Vivir en una gran ciudad tiene muchas ventajas, pero también sus inconvenientes. Las largas distancias para llegar al trabajo, los atascos, la contaminación, las averías en el transporte público... Cada vez son más, especialmente desde la pandemia, quienes buscan un lugar más tranquilo, asequible y pequeño para vivir. Un pueblo es una opción, pero la vida en el campo no es para todos, ni ofrece las oportunidades profesionales y las comunicaciones que muchas personas necesitan.

Especialmente los lectores de Monocle. Desde 2019, la revista británica de negocios y tendencias elabora su Small Cities Index, que pone el foco en 25 ciudades de menos de 350.000 habitantes que ofrecen lo mejor de una gran urbe pero en una versión más compacta y amable. Un entorno natural cercano y disfrutable, un ambiente creativo y un contexto favorable a la apertura de nuevos negocios, además de, por supuesto, la seguridad, son algunos de los criterios tenidos en cuenta por el exigente equipo de Monocle para elegir su top 25 anual. El objetivo es ofrecer pistas a su escogido público, integrado en buena medida por jet-setters y nómadas digitales, para elegir el próximo destino en el que vivir y desde el que trabajar.

Hasta la fecha, San Sebastián había sido la única ciudad española en formar parte de este exclusivo ranking. En 2019 y 2020 la capital guipuzcoana ocupó la 17ª posición. Pero este año, la lista, publicada en la edición 2024 de The Forecast –el especial de Monocle que anualmente avanza las principales tendencias globales para el año entrante y que ya se puede encontrar en quioscos–, incluye a Santander, que ocupa la segunda posición por detrás de Naha (Japón) y Petrópolis (Brasil), y a Gerona, en el puesto número 14.

"Nadie tiene prisa" en Santander

"En Santander, una ciudad de la costa del norte de España de 172.000 habitantes, nadie tiene prisa", asegura Amy van den Berg, subdirectora y autora del texto dedicado a la ciudad cántabra. "Si llega tarde a una reunión, avise con antelación y abandónese al relajado ritmo de los lugareños que pasean por el puerto". No faltarán los santanderinos que discutan la idílica versión de la autora, pero Van den Berg describe una ciudad ideal de edificios de apartamentos de media altura encaramados a las suaves colinas que definen su orografía, y estrechas calles llenas de cafés y restaurantes, donde un martes a las dos de la tarde es fácil encontrar las terrazas "repletas de gente tomando el vermut".

La villa marinera que prosperó alrededor de los astilleros y la pesca es hoy una vibrante ciudad turística marcada positivamente por la presencia de un gigante mundial de las finanzas como el Banco Santander, que mantiene allí su sede corporativa. Con el Centro Botín y la próxima apertura de Faro Santander, el museo diseñado por David Chipperfield en la sede histórica del banco, Santander ofrece, según Monocle, un ecosistema propicio para jóvenes profesionales que valoran los precios ajustados, la vibrante escena cultural y la conexión nacional e internacional de su aeropuerto. Unas comunicaciones favorables que completan la Autovía del Cantábrico, la cercanía a Francia y el ferry que conecta la ciudad dos veces a la semana con Portsmouth.

El fotógrafo Ben Roberts ha sido el encargado del reportaje gráfico de Santander para 'The Forecast' de 'Monocle'.

Monocle recoge el testimonio de la ex regatista olímpica Berta Betanzos, copropietaria del gimnasio Tanndem, el arquitecto Jacobo Gomis, creador del Centro de Surf de Somo, o Carlos Zamora, socio del grupo Deluz de hostelería –propietario del restaurante Deluz y de La Caseta de Bombas, en Santander, así como de establecimientos en Madrid como La Carmencita o Celso y Manolo–. "Aquí la gente está conectada con la naturaleza, todo está a un paso", afirma Zamora, que aparece en una imagen con una cesta de frutas y verduras en la puerta del establecimiento de El súper de los pastores, la cadena de tiendas de alimentación de Deluz, ubicado en la plaza de Pombo de la ciudad.

De Okinawa a Gerona

En la posición número 14 de su Small Cities Index para 2024, Monocle ha situado a Gerona. La publicación destaca la capacidad de atracción que la ciudad catalana ha demostrado en los últimos años. Nuevos negocios y emprendedores han alimentado una escena gastronómica y cultural favorecida por la cercanía de la Costa Brava y las buena conexión internacional por tierra –gracias al AVE– y aire.

El primer lugar del listado lo ocupa Naha, capital de la isla y la prefectura homónima de Okinawa. Un lugar singular, situado en el extremo sur del archipiélago japonés, y que fue de jurisdicción norteamericana desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta 1972. Su clima suave y su estilo de vida pausado son un reclamo para los japoneses que deciden buscar una alternativa al exigente ritmo de vida de Tokio y el resto de grandes urbes niponas.

Después de Santander se sitúa Petrópolis, la que fue ciudad imperial de Brasil, en la región interior de Serrana, a solo dos horas de coche al norte de Rio de Janeiro. Hoy, esta localidad de apenas 300.000 habitantes es un nodo de desarrollo tecnológico rodeado de naturaleza. Completan la clasificación de Monocle Newcastle (Australia), Eindhoven, Basilea, Victoria (Canadá), Keelung (Taiwan), Dunedin (Nueva Zelanda), Toulon (Francia), Patras (Grecia), Salzburgo, Elsinor (Dinamarca), Gerona, Coimbra, Lugano, Brescia, Augsburgo y Luxemburgo. A ellas se suman otras seis menciones especiales: Santa Cruz (California), Pula (Croacia), Charleston, Essaouira (Marruecos), Krosno (Polonia) y San Miguel de Allende, en México.