Es un movimiento más revolucionario que político-institucional. Nació de la disidencia, el malestar y la crítica hacia la estrategia de Otegi tras el final de ETA para iniciar la ‘mutación’ de la izquierda abertzale. En la última década esa disidencia se organizó en multitud de ámbitos en forma de distintas organizaciones. En el último lustro se ha organizado y coordinado hasta lograr una presencia significativa entre los principales ámbitos juveniles de izquierda, arrebatando incluso el control de alguno de ellos a la izquierda abertzale tradicional. El llamado Movimiento Socialista, con su coordinadora juvenil GKS (Gazte Koordinadora Sozialista) a la cabeza, hace tiempo que expresó su deseo de conformarse como un partido político y a escasos meses de las elecciones autonómicas el paso podría estar próximo. Otra cuestión será qué tipo de partido sería y con qué presencia institucional.
Inicialmente, su aspiración no era convertirse en formación política para estar presente como un agente más en las instituciones sino para hacer la “revolución obrera” desde fuera. Este fin de semana ‘Alternatiba Sozialista’ ha convocado a sus bases a un gran “acto político”. Se celebrará en Eibar, en el frontón Astelehena, donde podría anunciar nuevos pasos para su conversión en una formación más, en este caso, a la izquierda de EH Bildu. Este movimiento, capaz de reunir en sus ‘Topagunes’ o jornadas de fin de semana a miles de jóvenes, se define como movimiento obrero, comunista y alejado de EH Bildu. En sus mensajes el discurso en clave soberanista o independentista tiene menos peso que el de la defensa de los trabajadores la crítica a los “políticos profesionales” o el reproche al sistema capitalista.
En sus escritos sitúa a la izquierda abertzale actual más como una organización “socialdemócrata” y perteneciente a la “burguesía” de la clase política que a la senda “revolucionaria” que enarbola. El Movimiento Socialista, de la que además la coordinadora GKS cuelgan otras organizaciones como Itaia (de defensa del feminismo), Kontseilu Sozialista, Ekida (arte y cultura) o un sindicato de vivienda, se presentó en 2019. En julio del año pasado en un encuentro con 2.000 jóvenes ya manifestó su deseo de aglutinar a todas las corrientes críticas con Bildu, -muchas de ellas procedentes de la cultura de la izquierda abertzale-, para constituirse como partido político.
Un partido sin presencia institucional
Se autodefinen como una formación “a la izquierda de Bildu”, de corte comunista y en defensa de la clase trabajadora. En enero de este año, uno de sus portavoces, Iker Apraiz, reiteraba esta idea. Lo hacía para aclarar que en su caso la conformación de un partido político pretende ser más una “herramienta de organización” que de participación en las instituciones. Añadía que “no queremos crear un partido para competir en el Parlamento” sino para organizarse y hacer política “revolucionaria” desde fuera. De algún modo, supondría un retorno a la estrategia que históricamente promovió Herri Batasuna en sus primeros años, en los que pese a concurrir a las elecciones apenas participaba en las instituciones. La izquierda abertzale simplemente las empleó como altavoz a sus reivindicaciones.
Ni siquiera comparte la estrategia de apoyo a los presos de ETA que defienden los de Otegi. Mientras Bildu ha secundado la estrategia de iniciar la aceptación de la política penitenciaria española, desde el entorno de GKS se considera que eso ha supuesto someterse a las exigencias del Estado, una suerte de claudicación o aceptación del “chantaje” del Gobierno. Estos movimientos críticos llevan años reclamando la amnistía para los presos de la banda terrorista. Dentro de algunos de estos colectivos disidentes se encuentran los presos de ETA más críticos con el proceso de desmantelamiento de la organización impulsado por Otegi.
De algún modo, este nuevo movimiento eminentemente juvenil supone una ruptura generacional en el entorno de la izquierda abertzale. Un dato significativo es la presencia de los hijos de algunos militantes significativos de ETA entre los miembros de estos colectivos disidentes con la izquierda abertzale que representa Arnaldo Otegi. A ello se suma la extrema juventud de la mayor parte de los asistentes a las convocatorias del ‘Movimiento Sozialista’.
La crítica a Bildu va más allá. Consideran que la actual institucionalización en la que se ha sumergido, iniciada tras el final de ETA, ha dejado a la juventud “revolucionaria” desamparada. Ante la convocatoria de este fin de semana, llaman a los jóvenes a participar para luchar contra “los partidos de la burguesía” -entre los que también sitúan a Bildu- en un mundo “en constante cambio”, con una profunda crisis capitalista y con la opresión del poder “sin oposición a derecha ni a izquierda”. dConsideran que es urgente organizarse para transformar el actual marco político y de partidos que obliga a la “nueva generación de trabajadores” a “abrir las puertas al comunismo”: “Hay que organizarse para quitar lo viejo e imponer lo nuevo”.
"Actúan de modo excluyente y agresivo"
Sus críticas hacia EH Bildu son constantes. En octubre pasado, en otro de los encuentros celebrados en las localidades navarras de Villaba y Burlada, arremetieron contra los consistorios de la izquierda abertzale por no cederles los permisos para celebrarlo: “Ha sido un intento de veto político, seguiremos combatiendo contra este tipo de vetos y prohibiciones”.
El ‘Movimiento Sozialista’ arrebató a la izquierda abertzale el control del sindicato estudiantil más importante en Euskadi, Ikasle Abertzaleak. Esta organización, con gran influencia en el ámbito universitario, pasó de estar controlada por Sortu -la izquierda abertzale la controlaba desde 1998- a hacerlo por GKS y su entorno. Un paso importante para la penetración de sus iniciativas entre los jóvenes y al que también se ha sumado la cada vez mayor presencia en organizaciones juveniles del mundo del feminismo, la cultura o el fútbol.
La izquierda abertzale, a través de Sortu, tuvo incluso que aclarar a sus bases que este tipo de movimientos nada tenían que ver con la izquierda abertzale tradicional y que en ningún caso tenían la intención de colaborar con ellas, “actúan de modo excluyente y agresivo”, afirmaba en la misiva enviada a su militancia.
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