Desde niños se nos inculca en el colegio la importancia de la capa de ozono para la supervivencia del hombre en la Tierra. Este gas compuesto por tres átomos de oxígeno es el que nos protege de las radiaciones dañinas del Sol. Sin embargo, el ozono no deja de sorprendernos con nuevas utilidades en sectores como la medicina o la cosmética.
Fue el premio Nobel de Medicina Ramón y Cajal el que descubrió que el ozono ayudaba a curar y cicatrizar heridas mejor que el alcohol y el agua oxigenada. Es un poderoso asesino de bacterias, virus y hongos y, en consecuencia, se estudia como una alternativa más ecológica para procesos industriales como la limpieza de instalaciones –que implica la utilización de productos químicos muy agresivos- o el lavado de determinados alimentos tan populares como las frutas y verduras que compramos lavadas, cortadas y listas para consumir –cuya higienización se realiza habitualmente con cloro-.
El centro tecnológico Ainia, con sede en Valencia, lleva desde el año 2002 aplicando la tecnología del ozono en ámbitos tan diversos como la conservación de alimentos o los procesos de limpieza industriales. A través de diferentes proyectos piloto, este centro de investigación ha demostrado que el ozono es un biocida mucho más potente que el cloro y sus derivados. Además, cuenta con la ventaja de que el ozono no requiere transporte porque puede producirse in situ con la ayuda de generadores específicos, y además permite ahorrar enormes cantidades de agua.
20 litros de agua para lavar un kilo de ensalada
Los procesos tradicionales de limpieza y desinfección del sector agroalimentario conllevan importantes impactos medioambientales, entre ellos el gasto de agua potable, que como sabemos es un bien escaso y preciado ¿Sabías que se necesitan más de 20 litros de agua para lavar un kilo de ensaladas? Esta cifra equivale a más de 5 millones de metros cúbicos al año en total para el Reino Unido, Francia, Italia y España.
La razón es que las grandes balsas en las que se sumergen los vegetales ha de renovarse constantemente para retirar restos del cloro, puesto que su consumo excesivo puede tener efectos nocivos sobre la salud. “A través de nuestro proyecto Susclean, aplicado al caso concreto de las lechugas baby leaves, hemos demostrado que es posible ahorrar hasta un 60% del agua si utilizamos un sistema con ozono que permite reutilizar el mismo agua durante todo el proceso”, explica a El Independiente Irene Llorca, ingeniera agrónoma responsable del proyectos de higiene en Ainia. Una de las ramas de investigación de Susclean –proyecto impulsado con ayudas europeas- se centra en la utilización de nuevos agentes de limpieza más ecológicos, como enzimas, ácidos orgánicos y ozono.
El mercado de los productos frescos listos para consumir tales como ensaladas, verduras y hortalizas ha crecido considerablemente durante las últimas décadas como resultado de los cambios en nuestros hábitos de vida. España es, de hecho, uno de los países donde más productos de IV gama se consumen (una media de tres kilos por persona al año). En consecuencia, es necesario avanzar en el desarrollo de nuevas tecnologías (ozono, ultrasonidos, oxidaciones avanzadas…) y protocolos de limpieza medioambientalmente más sostenibles, y que al mismo tiempo mantengan los actuales estándares de higiene y seguridad de los productos.
“Más recientemente hemos desarrollado un proyecto piloto para lavar cítricos, que se implantará en una cooperativa de Bétera (Valencia) en 2019”, avanza Llorca. Se trata de una máquina llamada eco3wash capaz de regenerar y reutilizar aguas residuales procedentes del lavado de cítricos tras la cosecha, utilizando el potencial oxidativo del ozono y la luz ultravioleta. Al crear un circuito cerrado de agua, el ahorro de este recurso llega al 70%.
En conclusión, estamos a las puertas de una revolución para un sector estratégico en España que a día de hoy requiere nada menos que 50.000 litros de agua potable para conseguir 1.000 toneladas de cítricos al día. Paralelamente –y no menos importante-, los sistemas con agua ozonizada reducen enormemente la toxicidad de las aguas que esta industria devuelve al medio ambiente. Un win-win en toda regla.
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