"Tenemos un buzón donde la gente puede depositar sus denuncias. Y así fue como nos llegaron las primeras imágenes. Luego corroboramos toda la información, cotejamos las pruebas y procedimos a publicarlo". Julia Elizalde, portavoz del Observatorio de Bienestar Animal, relata a El Independiente cómo consiguieron obtener las imágenes de la que ya han bautizado como "la granja del terror", una explotación porcina en Quintanilla del Coco (Burgos), que pertenece al alcalde del municipio.
Entre junio y septiembre de este año el Observatorio investigó el lugar y recopiló imágenes. Tantas que, a la hora de hacerlas públicas, decidieron hacerlo en dos tandas. Las primeras fotografías vieron la luz hace unas dos semanas, y en ellas se veía como el interior de la granja estaba plagado de suciedad, ratas y lombrices, y cómo algunos cerdos presentaban malformaciones y heridas, y se mordían entre ellos. Había incluso cadáveres, que se mezclaban con animales vivos. Y en otros vídeos, según explicaron, los operarios lanzaban lechones al suelo y vertían cerveza sobre los animales.
En la nueva tanda de imágenes, que se publican este miércoles y fueron tomadas por el fotógrafo Pedro Armestre, se aprecia cómo a pocos metros de la granja, en pleno monte, se apilaban montañas de huesos, cráneos y animales en descomposición. El Observatorio asegura que tiene vídeos que demuestran que era el propio alcalde quien se deshacía de los cuerpos "ilegalmente" cuando no le veía nadie. Algo que, según Elizalde, podría ser peligroso si los animales tuvieran algún tipo de enfermedad.
Además, la organización detalla que en otros vídeos captados con cámara oculta se aprecia como el alcalde deja morir a un cerdo por inanición después de más de 36 horas de sufrimiento, a pesar de que pasa en varias ocasiones por su lado, y su cadáver es posteriormente devorado por los buitres. Por ello, el propio organismo exige la destitución inmediata del alcalde del municipio burgalés y el cierre de la explotación porcina.
Desde la ONG señalan que estos hechos podría ser constitutivos de un presunto delito de maltrato animal y delitos contra el medioambiente, con agravante de acción por omisión porque "de acuerdo a la normativa vigente, un animal gravemente enfermo ha de ser sacrificado en la explotación para evitar un sufrimiento innecesario". Por ello presentaron una querella el pasado 27 de noviembre, que ha sido admitida a trámite.
"El Ministerio de Agricultura ha solicitado ya más información sobre las inspecciones que pasó la granja, algo que nos parece adecuado", comenta Elizalde. Desde la organización afirman que se guardan también el derecho de ejercer acciones legales por "difamaciones" contra el consejero de Industria, Comercio y Empleo de Castilla la Macha, Mariano Veganzones, que afirmó que las imágenes eran "totalmente falsas" y que se habían sacado "de otra granja o de otro sitio".
¿Están fallando las inspecciones?<
"Las imágenes son deplorables, parece una película de terror. Cualquier persona que trabaje con animales no puede decir otra cosa", afirma Miguel Ángel Higuera, director de la Asociación Nacional de Productores de Ganado Porcino (Anprogapor). "A mí me causan una gran repulsa. Pero hay que decir que esto no representa a nuestro sector", remata.
No obstante, el propio Higuera admite que esto les hace mucho daño. Y es que, según explica, habrá quien "extrapole" estos hechos como si fueran una práctica extendida dentro del sector, tachándoles de "poco profesionales". Aunque él defiende que en realidad es "todo lo contrario", y en España hay cientos de miles de ganaderos, veterinarios y técnicos "haciendo las cosas bien".
De acuerdo con el director de Anprogapor las inspecciones a las granjas porcinas corren a cargo de servicios veterinarios oficiales externos, aunque previamente han sido coordinadas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y por las distintas comunidades autónomas.
"Nos controlan todo. Desde el bienestar animal hasta temas de salud, trazabilidad, medio ambiente, emisiones... Y precisamente el hecho de que las inspecciones las realicen personal externo siempre nos ha dado muchas garantías. ¿Cuántos profesionales de cualquier sector tienen controles diarios así? Muy pocos", resume Higuera.
Sin embargo, Elizalde no opina lo mismo: "Hace poco más de un año también destapamos otro caso similar de otra granja en Sevilla que tenía el certificado de bienestar animal. Y nos preguntamos cuántas más habrá. Por el buzón que tenemos nos hacemos una pequeña idea, y lo que nos llega es que hay un fallo estructural. Las inspecciones en este caso han sido a todas luces insuficientes. Hay que ver cuántas fueron y cómo serían, porque las imágenes muestran que no eran descuidos, eran comportamientos mantenidos durante días, semanas o incluso años".
La granja de Quintanilla del Coco, según puso averiguar el Observatorio de Bienestar Animal, sólo pasó una inspección en 2023, que fue el 24 de agosto. Elizalde cuenta que sólo seis días después de esa visita ellos tomaron algunas de las fotografías que ahora han publicado. Así que, dice, "les cuesta pensar que los inspectores pudieron no verlo". Pero aunque admite que no sabe qué puso fallar, se muestra convencida de que las inspecciones no ofrecen garantías suficientes.
"No hablamos sólo de legalidad, sino también de la certificación de bienestar animal, el llamado sello Welfair", relata la portavoz. "Al final los consumidores están eligiendo ese producto porque esperan que tenga calidad y los animales hayan sido tratados bien. Pero la sorpresa que nos estamos llevando es que este sello no es eficiente", añade. Por ello pide que se impulse un certificado de bienestar que contemple todas las fases de vida de los animales, que sea transparente y que impida que se creen "falsas expectativas".
Las visitas del Seprona y la Junta
Por el momento, desde el Observatorio explican que ya se le ha retirado a la granja el sello de bienestar animal que había tenido los últimos cuatro años, aunque consideran que esto no es suficiente. Y además, detallan que pocos días después de que las imágenes se hicieran públicas el Seprona y la Junta de Castilla y León visitaron la granja. Aunque lamentan que, para entonces, el dueño ya la había adecentado.
Higuera, en cambio, tiene otra visión: "Mi opinión es que la granja es vieja y está sucia, pero tratar mal a los animales es otra cosa, y tanto la Guardia Civil como el Seprona han desmentido en ese sentido al Observatorio. Y aunque podrían haber hecho algunos cambios durante los días que pasaron hasta las visitas, eso no se cambia de la noche a la mañana. Ojalá fuera así, pero los animales que hay son los que hay", concluye.
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