Hoy arranca el 19 congreso del Partido Popular, de carácter extraordinario, que pone fin a la “era Rajoy”. O no. Porque la contienda histórica que ha traído hasta aquí a Soraya Sáenz de Santamaría y a Pablo Casado se ha dirimido no pocas veces con reminiscencias del pasado. De hecho, para un amplio sector, no es más que la continuación de la guerra abierta en el congreso de Valencia de 2008, cuando se e se enfrentaron, aunque sólo hubiera un candidato, Mariano Rajoy y José María Aznar.
Ese ha sido uno de los argumentos recurrentes del sector encabezado por Soraya Sáenz de Santamaría, hasta el punto de que muchos de sus compromisarios lo han usado para atraer a otros a su causa “O votas a Rajoy, o votas a Aznar”. Ese era el dilema que han venido planteando sabedores de que el que fue líder del PP entre 1990 y 2004 es poco menos que un apestado entre amplísimos sectores de su antiguo partido, incluso entre los que apoyan a Casado. Éste es el único que se atreve a reivindicar el legado de un personaje incómodo al que consideran profundamente desleal con Rajoy.
Los "que éramos amigos íntimos de Rajoy apoyamos a Casado", afirman en alusión a Soria, Margallo y Fernández Díaz
Santamaría aparece así como la heredera de Rajoy mientras que Casado responde, según este sector, a oscuros intereses y motivaciones tras los que se encuentran no solo Aznar y su FAES, sino Esperanza Aguirre y hasta HazteOir. Lo cierto es que este grupo ultrareligioso y transfóbico no sólo puso páginas de publicidad en dos diarios a favor de Casado antes de las primarias, sino que ahora lleva varios días de campaña por las calles de Madrid proclamando su #yorompoconsoraya, a la que presentan poco menos que como una radical peligrosa.
La ex vicepresidenta es más progresista en cuestiones sociales que su oponente, pero Casado cuenta con apoyos como los de Javier Maroto y Andrea Levy que no son precisamente exponentes del nacionalcatolicismo periclitado. Y entre los ministros que le apoyan, uno de ellos arguye en conversación con El Independiente que "los más centristas y más reformistas de Rajoy están con Casado", además de los que fueron íntimos amigos del ex presidente como José Manuel García Margallo, José Manuel Soria y Jorge Fernández Díaz. En definitiva, que si hay que identificar una candidatura con el "marianismo" esa es la de Casado, aseveran.
Enmienda a la totalidad de la política de Rajoy
La simplificación del mensaje se sostiene en muy buena medida sobre las aceradas críticas que ha vertido Casado respecto a las políticas de Rajoy. Cataluña ha sido una de sus invectivas favoritas, pensando que así desgastaba las opciones de la responsable de la “operación diálogo”, pero también ha cuestionado el aborto o se ha acercado a ex dirigentes que, como María San Gil, dieron un portazo a Rajoy, y están fuertemente enfrentadas con el PP vasco a cuenta de las víctimas del terrorismo.
No deja de ser llamativo en este punto que el único cargo que ha anunciado Sáenz de Santamaría haya sido el de secretaria ejecutiva de Atención a las Víctimas del Terrorismo, que será Mar Blanco, hermana del concejal de Ermua asesinado por ETA. Es el primer mensaje, inequívoco, hacia un sector de la sociedad muy sensible para el PP y que provocó la primera fisura por la que acabó creándose Vox.
Casado quiere aparecer como un 'outsider' cuando no lo es", dicen sus detractores
Le reprochan a Casado que pretenda “aparecer como un outsider cuando no lo es. Ha formado parte del aparato”, lo que le hace corresponsable de las decisiones del gobierno. Desde que arreciaron las críticas se extendió el mensaje sobre el malestar de Rajoy con su antiguo portavoz en el partido. Lo cierto es que fue bastante frío con él cuando coincidieron en el tanatorio de Santiago el pasado viernes con motivo de la muerte del Gerardo Fernández Albor. A Rajoy se le ha atribuido un papel activo a favor de su antigua vicepresidenta promoviendo una lista de unidad liderada por ella en calidad de ganadora de las primarias.
Conversaciones con Maillo y De Grandes
Se ha dicho que dirigentes partidarios la integración como Fernando Martínez Maillo, Rafa Hernando, José Manuel Barrerio o Esteban González Pons, hablaban por Rajoy; segundo, que se reunió con Cospedal para pedirle que propiciara la unidad antes del congreso, contenido que la aludida desmintió incluso a través de una carta enviada a los diputados populares, y tercero, que quiso torpedear el almuerzo que este jueves celebró el G-8 con Casado. Sea o no cierto, es verdad que Rajoy está al tanto del proceso precongresual a través del propio Maillo y del presidente de la comisión organizadora, Luis de Grandes, con los que habla con cierta frecuencia.
Los compromisarios aún dudosos tendrán ocasión de confrontar los dos modelos que representan ambos candidatos; uno basado en el rearme ideológico, el de Casado, y otro en el liderazgo y la vuelta al poder, el de Sáenz de Santamaría, o lo que han querido resumir muchos en "Aznar y Rajoy". No deberían presentar grandes diferencias porque, a la postre, son compañeros de partido, pero el enfrentamiento ha alcanzado cotas inimaginables cuando arrancó este proceso. Ahora la principal preocupación reside en si serán capaces de restañar heridas y trabajar juntos, ellos o sus equipos, en el futuro.
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