El 45º presidente de los Estados Unidos de América será Donald Trump, un millonario neoyorquino neófito en política que se enfrentaba a la candidata con más experiencia que jamás ha optado al cargo. El candidato republicano, que venció resistencias hasta en su propio partido, logró 279 votos electorales, nueve más de los necesarios para la designación. La demócrata Hillary Clinton, que superó por 200.000 votos populares a Trump, consiguió 228. Por primera vez desde 1928 los republicanos controlan también la Cámara de Representantes y el Senado, lo que les da un poder absoluto. Hillary Clinton aceptó la derrota y así se lo comunicó a Donald Trump por teléfono. No obstante, primero salió al paso su jefe de campaña, John Podesta, que dejó claro que la demócrata no haría declaraciones.
Tras hablar con Clinton, Trump compareció en el hotel Hilton de Nueva York ante sus seguidores, a quienes dijo con un tono sorprendentemente moderado: "Es el momento de la unidad. Seré el presidente de todos, también de quienes no me votaron, que hubo algunos. Les tiendo la mano". El presidente electo reconoció los méritos de su rival. "Este país le debe mucho a Hillary Clinton". Lanzó a continuación un mensaje conciliador "a todos los pueblos", lejos del conflicto y del odio. También explicó que lo que ha vivido estos meses "no es una campaña, sino un movimiento". Prometió ocuparse "de los olvidados, que dejarán de ser olvidados" y enumeró los proyectos que va a emprender. Para finalizar su templada alocución dio gracias a todos y cada uno de los miembros de su familia, encabezados por su esposa Melania y su hija Ivanka.
Este país le debe mucho a Hillary Clinton", arrancó su templado discurso el ganador
El lema "Vamos a hacer América grande" de Trump convenció a millones de estadounidenses, muchos de ellos blancos, a quienes los ecos de la crisis han dejado en la cuneta de su propia historia. Con un mensaje tan simple como directo, ha sabido sintonizar con la rabia de estos indignados de clase media para quienes Hillary Clinton es la encarnación del establishment. Trump se ha presentado en la campaña electoral como un empresario de éxito que llevaría a América a recuperar su vigor. Y esa población desilusionada se ha aferrado a su proclama, pese a las feroces críticas contra el racismo, el machismo y el populismo del candidato republicano. Después de meses de sondeos y sesudos análisis, sólo han acertado quién sería el ganador el profesor de Historia Allan Lichtman y el mono chino del zoo de Shiyanhu, que apostaron por Trump.
Such a beautiful and important evening! The forgotten man and woman will never be forgotten again. We will all come together as never before
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 9 de noviembre de 2016
En 2008 Barack Obama hizo historia al convertirse en el primer presidente afroamericano que llegaba a la Casa Blanca. Incluso logró ser reelegido en 2012 y acabar su mandato con notables datos popularidad. Más apoyo tiene incluso Michelle Obama. Habrá que esperar aún más años a que una mujer sea presidenta. Clinton ya intentó ser candidata frente a Obama en 2008 y fracasó. Ahora cosecha la mayor derrota de su vida, ya que su objetivo, tras apoyar a su marido, Bill Clinton, en sus ocho años de mandato, era ser la comandante en jefe.
La batalla electoral se libró en varios frentes: todos y cada uno de los votos electorales de los swing states (estados péndulo) fueron fundamentales para su victoria, tan contundente como imprevisible. La derrota de Florida, con 29 votos electorales que ganó Obama en 2008 y 2012, fue simbólica y el primer paso de la agonía de la ex jefa de la diplomacia de EEUU. Es un estado con el que Hillary Clinton soñaba llegar a la Casa Blanca, gracias a la población hispana, especialmente los millenials puertorriqueños.
Clinton se quedó en Florida a 180.000 votos de distancia del magnate neoyorquino
Clinton se quedó en Florida a 180.000 votos del magnate neoyorquino en el llamado estado soleado. Es decir, no fue una reedición de aquella larga jornada de 2000 cuando el vicepresidente Al Gore perdió Florida por tan sólo 500 votos, y con ella la Presidencia.
Tras ganar Florida, Trump confirmó Ohio, un estado que aporta 18 votos electorales y que siempre se ha decantado por el presidente desde 1964. En esta ocasión, Ohio también estuvo del lado del ganador claramente. Trump logró allí 490.000 votos más que Hillary.
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De los llamados battleground también se adjudicó Trump Carolina del Norte, que cuenta con 15 votos electorales. Esas tres victorias hablaban a gritos de que Trump se acercaba a pasos agigantados a la Casa Blanca. Cuando cayeron los estados del norte del lado republicano, el triunfo definitivo se iba haciendo realidad.
Hillary Clinton tan sólo pudo mantener Virgina, Colorado y Minnesota de los llamados estados péndulo. Incluso perdió estados tradicionalmente demócratas como Pensilvania -que cuenta con 20 votos electorales y es cuna de los Estados Unidos de América-, además de Michigan y Wisconsin.
Hillary Clinton perdió el bastión demócrata de Pensilvania, y también Michigan y Wisconsin
Donald Trump había insinuado que si no ganaba las elecciones, sería porque estarían "amañadas" y por tanto no reconocería a Clinton como ganadora. Lanzó la bravata en el tercero de sus debates con la ex senadora demócrata y numerosos republicanos se echaron a temblar. En un mitin posterior se permitió el lujo de bromear al asegurar que "reconocería los resultados, si gano". Así es Trump. Y los estadounidenses quieren que sea su presidente. Una de las primeras en felicitar al magnate fue la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen. "Felicidades al nuevo presidente de EEUU, Donald Trump, y al pueblo americano libre", decía Le Pen en un tuit.
Hillary Clinton sufrió especialmente en la campaña debido a los ecos del escándalo de los correos electrónicos. Cuando Donald Trump intentaba contrarrestar los efectos de la divulgación de sus obscenidades sobre las mujeres -lo que él aseguró que era una conversación de vestuario-, intervino el FBI. Su director James Comey informó al Congreso el 28 de octubre de que habían aparecido nuevos correos electrónicos que la agencia iba a investigar. Trump aprovechó la ocasión para reforzar su mensaje sobre Hillary: no debería ser candidata porque es corrupta y porque cometió delito al usar un servidor privado y su correo personal para tratar con información confidencial. Trump prometió llevar a Clinton a la cárcel si llegaba a la Presidencia.
Apenas dos días antes de la votación, el director del FBI anunció que no había indicios de delito en los nuevos correos analizados. Exoneraba a la candidata demócrata y le daba aliento y esperanza de conseguir la Presidencia, pese al daño sufrido en sus expectativas una vez que se hizo público que el FBI resucitaba la investigación de los emails. Hasta el presidente Obama amonestó a la agencia por dar ese tratamiento a información no contrastada.
La victoria de Trump se consolida con el dominio de los republicanos en la Cámara de Representantes. Es muy importante este dato porque, en caso de empate, serían quienes eligen al presidente. Y, sobre todo, garantizan al presidente que realmente pueda gobernar. Uno de los graves problemas de Obama ha sido el bloqueo permanente que ha sufrido en las dos cámaras.
La derrota de Clinton es también un varapalo a Obama, que deja una América desgarrada
La derrota de Hillary Clinton es también un varapalo a Obama, que ha enfocado su presidencia en lanzar un mensaje de unidad de los americanos, cuando la América que deja tras su mandato es una América desgarrada que prefiere a un outsider con grandes dotes como showman antes que escuchar a la voz de la experiencia.
Mark Singer, autor de El show de Trump. El perfil de un vendedor de humo, mantenía que Trump no quería ganar la Presidencia, sino que no quería perder la elección. "Gane o pierda, me pregunto cuánto tiempo tardarán los partidarios de Trump en entender que los engañó", escribe Singer, que suele publicar en The New Yorker. Venció y convenció a esa América olvidada, que le ha alzado hasta la Casa Blanca. Veremos qué emprenderá ahora para que América vuelva a ser grande.
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