Del silencio impuesto por una visión rigorista del islam a albergar una Ópera que aspira a hacerse un hueco en el circuito internacional. En menos de una década, Arabia Saudí ha cambiado de partitura. El reino ha anunciado este viernes la construcción de su primera Ópera, un edificio diseñado por un estudio de arquitectura nórdico e inspirado en el adobe y las formas geométricas de la cultura local.
Es la joya de uno de los megaproyectos del príncipe heredero
“El edificio pertenece realmente a este lugar. No se puede copiar y replicar en otro lugar. Está inspirado por el wadi (el valle cercano en el que se emplaza) y por los valores de la cultura nadji”, explica a El Independiente Zenul Khan, uno de los arquitectos del estudio Snøhetta encargado de trazar el diseño final de la Ópera Real de Diriyah. “Hemos comprendido que se trata de un estilo de vida basado en las raíces. Desde el punto de vista arquitectónico hemos sido fieles a lo que proporciona el valle: piedra y adobe”, agrega Khan.
La Ópera de Riad está ubicada en Diriyah, un barrio a las áridas afueras de Riad que fue hace tres siglos la capital del primer estado saudí y la cuna de la Casa de Saud, la familia real que rige desde hace un siglo los designios del país, uno de los mayores productores de petróleo del planeta. El nuevo inmueble es una de las joyas de uno de los principales megaproyectos lanzados por el príncipe heredero Mohamed bin Salman para diversificar la economía del país y promover una oferta cultural hasta ahora inexistente.
En busca de un icono
El reino confía en que el edificio, con una superficie de 46.000 metros cuadrados, pueda convertirse en un icono -similar a la Ópera de Sidney, en plena celebración del medio siglo de vida- en un barrio de callejuelas estrechas y laberínticas que albergó la corte y que se halla ahora tomado por las grúas. Desde hace más de una década el complejo de Al Turaif -donde se hallan las últimas ruinas de los palacios saudíes- está incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
“El anuncio de la Ópera Real de Diriyah encarna nuestras aspiraciones de que Riad sea una ciudad a la vanguardia de la innovación cultural y arquitectónica”, apunta Ibrahim al Sultan, director ejecutivo de la Comisión Real de Riad, el organismo que trata de remozar la fachada de la urbe saudí. Entre los promotores de este nuevo espacio cultural -enmarcado en un proyecto de cifras astronómicas- esperan que su construcción esté completada alrededor de 2028, coincidiendo con la celebración de la Exposición Universal de 2030 en Riad y con la Visión 2030 esbozada por Bin Salman.
La Ópera, el edificio más imponente de la zona en la que se ubicará, contará con cuatro espacios principales: una sala principal con 2.000 asientos y la última tecnología; un teatro adaptable para distintos tipos de obras y funciones; una sala multifuncional que puede albergar conferencias; y un anfiteatro al aire libre situado en la azotea del edificio para las noches que proporcionan una tregua fugaz a las altas temperaturas del día. La Ópera está concebida para atraer hasta el reino producciones extranjeras pero no dispondrá de una orquesta permanente.
Diriyah busca ser el principal destino cultural del reino
Para Jerry Inzerillo, director ejecutivo del grupo Diriyah Company a cargo de la rehabilitación del distrito, se trata de “atraer los mejores talentos del mundo del diseño”. “Estamos comprometidos a elevar el nivel de excelencia arquitectónica y celebrar nuestra rica herencia a través de un diseño innovador”, arguye.
La Ópera –a cargo de un estudio “familiar con Arabia Saudí”, donde firmó la primera sala de cine cuando se levantó la prohibición de las proyecciones y construye una de las estaciones de metro de Riad- está inspirada en la arquitectura nadji, el estilo general de Diriyah, un páramo de 14 kilómetros cuadrados de superficie que los saudíes quieren convertir en “el principal destino histórico, cultural y de estilo de vida de Arabia Saudí”.
Las otras Óperas de Oriente
Arabia Saudí se suma a la liga que inauguró Omán en 2011 con la inauguración de la Royal Opera House de Mascate, un exquisito edificio de mármol italiano y madera birmana que fue una obstinación del entonces sultán Qabús, un enamorado de la música clásica. El espacio, que estrenó Plácido Domingo, se halla ubicado en un recinto de 80.000 metros cuadrados. La mitad de la superficie está dedicada a cuidados y frondosos jardines que abrazan al edificio, un capricho personal del sultán.
El éxito del recinto -cuyo presupuesto total se desconoce- ha animado a los vecinos del golfo Pérsico a desafiar a aquellos guardianes de la ortodoxia islámica que tildan la más leve melodía como “haram” (pecado) y acariciar el sueño de su propia Ópera. Dubai, Kuwait y Qatar cuentan ya con espacios similares, a los que se une Arabia Saudí. El reino no solo proyecta el de Riad sino que también ha anunciado una Ópera en la costera Yeda, la segunda ciudad del país.
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