A la tercera fue la vencida. Nadia Calviño nunca ha reconocido en público que sintiese incomodidad alguna con el puesto de ministra de Economía, pero sus constantes intentos por salir del Gobierno parecían apuntar en esa dirección. En 2019, fue candidata a dirigir el FMI, carrera de la que se retiró antes de que terminase el proceso. En 2020, se quedó sin ser presidenta del Eurogrupo por solo un voto, que finalmente dio la victoria al irlandés Paschal Donohoe. Esta vez, la fuerte candidatura de la comisaria de Competencia Magrethe Vestager y el silencio de Francia e Italia llevaron a temer que tampoco lo consiguiese esta vez. Pero todo eso quedó atrás este viernes, cuando los titulares de Finanzas de la Unión Europea decidieron inclinarse por ella.

El nombramiento, aunque el Gobierno ya lo daba por hecho, no será oficial hasta previsiblemente la semana que viene, cuando la junta de gobernadores del BEI se reunirá para formalizar su apoyo. En este paso no se prevé ningún tipo de problemas ya que es un mero formalismo, al estar compuesta por los mismos ministros del Ecofin que la han aupado este viernes, y es por eso que el cambio ya es oficial. Cuando Calviño tome posesión, será la primera mujer a cargo del principal banco público de la UE, que existe desde 1958.

La que fuera directora general de Presupuestos de la Comisión Europea (2014-2018) se enfrentará al reto de liderar la institución en uno de sus momentos más importantes, puesto que es la encargada de canalizar parte de los préstamos ligados a los planes de recuperación, que ahora comenzarán a concederse a los Veintisiete. Lo cierto es que el BEI es una institución que siempre ha estado ahí, es conocida y recurrente sobre todo para los países y las empresas, pero ahora tomará un papel fundamental, en parte también por la recuperación de las reglas fiscales que tendrá lugar este enero.

Con sede en Luxemburgo, el BEI es un banco cuyos accionistas son los estados miembros de la Unión Europea. Su misión es la de contribuir al desarrollo equilibrado y estable del mercado interior en interés de la Unión. Facilita, en todos los sectores de la economía, la financiación de proyectos que busquen el desarrollo de las regiones más atrasadas; tiendan a la modernización o reconversión de empresas o a la creación de nuevas actividades que no puedan ser enteramente financiadas con los medios existentes en cada uno de los Estados miembros; y sean de interés común a varios Estados miembros.

Por poner un ejemplo, en 2022 el BEI financió operaciones por valor de 9.961 millones de euros en España. Ese año la entidad firmó un préstamo de 35 millones de euros con Talgo para financiar la estrategia de innovación de la empresa española, y en 2021 concedió otro de 45 millones de euros a Hipra, la farmacéutica española, para las actividades de I+D destinadas a desarrollar la vacuna contra el Covid.

Un fondo para la reconstrucción de Ucrania

Este año, el BEI ha tomado más peso al constituirse como el instrumento que financiará la reconstrucción y recuperación de Ucrania. El BEI ha establecido un fondo para que los Estados miembros puedan respaldar al país invadido por Rusia, a petición del Consejo,  con el objetivo de que se amplíe rápidamente el apoyo a las necesidades de infraestructuras más urgentes del país. La idea es también canalizar las contribuciones de donantes para el país, y mejorar el acceso a la financiación de los empresarios ucranianos.

Por otro lado, este año el BEI ha aprobado casi 700 millones en ayudas para la innovación empresarial y casi 500 para el despliegue de energías renovables en Europa y América Latina. Precisamente el tema energético condicionará el mandato de Calviño, puesto que ha sido uno de los requisitos de Francia para darle su apoyo como candidata. A día de hoy, el BEI mantiene lo nuclear fuera de sus inversiones, postura que España ha apoyado, pero desde hace meses Calviño viró y previsiblemente aplicará el reglamento de taxonomía, que sí permite financiar la energía nuclear.

Sin embargo, lo mollar será cómo el banco público conseguirá actuar de bisagra entre los países y las nuevas reglas fiscales -una vez se aprueben- en un momento en el que los Estados van a volver a estar obligados a reducir sus niveles de déficit y deuda al mismo tiempo que mantienen inversiones y reformas, como por ejemplo en transición verde o en defensa. Este es uno de los principales elementos que continúa tensionando la negociación, y que debería resolverse antes de que termine el año.

La remodelación del Gobierno

Por otro lado, ahora que el Gobierno pierde a su vicepresidenta y ministra de Economía, Sánchez deberá mover ficha en las próximas semanas. Es probable que María Jesús Montero asuma la vicepresidencia primera, como persona de confianza del presidente y mano derecha en la negociación con el resto de grupos parlamentarios, pero el cargo económico no está tan claro.

En un primer momento, prácticamente se daba por hecho que el exministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, sería el sustituto natural de Calviño. El buen trato que tiene con Sánchez y su experiencia en el sector -fue presidente de la Autoridad Fiscal- lo convierten en un fuerte candidato, pero fue nombrado ministro de Transición Digital hace solo unas semanas. Parece poco probable que vuelva a unirse con Economía un Ministerio recién creado, y lo mismo sucede la idea de mover al ministro que acaba de proclamar su compromiso con el mismo.

Otra opción es que el presidente opte por el secretario de Estado de Economía, Gonzalo García Andrés, un técnico que Calviño ha impulsado como su natural sucesor y que en las últimas semanas ha tratado de demostrar que también sabe hacer política. Pero las fuentes consultadas no descartan que Sánchez haya podido designar ya a una persona completamente diferente, desde un viejo conocido a una nueva pero reputada cara como en su día lo fue la propia Calviño. Saberlo será cuestión de semanas.