La piel es el órgano más grande del cuerpo y como tal uno de los que más sufre, sobre todo en verano. Al menos son ocho los factores que junto con el sol, pueden dañar, resecar o estropear nuestra piel durante estos meses. Conoce cómo combatirlos para que tu piel no sufra o lo haga cuanto menos, mejor.
1. El sol y las quemaduras solares
Si en verano hay grandes protagonistas, una de ellas son las quemaduras solares. Muy frecuentes sobre todo en las primeras exposiciones del año al sol, en que la piel aún no está preparada para protegerse de la radiación, y muy frecuentes en personas de piel, pelo y ojos claros, que se queman casi siempre que pasan mucho tiempo al sol sin una adecuada protección solar.
El mejor tratamiento para que no se produzcan es claro: “Evitar que ocurran. Su aparición aumenta la posibilidad de desarrollar un melanoma y otros tipos de cáncer de piel”, afirma a El Independiente Alejandro Sánchez Herrero del servicio de Dermatología del Hospital Universitario Gregorio Marañón. Lo mejor para evitar las quemaduras solares, añade por su parte Inés Gonzalo, jefa de Dermatología del Hospital Universitario Infanta Elena, en Valdemoro (Madrid), es aplicar crema fotoprotectora adecuada a nuestro fototipo de piel, media hora antes de la exposición solar. Hay que reaplicar cada 2-3 horas y evitar las exposiciones prolongadas al sol en las horas centrales del día.
Si no nos hemos dado protección solar y la quemadura ha aparecido, es importante tratarla de forma correcta. Las quemaduras superficiales, explica el dermatólogo, pueden tratarse con la aplicación de un corticoide en crema, los días de mayor intensidad. Además, para tener una sensación calmante, se pueden aplicar también, varias veces al día, lociones de aftersun. Si no tienes alergia a los antiinflamatorios, puedes tomarlos también los primeros días para disminuir el dolor. En los casos de quemaduras profundas, en las que se formen ampollas o el dolor sea muy intenso, es conveniente acudir al médico lo antes posible.
2. El cloro y el salitre
Si no tienes problemas de piel, estos dos elementos no suelen sentar mal a la piel. Pero es clave recordar que “hay que aplicarse siempre el protector solar unos 15-30 minutos antes de meternos al agua para permitir que la piel lo absorba y asegurar su efectividad. Muchos fotoprotectores son resistentes al agua, aun así después de un baño largo repasar la protección parece razonable para evitar quemaduras”, expone Sánchez Herrero.
Por regla general, el sol y el agua del mar suelen ayudar a reducir la inflamación crónica que tiene la piel de los pacientes con dermatitis atópica (el 15% de la población) o con psoriasis (unas 800.000 personas en España tienen esta afección). Por ello, “solemos recomendar una exposición moderada al sol durante el verano, y salvo excepciones, no suele sentar mal”. Por otra parte, en cuanto al cloro de las piscinas, es cierto que las personas con pieles atópicas más graves pueden notar escozor e irritación en su piel; en este caso, aconseja que pueden buscar algunos tipos especiales de cremas solares con mayor capacidad barrera para mejorar la tolerancia cutánea a estos irritantes.
Aunque el cloro y el salitre son elementos que se suelen tolerar bien, es necesario hidratar correctamente la piel tras un día de baño. Por ello, es recomendable que después de cada baño en la playa o en la piscina nos quitemos los restos de salitre y el cloro en las duchas que hay en las playa o en los recintos de la piscina. Después, al llegar a casa, ducharse e hidratar bien la piel para que no se reseque.
• La pregunta clave: ¿Qué es mejor, hidratante o ‘aftersun’?
Desde hace poco, comenta el dermatólogo, sabemos que los productos que contienen vitamina E (tocoferol), parecen ayudar a reducir el daño que hace el sol a nuestras células, tanto antes como después de la exposición solar. Por ello, “si tuviera que aconsejar un producto sería uno que nos de esa sensación de hidratación y regeneración de la piel que tanto nos agrada y que además tenga vitamina E”, afirma el experto. Por otro lado, para los pacientes con piel sensible, es mejor aplicar su hidratante normal ya que los productos aftersun, a veces tienen perfumes y otras sustancias que pueden ser irritantes. En el caso de quemaduras solares -para piel normales- afirma Gonzalo, los aftersun son las cremas más específicas.
3. Las picaduras de los molestos mosquitos
Sin duda, otros de los protagonistas del verano, quizá los más molestos. Cuesta evitar los mosquitos, pero existen pulseras y lociones repelentes de venta en farmacias que pueden ser útiles. Las picaduras se producen durante el atardecer y el amanecer por lo que es necesario tomar otras medidas para evitarlos: vestir manga larga, evitar los colores oscuros y evitar abrir las puertas y ventanas a estas horas del día si no se dispone de medios para impedir que pasen al interior de las casas. En caso de viajar a zonas exóticas donde exista riesgo de transmisión de enfermedades como la malaria, las medidas deben extremarse.
Para el tratamiento de las picaduras, expone Gonzalo, se pueden aplicar cremas hidratantes calmantes o incluso cremas de corticoides. Hay que evitar rascarse para no provocar heridas e infecciones. Cuando hay muchas picaduras se puede recurrir también a los antihistamínicos orales, según señala Sánchez Herrero.
4. Las duchas frecuentes del verano
El calor hace que en verano nos metamos en la ducha con más frecuencia que durante el resto del año. Sin embargo, las duchas excesivas, expone la dermatóloga, pueden suponer una irritación para la piel ya que eliminamos la barrera protectora de la misma. “Tanto los jabones no adecuados como el agua pueden irritar la piel, por eso es necesario aplicar una crema hidratante adecuada a nuestra piel tras la ducha que debe ser corta y de agua”.
En estos casos, hay que tener especial atención a los jabones.
Si nos duchamos más veces, mejor que una sea sólo con agua
“El agua siempre que se utilice a una temperatura tibia, no muy caliente, no supone una agresión para la piel”, añade Sánchez Herrero. Pero los jabones sí son capaces de destruir la capa lipídica de la piel que nos protege de microorganismos y otras agresiones, sobre todo cuando se utilizan jabones con un grado de acidez diferente al de la piel (pH 5’5-6). ¿Lo ideal? Ducharnos una vez al día con un jabón adecuado. Si nos duchamos más veces, mejor sólo con agua.
5. Los errores en las depilaciones
Si usamos la depilación láser en alguna parte de nuestro cuerpo, no debemos tomar el sol, en esas partes del cuerpo, en las semanas antes y después del tratamiento (aunque esto puede variar dependiendo del tipo de técnica y láser que se emplee), afirma Sánchez Herrero. En el caso de que nos depilamos con cuchilla, debemos hacerlo así para no estropear la piel: rasurado con cuchilla precedido y seguido de un lavado con un gel antiséptico. “Esta opción es rápida y bastante útil en personas que no busquen una depilación definitiva o que quieran tomar el sol poco tiempo después”, añade el experto. Por su parte, en la depilación con cera, no se recomienda exponerse al sol durante al menos dos días después, para evitar pigmentaciones.
6. Los tatuajes de henna
La parafenilendiamina (PPD) es una sustancia que se utiliza en los tatuajes de henna para oscurecer y facilitar el proceso de tatuaje, ya que la henna negra no existe de forma natural sino que se obtiene a partir de la henna original añadiéndole otros compuestos, como la PPD, según explica la médico de familia Ana Carmen Gil Adrados, de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
“Los tatuajes con henna son una fuente de sensibilización alérgica a PPD con consecuencias potencialmente graves a medio-largo plazo, puesto que tienen una similitud molecular a otras sustancias que están presentes en algunos medicamentos de uso habitual, como las sulfamidas. También en cosméticos y en colorantes”, explica la experta. La dermatitis de contacto por henna contaminada con PPD suele manifestarse como una dermatitis eccematosa que deja cicatrices pigmentadas. En la actualidad, asegura Gil Adrados, en España, no existe ninguna ley que regule la práctica de este tipo de tatuajes.
7. Los hongos
El calor, el sudar más y el estar más tiempo en el agua, favorece el crecimiento de los hongos. A éstos, sobre todo de la especie cándida que se encuentra en pequeñas cantidades en zonas del cuerpo como la piel, la boca o la vagina, les gusta mucho la humedad. Por ello, tienden a aparecer con mayor frecuencia en las zonas de la piel que están más ocluidas como en axilas, ingles y debajo de las mamas en mujeres.
Para prevenir las infecciones por hongos hay secar bien las áreas corporales más ocluidas tras el contacto con el agua
Para prevenirlos, “hay secar bien estas áreas después de estar en contacto con el agua y en personas con tendencia a hacer irritación de estas localizaciones es recomendable utilizar cremas barreras a diario”, comenta el experto. También hay que limpiar a diario y secar bien la piel entre los dedos de los pies y las plantas. No estar descalzo en las zonas comunes de las piscinas y de los vestuarios para evitar el desarrollo de dermatofitosis en las plantas y las uñas de los pies. La mayoría de las infecciones por hongos, añade Gonzalo, se resuelven con cremas o lociones antifúngicas y evitando la humedad de las zonas afectadas.
8. La falta de hidratación
Bebe mucha agua. El clásico de cada verano. Pero sin duda, algo fundamental. La hidratación es una aliado para la piel: ayuda a la hidratación y elasticidad de la piel, ya que actúa como desintoxicante y purificador de la sangre, según recoge la recién estrenada ‘Guía de Hidratación’ del Instituto de Investigación de Agua y Salud (IIAS).
Otros beneficios de la hidratación son el de mantener una humedad óptima, ayudar a su capacidad de protección, a preservar su elasticidad, suavidad, resistencia y color y aumenta su poder de cicatrización. Además, retrasa los signos de envejecimiento, como las arrugas.
Tanto la a Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) recomiendan beber 2 litros al día en las mujeres adultas y 2,5 litros diarios en los hombres adultos, bajo condiciones normales de actividad y temperatura. Una recomendación útil: beber agua de forma regular, aunque no tengamos sed. Y sobre todo, dar de beber a los más pequeños, aunque ellos no nos lo pidan.
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