Santiago Abascal y los suyos han arrancado la precampaña electoral en Galicia este fin de semana, en Pontevedra, con difuso horizonte. El sábado la octava encuesta publicada al respecto, esta vez por Hamalgama Métrica, daba un escaño -el primero- a Vox y su irrupción por primera vez en el Parlamento gallego en la que es su tercera participación. Internamente, el sentimiento de confianza se orienta hacia ese resultado. De hecho, las encuestas internas del partido perciben que la competencia por la representación es patente en dos provincias de las cuatro que integran el territorio gallego: en Pontevedra, donde encabeza la lista su candidato Álvaro Díaz-Mella, y en A Coruña. Allí, según afirman fuentes nacionales de Vox, es donde la candidatura tiene en juego obtener representación. Y con el BNG como rival claro en el reparto de restos, en el sistema en que, por la Ley D'Hondt, se distribuyen los diputados en cada proceso regional o nacional.
El propio Ignacio Garriga, actual secretario general de Vox, y a partir del sábado, tras la Asamblea General Extraordinaria del partido y la reelección de Abascal, próximo vicepresidente único con sus competencias previas aglutinadas, daba cuenta de ello en una comparecencia desde la sede nacional de Bambú. Después de la reunión del Comité de Acción Política (CAP) en el que la cuestión gallega ha sido el principal temas a tratar al margen de la querella contra la Mesa del Congreso de los Diputados por tramitar la proposición de ley de la amnistía, que se anuncia en la previa al debate de enmiendas parciales de hoy en la Comisión de Justicia.
"Vox tiene muchas opciones de entrar, y lo vamos a hacer. Todos los escaños de Vox en Galicia se están jugando contra el BNG", apuntó Garriga. "Cada voto a Vox aleja más la posibilidad de que haya un gobierno de la izquierda. El voto útil es votar a Vox", añadió el número 'dos' de los ultraconservadores. La percepción interna de esa utilidad del sufragio en los comicios gallegos, no vino en solitario. Fue acompañada de una nueva reprimenda contra el PP, con el que Vox mantiene tensiones nacionales prolongadas, pero cordiales a nivel regional y locales. "Los ataques no solo vienen de la izquierda. Hemos visto como el PP sigue esa estrategia de descalificar y de que Vox no debería presentarse", añadió Garriga, lamentando que los populares, dijo, aboguen por que parte de los gallegos queden sin representación que promueva sus demandas. Hay que recordar que, una vez más, el PP ha pedido a Bambú que no se presente a las elecciones para no dividir el voto de derecha que ponga en riesgo la sostenibilidad de Alfonso Rueda.
Vox añade el gallego a su lema de campaña, 'Falando claro', para atraer el voto galleguista conservador"
El gallego es el peor escenario electoral -al margen del próximo en País Vasco y el ya superado en Navarra- para Vox: por la existencia de un competidor de espacio fuerte que domina el centroderecha y que anteriormente no ha permitido la incorporación de partidos como Ciudadanos al hemiciclo, y por el componente galleguista. De arraigo territorial y diferenciador con el resto del país. Especialmente, este segundo eje choca de bruces con el ADN de los de Abascal, puramente nacionalistas, centralistas y con un identitarismo español marcado. Consciente de ello, no sería la primera vez que Vox cuestionase los planteamientos electorales de Alberto Núñez Feijóo para revalidar la Xunta con anterioridad: le ha tildado sucesivamente como "el nacionalista gallego" -casi equiparándolo con el clan Pujol- hasta su salto a Génova.
Frente a este modus operandi cotidiano en Galicia, en Bambú sostienen una estrategia con, al menos, dos aristas a destacar. La primera, y que ha sido cuestionada por excargos de la formación en las últimas horas a través de X, es una pequeña apertura a ese galleguismo -inevitable para tener opciones en la tierra- empleando la lengua cooficial como añadido en el lema de campaña: Hablando claro - Falando claro [puede leerse en el cartel derecho de la siguiente imagen].
Es destacable, en todo caso, tras las cruzadas lingüísticas por la defensa del castellano desde Madrid, en el Congreso de los Diputados por la implantación de las lenguas en el funcionamiento institucional, o más recientemente, por ejemplo, en Baleares. Allí Vox tensionó la viabilidad de los presupuestos del PP hasta que este aceptó su plan para garantizar el castellano en las aulas. En concreto, obtuvo una partida de veinte millones para separar a los alumnos en determinadas materias en función de la lengua elegida, con la eliminación de las subvenciones a sindicatos y patronales, y la exención hasta los tres millones del impuesto de Patrimonio.
En la red social, Xisco Cardona, exparlamentario de Vox y ahora representante no adscrito del Grupo Mixto balear apuntaba desde su cuenta: "Vaya hombre, qué sorpresa. Resulta que en Galicia "falamos". ¿Cambio de discurso? ¿Cambio de estrategia porque va mal la cosa? ¿Hipocresía? Si en Galicia falan, en Cataluña parlan, en Mallorca xerran, en Menorca rallan... Qué lío tiene Vox". A ello añadió hilando el asunto con lo anterior, que "con el lío lingüístico que tienen montado en Baleares, esto no es de recibo".
El lastre del 23-J
La segunda arista de esa estrategia, es intentar cambiar el marco de competencia instaurado por el PP basándose en sus encuestas internas -no han transcendido de manera pública-. Y para evitar que el 'fantasma' de las pasadas generales vuelva a sobrevolarles. Frente a la petición de apoyo amplio de los populares, nuevamente, Garriga pidió este lunes a Feijóo "recapacitar sobre qué es mejor para los españoles". "Lo mejor no es repetir la misma estrategia que en las generales", porque llevaría a "la extrema izquierda" y al "nacionalismo" a la Xunta. "No se les debe dar balones de oxígeno", entre otros aspectos, "en forma de reforma constitucional", dijo del desplante al cambio del término disminuido el pasado jueves. "No entendemos como el PP ha accedido a ello", insistió el segundo de Vox.
Vox pide al PP no repetir la estrategia de las generales y aboga por que el voto útil para impedir un vuelco a la izquierda es Vox"
Aprovechando para desmarcarse del PP, de nuevo, y para marca posición propia, Garriga, además, recuperaba la principal crítica de julio. Los populares, según apuntaron a El Independiente desde Vox, ya estaban "repartiendo ministerios" y desincentivando el voto a Abascal para condensar todo el respaldo posible en Feijóo. El desenlace fue la posibilidad de suma de la izquierda con los independentistas y la incapacidad de mayoría de la derecha. El lunes 24 de julio, el propio Garriga expuso que en cinco provincias de la nación el PP había aglutinado voto sobrante que, de ir a Vox, habría permitido gobernar. Tal y como relataron, son los casos de Sevilla, Tarragona, Burgos, Baleares y Albacete. En este último enclave, les faltaron 1.200 votos para mantener un escaño perdido y con un PP que no materializó 12.000 papeletas. En todas el PP obtuvo extras de voto que no convirtió en diputados y habría permitido el vuelco en detrimento del PSOE, generalmente, y en Sevilla habría lastrado un diputado de Sumar.
Las encuestas apuntan a una competencia PP-BNG
Si se atiende a las encuestas, en comparación con los resultados de 2020, el reparto provincial de escaños que hacen SigmaDos y EM Analytics -las únicas mediciones que así lo contemplan- beneficia en A Coruña o bien a Sumar, en el primer caso, o bien al BNG en el segundo. En ambos casos el PP podría perder uno de los catorce escaños actuales y transferirse en el reparto de restos a nacionalistas o a los magentas. En el caso de Pontevedra, la primera mantiene al PP con sus once diputados autonómicos y es la segunda la que trasfiere uno popular al BNG también.
El caso de A Coruña sí podría dejar abierta la puerta a Vox a lograr representación, en competencia con Sumar y de obtener allí más votos que los de Yolanda Díaz. En las generales Abascal sacó allí 33.606 votos. Díaz 81.345 por encima del BNG, pero en una parte importante, es un voto prestado que no se reflejará en su totalidad en las gallegas e irá al BNG. La candidatura de Marta Lois, cabe reflejar, apunta a lograr un tercio del voto de Unidas Podemos Galicia con IU y Anova, y uno de cada diez votantes del PSdeG. Unos 42.000 votos por lo bajo, 8.000 menos que los morados. De superarse a la candidatura coruñesa se podría optar a obtener un parlamentario, pero en todo caso, a costa del PP que no iría para Ana Pontón. Predecir esa atribución, se antoja complicado, en todo caso.
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