaños, superministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, y Pilar Alegría, titular de Educación y Formación Profesional y Deportes y portavoz del Gobierno. Los demás, en principio, se verán obligados a renunciar a sus actas.
Fuentes de Ferraz avanzaban a este diario que lo lógico es que en esta legislatura se siga la misma pauta que en la anterior: que todos los ministros socialistas dejen de ser diputados salvo los que forman el core político del Ejecutivo y el propio presidente. En esta ocasión, son Montero, Bolaños y Alegría, como en el arranque del mandato anterior lo fueron Carmen Calvo y José Luis Ábalos —entonces vicepresidenta primera y titular de Transportes— y la propia Montero. En 2018, cuando Sánchez llegó a la Moncloa, ni siquiera él tenía escaño, y lo perdieron Ábalos, Meritxell Batet y Margarita Robles.
Por tanto, de los 11 ministros y diputados socialistas, probablemente tendrán que abandonar su asiento en la Cámara baja Teresa Ribera (vicepresidenta tercera y Transición Ecológica), José Manuel Albares (Exteriores), Margarita Robles (Defensa), Fernando Grande-Marlaska (Interior), Luis Planas (Agricultura), Isabel Rodríguez (Vivienda), Diana Morant (Ciencia) y Óscar Puente (Transportes y Movilidad Sostenible), el único nuevo miembro del Gabinete que logró escaño el 23-J. Los otros seis ministros designados por el presidente no tienen sillón en el Congreso: Nadia Calviño (vicepresidenta primera y Economía), Jordi Hereu (Industria y Turismo), Ángel Víctor Torres (Política Territorial), Elma Saiz (Seguridad Social), Ana Redondo (Igualdad) y José Luis Escrivá (Transformación Digital).
Los casos de votación telemática, muy tasados
En Ferraz señalan que la precariedad parlamentaria del Ejecutivo obliga a asegurarse que todas las votaciones quedan amarradas y no hay sustos. Y los ministros no pueden estar esclavizados a sus escaños, razonan, porque las sesiones en el Congreso —las votaciones suelen tener lugar los martes y los jueves, pero por ejemplo con los Presupuestos son tres días consecutivos con centenares de votaciones— les "parten por la mitad la agenda". Lo lógico, por tanto, añaden desde el aparato del partido, es que cedan sus escaños, corra la lista y entren diputados con dedicación plena.
Es esperable que abandonen el Congreso los que sean designados secretarios de Estado, salvo el que lleve Relaciones con las Cortes, por razones obvias, y que hasta ahora era Rafa Simancas
Y es que el reglamento del Congreso, en su artículo 82.2, restringe el uso de la votación telemática: solo se puede acudir a ella en los casos de embarazo, maternidad, paternidad, enfermedad, en situaciones excepcionales de especial gravedad o cuando el diputado deba ausentarse del pleno para cumplir con compromisos de representación institucional en foros internacionales en el extranjero.
El PSOE no se puede exponer, dicen en la cúpula, a perder votaciones porque sus ministros no puedan estar en el hemiciclo por agenda. Al Gobierno lo sustentan 179 diputados —de PSOE, Sumar, ERC, Junts, Bildu, PNV, BNG y Coalición Canaria—, por los 171 de la derecha (PP, Vox y UPN). La mayoría, pues, es muy justa y la geometría variable es mínima: apenas se pueden descolgar CC o BNG, o que pase Junts a la abstención si los nacionalistas canarios están en el sí.
También es esperable que renuncien a sus actas aquellos que sean nombrados secretarios de Estado, pues a fin de cuentas en ellos descansa la gestión cotidiana de sus respectivos ministerios. La excepción en la pasada legislatura fue la de Rafael Simancas, secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y, como tal, número dos de Bolaños. Su caso estaba justificado, de hecho, por su cargo. La duda ahora es qué puede ocurrir con Óscar López, director de Gabinete del presidente, que reingresó en el Congreso el 23-J como diputado por Madrid. En Ferraz responden que es pronto para saberlo.
De los exministros, cuatro del PSOE tienen acta (Iceta, Sánchez, Miñones y Gómez), además de la líder de Podemos, Ione Belarra
En el caso de Sumar, solo Yolanda Díaz, la vicepresidenta segunda y responsable de Trabajo y Economía Social, tiene asiento en la Cámara baja. Sus otros cuatro ministros —Pablo Bustinduy (Derechos Sociales), Mónica García (Sanidad), Ernest Urtasun (Cultura) y Sira Rego (Juventud e Infancia)— no tienen escaño. Lo previsible es que Díaz continúe en el Congreso, como con seguridad hará Sánchez. En la pasada legislatura, los ministros de Unidas Podemos no dejaron de ser parlamentarios en ningún momento. En este aspecto, PSOE y Sumar (como antes UP) actúan de manera autónoma.
.@salvadorilla volverá a presentarse a la Primera Secretaría del @socialistes_cat en el próximo Congreso en marzo https://t.co/hB9PlgE4RC pic.twitter.com/5g27JIHmdc
— Europa Press TV (@europapress_tv) November 25, 2023
La decisión definitiva sobre qué ministros socialistas siguen en la carrera de San Jerónimo y quiénes no se tomará en las próximas semanas. Pero, previsiblemente, señalan en Ferraz, la lógica del mandato anterior volverá a operar. Los miembros del Gabinete saliente que no repiten y consiguieron acta tienen en ella su asidero para continuar activos en política: Miquel Iceta (Cultura y Deporte), Raquel Sánchez (Transportes), José Miñones (Sanidad) y Héctor Gómez (Industria), además de la líder de Podemos, Ione Belarra (Derechos Sociales). Los exministros suelen tener a su alcance presidir comisiones parlamentarias, lo que les permite mantener una posición institucional.
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