La historia de Marco Polo (Venecia, 1254-1324) se ha contado cientos de miles de veces. Lo sabemos todo, incluso lo que algunos historiadores han empezado a considerar imposible y propio de la imaginación desbordante del mercader veneciano. Pero hoy le conocemos con el gran explorador, uno de los primeros, aunque podría no haber haber sido más que otro hombre sin una gran historia si no llega a ser por una ciudad y por una persona en concreto. Su vida cambió por una espera no querida y por una petición de obligado cumplimiento, también por un hombre que frenó las prisas de su padre y de su tío.

Porque antes que él, Niccolò Polo y su hermano Maffeo ya habían conocido a Kublai Khan y habían diseñado una expedición para recorrer Asia de su mano. Pero antes el emperador del imperio Mongol les había hecho una petición, tenían que entregarle una carta al Papa, reunir a unos 100 sacerdotes cristianos que pudieran explicar detenidamente esta religión y llevarle aceite del Santo Sepulcro de Jerusalén.

Había venido a San Juan de Acre en peregrinación hacia los Santos Lugares, y era hombre de gran autoridad e influencia, llamado Teobaldo, de la familia Visconti, de Pianzenza

PRÓLOGO DE VIAJES, DE MARCO POLO

Por lo que en 1269 llegaron a la ciudad costera de Acre, lugar de máxima relevancia durante las cruzadas y que en aquel momento estaba en manos de la orden templaria de los Caballeros Hospitalarios para hablar con alguien de relevancia dentro de la Iglesia para poder llegar hasta el Pontífice. Se encontraron con Teobaldo Visconti, el archidiácono de Lèige, que estaba en cruzada con el futuro Eduardo I de Inglaterra. Este les informó de que la persona que buscaban, el Papa Clemente IX, había muerto y que deberían esperar a que se nombrase otro para cumplir con su promesa y emprender su aventura. También les dio su absoluta aprobación. Así lo cuenta el prólogo del considerado como el primer 'best seller' de la historia:

Desde Laía, donde permanecieron un corto espacio de tiempo, se embarcaron y fueron por mar hasta la ciudad de Acre; allí arriban tras muchos días de camino, a mediados de abril del año 1269. Pero el Apóstol ya había muerto.

Cuando Micer Nicolo y Micer Mafeo supieron que el papa llamado Clemente IV hacía largo tiempo que había fallecido se apenaron en extremo y fueron al encuentro de un sabido clérigo que era Legado papal, representante de la Iglesia de Roma para todo el reino de Egipto. Había venido a San Juan de Acre en peregrinación hacia los Santos Lugares, y era hombre de gran autoridad e influencia, llamado Teobaldo, de la familia Visconti, de Pianzenza

Decidieron hacerle caso y tras casi 16 años fuera de casa desembarcaron en Venecia donde Niccolò se enteró de la muerte de su mujer y conoció a Marco Polo, su hijo de 15 años. Se quedaron en aquella ciudad esperando a que el cónclave diese sus frutos pero a los dos años se les agotó la paciencia y decidieron partir, esta vez con Marco como tercer integrante de la expedición. Así se narra en el prólogo de Viajes. Libro De las cosas maravillosas del Oriente de Polo:

Partieron en 1271 tras entregarle la carta a Teobaldo Visconti sin saber que estaban cumpliendo con parte de su misión ya que no mucho después este sería conocido como Gregorio X

Viendo que seguían sin nombrar nuevo Apóstol se dijeron que no podían continuar retrasando su retorno ante el Gran Khan, temerosos de que éste se preocupase con su dilatada ausencia y diera en pensar que ya no volverían. Así partieron de nuevo, llevando a Marco consigo, avanzando por mar en derechura a la ciudad de Acre, donde encontraron al Legado del que antes os hablé. Comunicaron con él todas estas cosas; y, muchos días después, le pidieron licencia para dirigirse a Jerusalem, con objeto de tomar algo de aceite de la lámpara del sepulcro de Cristo, tal y como el Gran Khan lo había solicitado: pues deseaba poseerlo por devoción a su madre que antes de morir había sido cristiana (...)

Volvieron de nuevo a Acre y el Legado redactó sus cartas de embajada para enviarlas al Gran Khan, tal y como le pedían, testimoniando que los dos hermanos habían venido fielmente ha realizar su encomienda; pero que al no haber Apóstol no habían podido cumplimentarla.

Partieron en 1271 tras entregarle la carta a Teobaldo Visconti sin saber que estaban cumpliendo con parte de su misión ya que no mucho después este sería conocido como Gregorio X. De allí, el todo. Se recorrieron la Ruta de la Seda al completo hasta llegar a Mongolia y China, mientras Marco Polo hacía pequeñas anotaciones que luego servirían de guía para el libro que narró sus aventuras y que influyó en las inquietudes de los exploradores posteriores.

Fue aquella ciudad, Acre, la que le dio sin saberlo la oportunidad de vivir aquella vida y realizar estos viajes y es una de las ciudades que mejor representa los cambios políticos del lugar. Porque aunque cuando él la visitó se encontraba bajo el mando cristiano, no tardó mucho en pasar al del sultán mameluco al-Ashraf Jalil, convirtiéndose en 1291 en la última ciudad de todo el Levante en ser conquistada por los ayubíes.

Permaneció en manos de los musulmanes desde entonces hasta casi los años 20, cuando en 1918 entró a formar parte del Mandato británico de Palestina con una población casi divida en dos partes iguales entre ciudadanos musulmanes y cristianos. Hasta que en 1948, en el mes de mayo, un ultimátum de la brigada Carmeli israelí provocó el éxodo de gran parte de la población que fue sustituida por judíos, ahora la mayoría de las casi 50.000 personas que la habitan y con la peculiaridad de contar con más de un 30% de población árabe-israelí.